El año 2024 se perfila como un periodo crítico para Venezuela, donde la política, la diplomacia y las tensiones territoriales convergen en un escenario de incertidumbre. Con elecciones presidenciales en el horizonte, la falta de fecha y candidatos oficiales agrega un elemento adicional a la compleja situación que vive el país sudamericano.
En las antípodas del calendario habitual, el escenario político se antoja tan complejo como decisivo. La mirada de la comunidad internacional y los ciudadanos venezolanos se fija en un punto crucial en el horizonte: las elecciones presidenciales previstas para el segundo semestre.
Este evento se erige en medio de una ardua travesía política, marcada por posibles intervenciones de la Corte Penal Internacional y las acrecentadas tensiones entre Caracas y Georgetown en torno al disputado territorio del Esequibo.
El panorama político
Hasta ahora, no se ha fijado una fecha para las elecciones presidenciales, y el ambiente político está marcado por la ambigüedad en torno a los posibles candidatos.
En las quinielas partidistas, se presupone que Nicolás Maduro buscará un tercer mandato bajo la bandera del chavismo. Sin embargo, las encuestas no le favorecen ya que apenas le otorgan un dígito en intención de voto y las tensiones internas dentro del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) han generado incertidumbre.
En contraste, la dirigente opositora María Corina Machado, quien lidera la preferencia en las primarias opositoras con un abrumador 90% de respaldo popular, enfrenta la inhabilitación por parte del régimen, una situación que añade un elemento de incertidumbre al proceso electoral.
Maduro, Diosdado y las elecciones
La incertidumbre en torno a las elecciones presidenciales se ha visto agravada por las declaraciones contradictorias dentro del chavismo. Maduro, ante insinuaciones de una nueva candidatura, ha preferido la ambigüedad al afirmar que es “prematuro” confirmar su candidatura y que solo un designio divino, y no la voluntad política de Diosdado Cabello (figura prominente del PSUV), trazará su camino a seguir.
Cabello, por su parte, insiste en postular a Maduro como el abanderado chavista para el año en que este movimiento conmemora un cuarto de siglo en el poder.
Las divisiones internas y el desajuste palpable del régimen se evidenció en el referendo del 3 de diciembre sobre el Esequibo, donde los resultados oficialistas se contraponen vehementemente a las cifras declaradas por la oposición. Tales discrepancias exacerban la polarización y siembran dudas sobre la transparencia y la legitimidad de los futuros procesos electorales en el país.
El largo camino hacia las elecciones
La exigencia de una fecha concreta para las elecciones ha sido una constante tanto en el ámbito nacional como internacional. Organizaciones políticas opositoras, como Primero Justicia (PJ) y Voluntad Popular, han instado al Consejo Nacional Electoral (CNE) a anunciar un cronograma electoral que brinde certeza y transparencia al proceso.
En el terreno partidista, Primero Justicia, con voces como la de Ángel Medina, añaden presión al CNE para que anuncie concretamente el cronograma electoral. Subrayan que la falta de definiciones no hace más que inyectar incertidumbre en la población venezolana, al tiempo que instan a seguir el ejemplo de otros órganos comiciales latinoamericanos que han logrado dotar a sus procesos electorales de la transparencia necesaria.
El economista Rodrigo Cabezas, al referirse a las obligaciones constitucionales del CNE, sostiene que el órgano electoral está obligado a organizar las elecciones presidenciales en 2024, según lo establecido en la Constitución. Este llamado a la legalidad resalta la necesidad de mantener la estabilidad democrática en un contexto político convulso.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela ampara estos reclamos en sus artículos 230 y 231, dictaminando no solo la duración del período presidencial sino también la fecha precisa para la toma de posesión del cargo.
Acuerdos de Barbados y la desconfianza internacional
Las dudas sobre la transparencia electoral también se han proyectado a nivel internacional. El senador republicano Marco Rubio ha expresado su escepticismo sobre la capacidad del régimen de Nicolás Maduro para garantizar elecciones libres y justas. Asimismo, Rubio critica la falta de voluntad de la administración Biden para hacer cumplir los acuerdos de Barbados, señalando que el gobierno demócrata busca evitar involucrarse en la problemática venezolana.
Rubio cuestiona abiertamente la posibilidad de que se celebren comicios libres y democráticos bajo el amparo de Maduro, desconfiando igualmente del seguimiento efectivo por parte de la administración Biden.
El Esequibo y las tensiones con Georgetown
Las tensiones territoriales con Guyana por el Esequibo también agregan complejidad al panorama venezolano. El referendo del 3 de diciembre generó controversias, y la falta de consenso en los resultados plantea interrogantes sobre la capacidad del régimen para manejar disputas territoriales mientras enfrenta una crisis interna.
Venezuela se encuentra en una encrucijada crucial. La comunidad internacional observa con atención mientras el país se enfrenta a la difícil tarea de restablecer la estabilidad política y abordar los problemas que afectan a los ciudadanos.
A la espera de que el ente electoral se pronuncie sobre la fecha exacta de las elecciones, la oposición se empeña en consolidar la figura de María Corina Machado como su única candidata, pese a su actual inhabilitación, que se espera sea levantada como parte de los acuerdos de Barbados.