Luego de un período de aislamiento diplomático del líder chavista en la región y un enfriamiento de las relaciones bilaterales durante el gobierno de Jair Bolsonaro, Lula da Silva decidió apostar fuerte por su alianza con el dictador venezolano Nicolás Maduro. Tras recibirlo en Brasilia el año pasado e intentar apadrinar su reingreso en el plano internacional, ahora su silencio es más que revelador: el gobierno de Brasil no condenó la inahbilitación de María Corina Machado.
Para el gobierno de Lula da silva, la burda maniobra para manipular las elecciones dejando afuera a la popular candidata opositora no merece ningúna declaración.
Mientras la OEA afirmó que la inhabilitación de la líder política, ganadora de las primarias opositoras, perjudica la posibilidad de “elecciones libres, justas y transparentes” en el país caribeño y su proscripción genera preocupación sobre el futuro de la democracia en países como Aregntina, Uruguay, Paraguay, Ecuador, para Lula da Silva no merece ningún comentario.
EEUU incluso anunció que está evaluando restablecer sanciones contra el régimen de Maduro en respuesta y Reino Unido calificó la maniobra de “paso atrás para la democracia venezolana”. Pero Lula ni su cancillería se pronunciaron.
A mediados del año pasado, al ser consultado sobre la situación de María Corina Machado, el presidente brasileño dijo que desconocía los pormenores de la medida contra la dirigente opositora venezolana. En lugar de interiorizarse sobre la situación de los opositores proscritos y de los presos políticos, entre otros temas, el líder del PT redobló esfuerzos en recomponer las relaciones con la dictadura venezolana.
El pasado 29 de mayo Lula recibió en Brasilia al dictador Maduro y sus palabras provocaron contundentes críticas de la oposición brasileña y de líderes regionales. Con el dictador a su lado, el presidente de Brasil afirmó que había “prejuicios” contra Venezuela y, pese a los informes de torturas y presos políticos, sostuvo que lo que sucede en el país caribeño es “una narrativa construida”.
“Yo he ido a países que no saben donde queda Venezuela pero dicen que Venezuela tiene una dictadura. Nicolás Maduro, ustedes tienen que deconstruir esa narrativa (...)”, dijo ese día. Y añadió: “Contra la gente se construyen narrativas. Nicolás Maduro sabe muy bien la narrativa que han construido contra Venezuela. Ustedes saben la narrativa que han construido sobre el autoritarismo y la antidemocracia. Ustedes tienen como medios deconstruir esa narrativa”.
Lula dijo que “peleó” con líderes socialdemócratas europeos y con políticos de Estados Unidos y de los países americanos por el reconocimiento de Guaidó, que también fue aceptado presidente por el Gobierno de Bolsonaro.
Tras esos dichos, el líder opositor Juan Guaidó le respondió a Lula: “Olvida a los asesinados, a las víctimas, la destrucción del Amazonas y a los millones de migrantes. Actitudes negacionistas de jefes de estado son aval para que individuos como Maduro sigan actuando con impunidad”.
En tanto, Human Rights Watch (HRW) también repudió las palabras de Lula. “Como con Ucrania, Lula debería entender que si quiere que Brasil tenga un rol de liderazgo frente a Venezuela debe empezar por un diagnóstico acertado -y no falseado- de la realidad. El autoritarismo en Venezuela no es una ‘narrativa construida’. Es una realidad incuestionable”, señaló en sus redes sociales Juanita Goebertus, Directora de la División de las Américas de la organización.
“Menos mal que el problema de Venezuela es solo de narrativa. Que alguien le explique a la CPI para que suspenda su investigación por crímenes de lesa humanidad contra ese régimen. ¿Ingenuidad o ceguera ideológica?”, agregó José Miguel Vivanco, ex director de la División de las Américas de Human Rights Watch.