“Cuando estas lejos de tu familia, cada noche al acostarte, haces un recuento silencioso de tus seres queridos: saber que están bien te hace dormir tranquilo. Después de esa noche, del 18 de mayo 2018, nunca más dormí tranquila”, dice Molly De La Sotta, hermana del capitán de Navío Luis Humberto De La Sotta Quiroga, quien fue preso político del régimen venezolano, quien estuvo largo tiempo en los sótanos inmundos de la DGCIM y luego en la cárcel de ese organismo en Fuerte Tiuna. Ella se dedicó a denunciar en todo organismo, funcionario y en cualquier país, lo que sucedía con su hermano como reflejo de lo que ocurre con los presos políticos en Venezuela. Cuenta que el día que lo abrazó en libertad sintió que su lucha valió la pena.
“En este camino, conocí a personas extraordinarias que me ayudaron a levantarme las veces que pensé que no podía más, a veces una palabra de aliento, un “lo estás haciendo bien” basta. Me siento muy afortunada, pues en medio de esta pesadilla conocí la bondad, esa virtud tan difícil de encontrar. Conocer gente realmente buena en medio del inframundo de las violaciones de los DDHH, me hizo volver a creer en el ser humano y me ha hecho mejor persona”, confiesa la hermana de Humberto De La Sotta.
Molly, quien es politóloga, pasó a ser una defensora de los derechos de los presos políticos, incluso reclamándole a Bachelet el incumplimiento de la promesa que hizo a los familiares de militares presos políticos, pues considera que la entonces Alta Comisionada de DDHH de la ONU nada hizo por las víctimas, limitándose a lavarle la cara al régimen. Con cierta amargura dice que lo peor es que esa comisión de la ONU sigue en Venezuela, “haciendo cursos de derechos humanos a los cómplices de los torturadores”.
“Una buena amiga periodista me enseñó a enfrentar mis miedos, ante la TV, la Radio y cuanta red social me encontraba, hasta me aconsejó cómo debía presentarme, el tono de mi denuncia y el contenido principal: me dio las herramientas necesarias para confiar en mí y eso voy a agradecérselo toda la vida, porque mientras muchos me tiraban piedras para que me callara, ella le dio fuerza a mi voz para que se escuchara bien alto”.
En el 2014, Molly de La Sotta y su esposo emigraron a Estados Unidos. “Prácticamente salí huyendo de tanta falta de respeto a la condición humana, a la vida, al trabajo, al estudio, a las leyes en general y todo eso terminó alcanzándome con el caso de mi hermano, Luis Humberto”.
Ella se hace una pregunta que sin saberlo la respondió en su lucha diaria por la defensa de los derechos humanos de su hermano. “¿Cómo superas la decepción que sientes cuando tocas la puerta equivocada de ONGs, organismos Internacionales, políticos y hasta abogados, y descubres que son personas o Instituciones que aprendieron a vivir del negocio de las violaciones de los derechos humanos y no harán nada para que ese negocio se les termine?”
-¿Cómo era su vida hasta ese 18 de mayo 2018 cuando su hermano fue detenido?
-Habíamos logrado la distribución exclusiva para la venta de un producto de reparación de pisos en los Estados Unidos y aprendí a vender por Amazon. Tuve que dejar mi trabajo a un lado luego de la detención arbitraria de Luis Humberto, mis ideas comerciales se acabaron, al igual que otras actividades de venta que tenía. En mi cabeza solo había espacio para encontrar la forma de liberar a Luis. Necesitaba estudiar la situación, determinar a los responsables, analizar los recursos que tenía para defenderlo, un plan, una estrategia. En ese momento, no tenía idea de que me enfrentaría a todo un sistema criminal de persecución y tortura enfocado a destruir esa parte de las Fuerzas Armadas que aún defendía la Constitución.
-¿Cómo fue ese momento en que se entera de la detención y qué sucedió en las horas posteriores?
-Recuerdo claramente ese viernes 18 de mayo: el 20 de mayo eran las elecciones presidenciales. Mi mamá estaba de vacaciones en Valencia (ciudad a dos horas y media de Caracas), porque apenas la semana anterior había pasado el día de la madre con Luis y su familia. Ese fin de semana Luis estaría acuartelado por las elecciones y ella lo acompañó a Turiamo (donde se encuentra la Base Naval “TN Tomás Vega” y la casa vacacional del presidente de la República).
-¿Cómo supo que había sido detenido?
-Ya estaba acostada cuando me llamó mi cuñada para decirme que el familiar de un militar, que trabajaba en Turiamo, le dijo que a Luis lo habían ido a buscar unos hombres armados de la DGCIM (Dirección General de Contrainteligencia Militar) y se lo habían llevado en un helicóptero, pero nadie sabía a dónde. Mi cuñada estaba muy nerviosa pues Luis no había llamado y su celular estaba apagado. Sentí como si el piso se abriera y me llevara a un mundo completamente distinto, un mundo oscuro, lleno de incertidumbre y angustia. Más allá de dónde estaba y quiénes lo tenían, mi gran pregunta era ¿para qué? ¿Quién se tomaba tantas molestias de enviar esa logística para llevárselo? ¿era algo personal o parte de algo más grande? Y la pregunta que me daba vueltas en la cabeza, ¿qué podía hacer yo para proteger a Luis, a su familia? ¿Soportaría mi mamá tanto dolor?
-¿Qué hizo entonces?
-Decidí buscar por internet la palabra clave: DGCIM, y un escalofrío comenzó a invadirme; mientras más leía, más miedo sentía. Pasé toda la noche buscando información por las redes; llamé a mi cuñada en la madrugada y le pedí que se fuera de la casa con los niños, porque probablemente irían por ellos. Y así fue, salieron en la madrugada y nunca pudieron regresar.
-¿Alguna vez se imaginó que se convertiría en defensora de derechos humanos de presos políticos?
-Nunca imaginé que me tocaría transformar el mundo etéreo de la defensa de los Derechos humanos en mi realidad y la de mi familia. Le enseñé a mis hijos que nuestros derechos terminan donde comienzan los de los demás. Si hiciéramos una encuesta, entre profesionales diversos, y preguntáramos: ¿la libertad de expresión y el voto son derechos fundamentales o derechos humanos? Tal vez algunos dirían rápidamente, son derechos fundamentales consagrados en nuestra Constitución. Lo cierto es que la libertad de expresión es un derecho humano fundamental porque así lo establece el Art. 19 de la carta Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, y la diferencia entre uno y otro, es que los derechos fundamentales se defienden dentro del país donde vives según sus leyes y normas, y los derechos Humanos se defienden en el ámbito Internacional. Yo ignoraba la diferencia y mucho menos dónde debía librar la batalla por la libertad de mi hermano.
-Se vio obligada a aprenderlo.
-Lo que sucede es que, para mí, como la mayoría del ciudadano común, el mundo de la defensa de los Derechos Humanos era algo etéreo, sabes que existe pero no sabes dónde. Así que traté de entenderlo e hice cursos en línea sobre el Sistema Universal de los DDHH y las Instancias que los protegen. Cuando hice mi primera llamada a la Oficina de la Alta Comisionada Michelle Bachelet, quien asumió el cargo en septiembre del 2018, hablé con una funcionaria para exponer el caso de mi hermano. Después de dos horas de interrogatorio, la funcionaria sin ningún disimulo me dijo: “Le recomiendo que se busque un abogado de Derechos Humanos, le puedo recomendar uno en Estados Unidos”.
-¿Qué?
-Si, ahí comencé a entender por qué me había costado tanto saber dónde estaban. Sin embargo seguí insistiendo con la ONU y encontré a un Oficial que estaba comprometido con la situación de Venezuela, por ello debo hacer un reconocimiento a Carlos De La Torre, quien fue parte de la primera Comisión de Bachelet en el 2019 y luego fue expulsado de Venezuela, supongo que por hacer su trabajo; fue quien me orientó sobre la página de la ONU, los recursos que tenía, como la Carta al Relator contra la Tortura, y me apoyó como Organización (FPPM) a orientarme en como debía iniciar el procedimiento ante el Grupo de Trabajo de detenciones arbitrarias de la ONU.
-¿Durante estos 5 años y 4 meses, cuándo sintió que era inútil la lucha que libraba por la libertad de su hermano Luis Humberto?
-Esta lucha es muy dura, porque es desigual. Mientras los criminales tienen dinero y tiempo para perseguir y torturar, tú estás en el día a día, viendo cómo resuelves el mantenimiento de tu familiar prisionero, hacerle llegar comida, medicinas, ropa, colchón, porque a los presos políticos no les dan ni agua. Hay que enviarle libros, cartas que previamente leerán los esbirros, o cualquier cosa para que se entretenga y no se vuelva loco, encerrado en esas celdas inmundas. En nuestro caso, también tuvimos que trasladar a mi mamá desde Maracaibo a Caracas, para que pudiera ver a Luis, y eso conllevó una logística completa. Al mismo tiempo tienes que ocuparte de administrar tu tiempo para trabajar, atender a tu esposo, hijos y dar la batalla en redes sociales, prensa, TV, reuniones, etc. Por otro lado, debes luchar en contra de tu propio miedo.
-¿Cómo es eso?
-Porque te infunden la idea de que tus denuncias le pueden costar la vida a tu familiar. Los custodios, el Director de Investigaciones e incluso un juez le dijeron a mi hermano que yo dejara de denunciar y eso solo indicaba que estaba haciendo lo correcto. Cada vez que mi madre regresaba, de una visita, evento o reunión, me preguntaba adolorida “¿hijita…hasta cuándo?”. Me dolía no tener respuesta, pero su dolor se convirtió en el mío y lo transformé en energía para luchar cada uno de los más de 1900 días que Luis estuvo preso. Hay una frase hermosa que dice: “la Fe no hace las cosas más fáciles, hace las cosas posibles”. Mi madre hoy tiene 86 años y le toco librar la batalla más dura; ella es un ejemplo de que el amor incondicional existe y lo resiste todo.
-¿Cuál es la lucha más difícil?
-La que libras buscando justicia, cuando al fin alcanzas a tocar la puerta que creías correcta, pero resulta que esa puerta era imaginaria. ¿Cómo superas la decepción que sientes cuando tocas la puerta equivocada de ONGs, organismos Internacionales, políticos y hasta abogados, y descubres que son personas o Instituciones que aprendieron a vivir del negocio de las violaciones de los derechos humanos y no harán nada para que ese negocio se les termine? Es como estudiar para un examen, y te raspan porque no le pagaste al profesor. Entonces la decepción se convierte en frustración y eso sí puede llevar a rendirte y quedarte con la idea de que todos son iguales y que tu lucha no vale la pena porque el único doliente eres tú, y tu familiar preso, desaparecido o muerto. Y ese es el error, como todo en la vida, aprende y sigue. El encontrar puertas falsas no significa que no existan las puertas correctas. Cuando te equivocas, aprecias mejor el panorama e identificas, a quienes comparten los mismos valores, y practican la defensa de los derechos humanos, creen en la democracia, la libertad y la justicia y te harán sentir que no estás solo.
-¿Qué la llevó a crear la ong Familiares de Presos Políticos Militares?
-Mi primera reunión internacional, fue con el Secretario General de la OEA, doctor Luis Almagro, en julio 2018, cuando viajé a Washington para denunciar el caso de mi hermano. Me aconsejó que visibilizara el caso de Luis, pero lo más importante era que me organizara para canalizar esas denuncias ante los Organismos Internacionales, para que lograra ser escuchada, pues el caso de mi hermano no era aislado. Publicar el tweet de mi denuncia junto al Secretario General, fue muy difícil, pero seguí su consejo y fue lo mejor que hice.
-Usted pasó de ser una desconocida en el tema de los derechos humanos a ser una referencia: aparecía en ruedas de prensa, en programas de televisión, radio, redes sociales, periódicos y portales de noticias, en reuniones con miembros de la ONU, de la OEA, llegaba a lugares donde se reunía la oposición con el Gobierno venezolano en México. ¿De dónde sacó tanta fortaleza?
-De la confianza de que estaba haciendo lo correcto, por la causa correcta. Mi esposo ha sido un gran apoyo, ha estado conmigo incondicionalmente todos estos años apoyando mi lucha, siempre me dice lo orgulloso que está de mí y esto ha permitido que siga adelante. Al inicio, yo buscaba intermediarios para que hablaran por mí, el desconocimiento y la incertidumbre llegan a hacerte dudar sobre tu capacidad de enfrentar una entrevista. Acudí a un personaje en Miami que se manejaba bien en los medios, para que me apoyara en una entrevista con Jaime Bayly o Fernando del Rincón, para denunciar que mi hermano estaba siendo torturado y me dijo que yo no estaba preparada para una entrevista con esos personajes, y prácticamente con nadie de la TV. Entonces me pregunté ¿qué necesitaba yo para hablar en TV o en cualquier parte? Pues mi voz y mi verdad y para eso no necesito tener preparación, era la vida de mi hermano y necesitaba protegerlo. Tiempo después conseguí que Jaime Bayly y también Fernando del Rincón me entrevistaran. Defendiendo mi verdad he llegado a enfrentarme con la mismísima Bachelet a quien le reclamé el incumplimiento de la promesa hecha a los familiares de militares de protegerlos y liberarlos.
-¿Eso ocurrió dónde?
-En una reunión en Caracas, casi llorando, nos dijo que entendía nuestra situación porque su padre había muerto en custodia de la dictadura de Pinochet; ella nunca hizo nada por las víctimas, más que lavarle la cara al Régimen. Lo peor es que esa Comisión aún sigue en Venezuela, haciendo cursos de derechos humanos a los cómplices de los torturadores. Cada año pasa un informe al Consejo de Derechos Humanos más complaciente que el anterior.
-¿Alguna vez dudó que su hermano saliera en libertad?
-Si, claro. Dudé de que saliera en libertad, incluso que saliera vivo. En la época de la pandemia, lo aislaron casi 5 meses. Durante ese año mi mamá solo lo vio 9 veces. En julio del 2020, llamó a mi mamá para decirle que le llevara urgentes medicinas para el Covid19. Solicitamos ante el Ministerio Público que un Fiscal ingresara a la DGCIM y así fue nombrado Dusay Dueñas, quien le respondió a mi mamá que había llamado a la DGCIM y le habían confirmado que había Covid y por lo tanto no podía entrar. Lo peor es que denuncié y la ONG Foro Penal trató de desmentirme diciendo que no podían negar o afirmar el hecho, y esa fue la noticia que prevaleció. Imagínate como nos sentimos todos los que teníamos familiares enfermos en esos sótanos inmundos. Sin embargo, logré el apoyo de varios periodistas. En marzo del 2021, a Luis lo trasladaron de urgencia a una clínica privada porque estaba orinando sangre; aprovechamos para mandarle a hacer la prueba de serología que indica si tuviste Covid19 y salió positiva. Él cuenta, ahora que pudimos conversar, que cuando le dieron los síntomas los llevaron a otra área donde los aislaron y no les daban medicinas y los afortunados que tenían familiares que les llevaran la medicina, se automedicaban. No tuvieron atención médica y se vio muy mal. Sin embargo, ese año, la Alta Comisionada Bachelet felicitó la manera como los Organismos de Inteligencia aplicaron el protocolo del Covid19.
-¿Puede contarnos un testimonio del hecho que más le ha impactado positiva y negativamente durante esta lucha por la libertad de su hermano?
-Cuando ingreso la Comisión de la Alta Comisionada a la DGCIM, entrevistó a mi hermano, quien denunció las torturas y el maltrato recibido durante su contagio del Covid19. Lo entrevistaron en la Oficina del Director de Investigaciones Penales Criminalísticas; en ese momento estaba el General Carlos Terán Hurtado. No cuidaron la confiabilidad y todo estaba siendo grabado; como represalia, lo mantuvieron en la celda con la luz prendida día y noche y pocos días después del informe de la Misión de Determinación de los Hechos, donde Luis fue presentado como el caso #13 ante el Consejo de Derechos Humanos, lo metieron en la celda de tortura llamada por ellos el Ataúd Vertical, un lugar nauseabundo, oscuro, donde solo puedes mantenerte de pie y que por lo general te meten 24 horas. Gracias a que unas personas que de la DGCIM fueron trasladadas al Tribunal, obtuve la información; imagínese la angustia y desesperación de pensar que mi hermano estaba metido en ese lugar. Pensé que no resistiría porque es hipertenso, y comencé a denunciar y exigir fe de vida. Lo dejaron 12 horas y no 24. Y el General Terán Hurtado le dijo que llamara a su familia y dejáramos de denunciar porque él estaba bien. Si bien es cierto que mi hermano sufrió represalias por las denuncias en la ONU, también es cierto que las denuncias lo salvaron.
-¿Qué pasa con esas oficinas?
-El protocolo de estas oficinas me decepciono. Me dijeron que denunciara en el Comité de Represalias y debía llenar una larga planilla y enviarla antes de abril del año siguiente. Esto se publicaría dentro de un año. en septiembre del 2021, en el informe del Secretario General de la ONU donde se pediría protección para mi hermano, es decir, torturaron a Luis por ser testigo de la ONU y debíamos esperar un año para que ellos pidieran protección. Igual hice el procedimiento, en todos estos años no ha habido planilla que no llene. Sin embargo, este evento, sirvió para que sacaran a Luis del sótano infrahumano y lo trasladara a DGCIM Fuerte Tiuna, donde lo esperaba una celda sucia, con ratas y zancudos pero con una ventana donde, después de 2 años y medio, pudo ver la luna y las estrellas.
-Aunque la libertad de su hermano no fue una concesión del régimen venezolano, sino el cumplimiento de una condena, ¿qué le dice usted a todos esos miles de familiares y amigos que tienen a su ser querido aun tras las rejas por causas políticas?
-Denuncien, solos o en grupo, saquen un video y de manera respetuosa exijan el cumplimiento de sus derechos, ellos solos los tienen a ustedes, el mejor defensor de derechos humanos de su familiar es usted, padre, madre hermana, hermano, esposa, esposo, hijo, hija. Denuncien por las redes, con nombres y apellidos, al custodio, al Juez, al fiscal, a todos los cómplices de crímenes de lesa humanidad, recuerden que si las victimas hubiésemos hecho silencio, hoy Venezuela no estaría siendo investigada por crímenes de lesa humanidad y la detención arbitraria y la tortura son unos de los 4 delitos investigados. Pero lo más importante es que denuncien ante el Ministerio Publico, en la oficina de la atención a la víctima, pidan un fiscal y guarden esa copia, igual en la Defensoría del Pueblo, y en el Tribunal que les toque. Registren todo en un papel desde el primer día, hagan una cronología. No necesitan un abogado para ir a estos organismos. Después de denunciar a nivel nacional, háganlo a nivel internacional, muchos de los formatos en los organismos internacionales los consiguen en internet, saque las fotos de esos documentos y envíelos al link de la Corte Penal Internacional, a la Oficina de la ONU, a Amnistía Internacional, a la OEA. Demuéstrele a su familiar que no está solo; lo peor no es la prisión, sino sentir que han sido olvidados y que pierdan la esperanza. Mientras usted alce su voz y toque las puertas correctas, la fuerza de la verdad caerá por su propio peso.
-¿Cómo fue esa última vez que vio a su hermano en la DGCIM?
-Confieso que mi mayor temor, siempre, fue que alguno de los dos no resistiera y llevarme la imagen de esa última vez que lo vi, en aquellos primeros días de enero 2019, en el área de visita llamada la Pecera en el sótano de la DGCIM; estaba demacrado, con la cabeza rapada, que le hacían ver más grandes los ojos desesperados, vestía una braga verde inmunda. Le revisé las manos y sentí las cicatrices en sus muñecas, sentí su desesperanza y angustia. Entonces lo abracé y sentí su cuerpo delgado. Le pregunté qué estaba pasando y me contó, en voz baja, que 110 personas estaban hacinadas en un sótano, con un solo baño y una sola ducha, evacuando en bolsas plásticas y con luz prendida día y noche, durmiendo en el piso. Tenía meses así, sin ver la luz del sol, sin salir al patio, ni respirar aire natural. Para ese momento el Director de Investigaciones era el torturador Hannover Esteban Guerrero Mijares. Le pregunte2: ¿quieres que haga silencio, o que cuente la verdad de lo que pasa en este sótano? Y él me miro con esperanza al preguntarme ¿estarías dispuesta? Y le dije: por supuesto que sí, aunque sabes que ya no podré regresar a verte; hicimos un pacto que duró casi 5 años.
-¿Y el reencuentro?
-Mi hermano salió del infierno el 29 de septiembre del 2023. No pude verlo enseguida por razones obvias. Me tocó reencontrarme con él semanas después, casualmente el día del cumpleaños de mi esposo; por última vez le estaba haciendo una concesión de su tiempo conmigo a mi hermano. Me dijo que verme feliz, era su mejor regalo, y con el corazón estrujado me llevó al aeropuerto. Horas más tarde, un hombre alto, erguido, y canoso, estaba sonriendo mientras me bajaba del taxi, y así, en cámara lenta, mi hermano me dio el abrazo más cálido que he sentido en mi vida, entonces, sentí que todo valió la pena. Mi hermano estaba vivo, y sonriendo para mí.
-¿Se acabó su lucha en defensa de los derechos humanos y contra la tortura?
-Se acabará cuando haya justicia y reparación por los delitos que se cometieron en contra de mi hermano.