Todas las dudas sobre la elección en Venezuela y una posible transición democrática en la mirada de un experto

En una entrevista con Infobae, el director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello, Benigno Alarcón, se refirió a las incertidumbres que rodean los comicios del 28 de julio y lo que podría ocurrir después

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Transición en Venezuela: los desafíos
Transición en Venezuela: los desafíos de la oposición para garantizar el retorno de la democracia y el estado de derecho (REUTERS/Leonardo Fernandez Viloria)

Venezuela se encuentra en un momento crucial, en un punto de inflexión que podría redefinir su futuro político. Con las elecciones presidenciales del 28 de julio en el horizonte, la transición se pinta como una posibilidad palpable. Después de casi tres décadas de chavismo, parece abrirse una ventana que permitiría el retorno de la democracia y el Estado de Derecho.

El ventajismo oficialista, la persecución judicial, las amenazas de conflictos que podrían suspender los comicios y el temido fantasma del fraude, hoy se ciernen sobre el régimen de Nicolás Maduro, en lo que muchos consideran sus horas más oscuras.

Estas maniobras políticas del chavismo, que buscan desviar a la oposición de su camino electoral, parecen más un acto de desesperación que de estrategia.

¿Cómo se puede orquestar una transición democrática en Venezuela? ¿Cuáles son los desafíos para la oposición? ¿Cómo se puede asegurar que el chavismo, tras años en el poder, encuentre su lugar en el tablero político venezolano bajo reglas claras?

En conversación con Infobae, el director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (CEPyG-UCAB), Benigno Alarcón, señaló que un gobierno de transición enfrenta el reto crucial de estabilizarse para consolidar, precisamente, su proceso de cambio. Este desafío, aseguró, incluye la necesidad de desarrollar la capacidad estatal que permita responder adecuadamente a las demandas de la población.

Benigno Alarcón, director del Centro
Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello

“Aproximadamente la mitad de los procesos de transición no logran consolidarse en una democracia. ¿Por qué? Porque los gobiernos de transición suelen ser tremendamente inestables, porque normalmente se asumen en condiciones donde no tienen capacidad estatal para responder a las necesidades de la gente”, afirmó.

Según Alarcón, si la oposición logra derrotar a Maduro en las urnas y si los resultados son aceptados, será inevitable un cambio en la cúpula chavista.

“El gobierno tiene que entrar en un proceso de negociación distinto, en un proceso de negociación donde sabe que va a haber un cambio de gobierno y que tiene que respetar la voluntad de la mayoría”. Este nuevo escenario, señaló, obligará a Maduro a buscar garantías de convivencia, en lugar de únicamente centrarse en evitar su desaparición.

El politólogo venezolano también destacó la importancia de las negociaciones internacionales para este proceso de cambio. En particular, recomendó no renunciar a la mediación del Reino de Noruega, que “ha hecho un papel muy importante” en las negociaciones previas.

Sin embargo, Alarcón es consciente de las dificultades que enfrentará una posible nueva administración debido al control que la dictadura de Nicolás Maduro ejerce sobre las instituciones del Estado.

Si la oposición logra derrotar
Si la oposición logra derrotar a Maduro en las urnas y si los resultados son aceptados, será inevitable un cambio en la cúpula chavista (REUTERS/Leonardo Fernandez Viloria)

Aseguró que es probable que el actual régimen intente aprovechar su poder sobre ciertas instituciones para sabotear el triunfo de la oposición o para evitar que ésta logre una gobernabilidad efectiva.

El contexto venezolano actual, pese a su complejidad, ha mostrado consistentemente altos niveles de participación ciudadana en elecciones.

“Siempre vemos niveles relativamente altos de participación, a menos que la oposición decida no participar, como sucedió en el año 2018″, dijo Alarcón en referencia a las elecciones presidenciales anteriores donde la oposición se abstuvo de participar.

También advirtió sobre las dificultades inherentes a un posible proceso de transición democrática en Venezuela.

La parte más difícil es entender o llevar con la paciencia necesaria un proceso de transición”, mencionó, haciendo énfasis en los retos que enfrentará un gobierno entrante. A este respecto, Alarcón apuntó que una nueva administración en Venezuela probablemente entrará sin recursos, sin control de las instituciones y sin una burocracia capacitada para responder eficazmente a las demandas ciudadanas.

Un posible gobierno opositor enfrentará
Un posible gobierno opositor enfrentará dificultades debido al control que la dictadura de Nicolás Maduro ejerce sobre las instituciones del Estado (REUTERS/Leonardo Fernandez Viloria)

Las preocupaciones no son infundadas. A modo de referencia, Alarcón citó casos como los de Egipto y Túnez donde las expectativas ciudadanas superaron la capacidad de los gobiernos emergentes para satisfacerlas.

A pesar de estas preocupaciones, Alarcón se mantuvo optimista sobre las raíces democráticas de Venezuela.

Yo creo que Venezuela está en capacidad de vivir en democracia, aunque no la viva desde hace mucho tiempo”, declaró. Sin embargo, las dudas persisten sobre si el país puede generar una gobernabilidad suficiente para consolidar un proceso democrático estable.

- ¿Está preparada la sociedad civil venezolana para un cambio democrático después de más de 20 años de chavismo?

-Venezuela tiene un ADN, tiene un gen democrático y, además, eso lo comprobamos de distintas maneras. Hace unos meses hubo elecciones en la Universidad Central de Venezuela, ¿quién las ganó? La ganaron los candidatos democráticos, la ganaron los candidatos que no representaban al gobierno ni a la ideología del gobierno y la gente fue a votar masivamente, incluidos alumnos activos como ex alumnos de la universidad, personal obrero, etc.

Siempre vemos niveles relativamente altos de participación, al menos que la oposición decida no participar, como sucedió en el año 2018. Entonces, yo sí creo que está preparada. La parte más difícil y para lo que no estamos preparados nunca es para entender o para llevar con la paciencia necesaria un proceso de transición.

Aquí va a entrar un gobierno sin recursos, va a entrar un gobierno sin el control de las instituciones, va a entrar un gobierno que no tiene una burocracia preparada para atender las demandas de la gente y va a haber muchas presiones sobre ese gobierno, como por ejemplo las hubo sobre Egipto después de la Primavera Árabe, donde los Hermanos Musulmanes que fueron electos solamente duraron nueve meses en el poder, o como hubo en Túnez, que después de unos pocos años vio desvanecerse el proceso de transición democrática, porque las demandas de la gente de alguna manera terminaron por superar a las capacidades del gobierno.

Entonces ahí sí hay una duda. Yo creo que Venezuela está en capacidad de vivir en democracia, aunque no la viva desde hace mucho tiempo, pero creo que por el otro lado Venezuela tiene tiene ese gen democrático que se lo permite, pero lo que no tenemos tan claro es si va a poder generarse una gobernabilidad que permita la estabilidad del gobierno, que es tan necesaria para poder consolidar el proceso.

- María Corina Machado ha dicho recientemente que de darse una transición en Venezuela, ella va a estar donde mejor sirva al país, ¿cuáles serían los principales desafíos para María Corina y la oposición en general para una transición política exitosa?

-Para un gobierno de transición el desafío más importante es poder estabilizarse para consolidar el proceso de transición, y eso implica básicamente atender a tres pilares fundamentales: a desarrollar capacidad de Estado, capacidad estatal para poder responder a las demandas de la gente e implica poder implementar un Estado de Derecho que goce de legitimidad, lo que quiere decir, posiblemente, tener que adaptar reglas, normas e inclusive el aparato de administración de justicia, de manera que se puedan atender las demandas que la gente hace en materia de justicia, en materia de derecho. Y tercero, fortalecer todo el tejido, por decirlo así, que sostiene la vida democrática, lo cual implica posiblemente cambios en las reglas de juego electoral, fortalecimiento de los partidos políticos, fortalecimiento de las organizaciones no gubernamentales, fortalecimiento de los medios de comunicación y de la libertad de expresión, lo cual son elementos muy importantes para poder consolidar un proceso de democratización en Venezuela y en cualquier país del mundo.

- ¿Cuál sería el papel de la Fuerza Armada venezolana, que en repetidas ocasiones se ha dicho que es “profundamente chavista”, en una transición democrática en Venezuela?

-Yo no me creo el cuento de que la Fuerza Armada es profundamente chavista. Yo creo que la Fuerza Armada se ha querido hacer de ella el aparato represivo del Estado y a las órdenes exclusivas del Estado. Pero la realidad del asunto es que, si bien han logrado en alguna medida, ser una Fuerza Armada que sirva para los intereses del gobierno; que les sirva como una especie de guardia pretoriana del chavismo, la realidad del asunto es que dentro de la Fuerza Armada queda un ADN institucional importante y creo que la Fuerza Armada, seguramente los oficiales de alto rango, pero también los de rango medio, sueñan con una Fuerza Armada más institucional.

Yo creo que la Fuerza Armada tiene un rol importante en la consolidación del proceso de democratización de Venezuela, como garantes de la Constitución, como garantes de la seguridad, como garantes de la integridad territorial, pero sobre todo como garantes de la institucionalidad democrática. Y yo creo que una vez que haya un cambio de gobierno, vamos a tener una Fuerza Armada que en alguna medida va a ser el reflejo del nuevo gobierno.

- ¿Cómo garantizaría la oposición la inclusión de todos los sectores políticos venezolanos, incluido el chavismo, en una transición liderada por María Corina Machado y Edmundo González Urrutia?

-La oposición si va a ir a un proceso de transición democrático lo primero que tiene que hacer es respetar, precisamente, las reglas democráticas y creo que la inclusión de otros actores, incluido el chavismo, implica que todos tienen derecho a la participación.

Obviamente tienen derecho a la participación los que estén dispuestos a convivir con un nuevo sistema bajo las reglas democráticas.

Lo que no puede pasar es que sectores que pretendan atentar contra la estabilidad de la democracia pretendan llegar nuevamente al poder aprovechándose de dichas reglas.

Entonces, lo que es muy importante es que si entramos en un proceso de democratización, tendrán cabida todos quienes estén dispuestos a respetar estas reglas y, por supuesto, no pueden ser incluidos en este proceso aquellos que no están dispuestos a estarlo, a respetar esas reglas.

En ese sentido, un cambio de gobierno que se produciría en enero del año 2025, evidentemente tiene que respetar a quienes han sido elegidos anteriormente para los cargos que ocupan para ese momento y que seguirán ocupando por el resto del año 2025. Estamos hablando de alcaldes, estamos hablando de gobernadores, estamos hablando de Asamblea Nacional, estamos hablando de aquellos poderes que han sido electos, que deben terminar su período y que deben respetar las reglas del juego político y del juego democrático.

- En el caso de una derrota de Maduro, ¿cómo debería ser la negociación entre el chavismo y la oposición sabiendo que hay 6 meses de separación entre las elecciones y la toma de posesión?

-Yo creo que el 29 de julio (un día después de las elecciones), si hay un éxito de la oposición, seguramente se va a abrir un proceso de negociación distinto al que hemos tenido hasta ahora. ¿Y por qué quiero decir distinto al que hemos tenido hasta ahora? Bueno, porque hasta ahora el Gobierno ha pretendido hacer una negociación a su medida, justamente, para evitar ser derrotado en una elección, para evitar que haya un cambio de gobierno.

Pero una vez que hay una elección y si los resultados son reconocidos, el gobierno tiene que entrar en un proceso de negociación distinto, en un proceso de negociación donde sabe que va a haber un cambio de gobierno y que tiene que respetar la voluntad de la mayoría y donde básicamente va a buscar garantías para poder convivir, por decirlo así, bajo un nuevo régimen.

- Todas las instituciones del Estado están secuestradas por el régimen de Maduro desde hace años, ¿cómo se garantiza la gobernabilidad de la oposición de resultar triunfadora bajo este escenario?

-Evidentemente, es probable que el gobierno trate de tomar ventaja del control sobre ciertas instituciones del Estado para tratar de sabotear el triunfo de la oposición o para evitar que la oposición pueda tener gobernabilidad a partir del 10 de enero, que es cuando tomaría posesión.

Yo confío, y aquí hay más de wishful thinking que de análisis, que tras el triunfo de la oposición, si estuviéramos en ese escenario, posiblemente muchos de los actores, no quienes están en la cúpula de esas instituciones el día de hoy, pero posiblemente quienes están en los niveles medios, los que de alguna manera sirven de pilar a la pirámide, creo que no jugarían a sabotear, por decirlo así, el resultado del proceso electoral que se dio el 28 de julio.

Yo más bien me imagino una situación en la cual los niveles medios y bajos de la pirámide, que al final terminan siendo los niveles operativos, van a estar interesados en tratar de llevar al país a una normalidad democrática y a tratar de que ellos como funcionarios públicos puedan seguir en su carrera como funcionarios públicos.

- ¿Cuál sería el papel de la comunidad internacional si llegara a darse un escenario como el de Nicaragua?

-Al día de hoy, yo no veo un escenario como el de Nicaragua. Yo creo que el gobierno va a elecciones y va a elecciones con las personas que vemos hoy en día, incluido Edmundo González.

No niego la posibilidad de que se elimine la tarjeta de la Unidad, creo que esa amenaza está allí y creo que no se puede subestimar. Pero creo que el Gobierno por ahora tiene la intención de ir a elecciones y tiene la intención de darle por lo menos una estética competitiva a esa elección. Aunque no es competitiva desde hace mucho, porque desde el momento en que se impide que quien ganó la primaria vaya a la elección y se impide que los partidos políticos puedan ir con sus propios signos y tarjetas, pues ya estamos en una situación donde evidentemente no tenemos una elección competitiva en términos democráticos.

Yo sí creo que puede haber un escenario de fraude en la elección. Yo creo que sí se puede negar el resultado real de la elección y creo que siendo el escenario de fraude o el escenario de Nicaragua, la respuesta de la comunidad internacional tiene que ser una respuesta coherente y muy enérgica.

- ¿Qué pasaría si el Tribunal Supremo de Justicia anula la tarjeta de la MUD? ¿Cuál debe ser la respuesta de la oposición?

-Si el TSJ anula la tarjeta de la MUD, puede haber dos salidas posibles. Yo no sé cuál tomaría la oposición, pero digamos que hay un dilema entre dos escenarios: uno, nombrar a un nuevo candidato entre los candidatos que están inscritos, escoger alguno de ellos y, evidentemente, esa es la opción que quisieran algunos, no todos.

Y la otra es sencillamente decidir no ir a la elección, porque básicamente todas las reglas, todo lo que se había acordado en Barbados es definitivamente violado de manera escandalosa.

Si se decide no ir a la elección, el escenario se abre para una escalada de conflicto, una escalada de conflicto que puede empezar con protestas en las calles y que puede llevar a cualquier lugar.

Pero la realidad del asunto es que si el camino electoral se cierra, el cerrarlo, por ejemplo, eliminando la tarjeta de la MUD, pone a la oposición en el dilema de pasar la página y nombrar a un cuarto candidato. Ya pasamos por María Corina, por Corina Yoris, por Edmundo y este sería el cuarto candidato. Bueno, posiblemente, sea una burla que la gente no esté dispuesta a aceptar.

Y en ese escenario, hay que decidir entre jugar una vez más con otro candidato que también podría ser eliminado si no pasa nada, o sea, si aquí se elimina la tarjeta, si la MUD y nadie reacciona más allá de nombrar otro candidato, podemos caer en un juego donde el gobierno dice: me nombras otro candidato y yo te inhabilito, me nombras otro y yo te lo inhabilito y puede ser la historia sin fin hasta que nos quedemos sin candidato y, al final del día, no creo que eso termine solucionando el problema.

Y la otra cosa que puede pasar es que haya seriamente una escalada del conflicto porque la gente se harte, no lo acepte y de alguna manera se produzca una escalada del conflicto.

Hoy en día por los estudios que nosotros tenemos, creemos que Venezuela está sentada sobre un barril de pólvora, pero como la gente no ve mayor violencia, no ve protestas con violencia, la gente cree que bueno, que esto no va a pasar nada o mucha gente cree eso. Yo no lo creo.

Yo creo que estamos sentados en un barril de pólvora y si el gobierno comete un error, puede que haya un chispazo que encienda todo.

Entonces, al final del día, esa variable del hastío de la gente, la disposición a protestar, debe ser una de las cosas que está considerando el gobierno cuando se pregunta si eliminar la tarjeta de la MUD puede resolverles el problema de mantenerse en el poder.

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