El régimen de Venezuela comenzó este lunes a extraer desechos impregnados de petróleo de las orillas del Lago de Maracaibo, el más grande del país, en el marco del plan de saneamiento de este estuario, afectado por la proliferación de una bacteria llamada verdín, la confluencia de desechos y numerosas filtraciones de hidrocarburos.
A través de X (antes Twitter), el Ministerio de Ecosocialismo (Ambiente) informó del inicio de una “recolección de desechos petrolizados” en el municipio San Francisco, estado Zulia (fronterizo con Colombia).
El objetivo, además de limpiar la playa, es trasladar estos residuos sólidos -algunos de ellos de origen vegetal y otros expulsados por el lago- a “un centro de manejo especial” del que el Ejecutivo no ha ofrecido mayores detalles.
“Estos trabajos son el resultado de la alianza entre el Gobierno, la empresa privada” y organizaciones ciudadanas, agregó la cartera de Estado en la red social, donde compartió imágenes de la jornada de limpieza, en la que participaron decenas de personas y se utilizaron camiones y excavadoras.
Desde julio, cuando el régimen chavista puso en marcha el plan de saneamiento, con el que espera endurecer la fiscalización de las industrias asentadas en el lago, ha desplegado a cientos de personas para atender esta situación, incluidos trabajadores de la estatal Petróleos de Venezuela, la principal empresa que opera en el lugar.
Además de trabajadores públicos, también voluntarios y organizaciones de pescadores han extraído decenas de toneladas de desechos del estuario, mientras que Pdvsa avanza en la sustitución de las tuberías que pasan por dentro del lago para “minimizar” los derrames de crudo.
Pérdida total
José Luzardo, de 48 años, de los cuales pasó los últimos 35 dedicado al procesamiento de pescados en las orillas del lago, dijo a EFE que, aunque lleva años lidiando con la contaminación en estas aguas, nunca había observado el espesor y mal olor actual, lo que ha ocasionado prácticamente una “pérdida total” en su negocio.
“No podemos salir a pescar porque las orillas y las riberas del lago están contaminadas completamente (...) la producción bajó a un 5 %”, afirma el hombre que está más preocupado por quienes buscan peces en la orilla, una modalidad que desapareció en las últimas semanas, cuando algunos pescadores perdieron sus redes entre el petróleo y el verdín.
Recuperar esos materiales de trabajo, explica, cuesta entre 2.000 y 3.000 dólares, un monto inaccesible para la mayoría de la población de Venezuela que, según estimaciones académicas, tiene ingresos mensuales por debajo de los 100 dólares.
En un tono similar, Yenifer Navas señala que pasó de procesar unas 15 cajas de cangrejos, camarones y peces a menos de media caja al día, de lo que, estima, se pierde entre el 80 % y el 90 % debido a la contaminación.
“Son pérdidas totales (...) eso hay que botarlo porque eso no se puede comer, está contaminado y es dañino para la salud”, sostiene la mujer de 51 años.
Problemas de salud
Los lugareños insisten en que la situación del lago está causando males como vómitos, diarrea, dolor de cabeza y erupciones en la piel, las que no dudan en mostrar ante las cámaras para pedir, de manera urgente, que las autoridades atiendan sus reclamos.
“Aquí hay gente que está muy mal, los niños se nos están enfermando. ¿Por culpa de quién? De (la estatal petrolera) Pdvsa, por negligencia de los gerentes hay derrames”, indica Luzardo, tras mencionar casos de varias personas que han presentado malestares en los últimos días.
Navas, por su parte, dice que cuando “hay mucho viento” camina hacia arriba o se va a casa de una vecina “porque en las orillas no se puede estar”, pues la fetidez se intensifica.
“Es un estado de emergencia”, reitera.
(Con información de EFE)