La Justicia de Venezuela ha sobreseído la causa de 30 de los 33 hombres que fueron detenidos en julio en un local LGBTI en Valencia, estado Carabobo, acusados de “ultraje al pudor, agavillamiento y contaminación sónica”, y excarcelados días después bajo “régimen de presentación”, aseguró este miércoles el Observatorio de Violencia LGBTIQ+.
“Finalmente, los 30 tienen su boleta de sobreseimiento. Eso ha sido gracias a la presión que se ha ejercido”, dijo Yendri Velásquez, miembro del observatorio, en su cuenta de Twitter.
El activista señaló que “aún faltan tres (personas) por lograr la libertad plena”, identificados como el dueño y empleados del local, a quienes se les investiga, según la Fiscalía General, por “tener un lugar sin condiciones para ser, comercialmente hablando, un espá en una zona residencial y en los términos de insalubridad”.
Asimismo, Velásquez exigió la apertura de “investigaciones a funcionarios” que tuvieron participación en este proceso.
En este sentido, el observatorio pidió a la Defensoría del Pueblo y al Ministerio Público (MP, Fiscalía) garantizar “los derechos de todos”.
Activistas LGBTI protestaron en Caracas y otras localidades contra el proceso de “criminalización” que -aseguran- existe hacia este colectivo, que reclama justicia para los 33 hombres, lo que incluye investigar a los agentes que ejecutaron el procedimiento.
El pasado 7 de agosto, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) expresó su preocupación ante “las acciones arbitrarias” y “los abusos de autoridad cometidos por agentes de seguridad de Venezuela” contra personas LGBTI, por lo que urgió al país a “abstenerse de criminalizar” a este colectivo.
Odio injustificado
En Venezuela, a un homosexual no le permiten donar sangre, una persona trans está obligada a identificarse legalmente con un nombre que no la representa y parejas del mismo sexo no tienen derecho a casarse, entre otras prohibiciones.
Pese a este contexto, Julio Nuño, líder la comunidad gay en el país brasileño, expresa abiertamente su orientación desde los 16 años, por lo que ha vivido con la obligación de “tener que estar escondiendo, tener que estar disimulando, tener que estar alerta”.
Aseguró que ser homosexual le ha costado agresiones verbales, físicas, discriminación e incluso un episodio de violencia sexual cuando era más joven y que decidió no denunciar porque -precisó- los victimarios eran policías, y porque no se sentía protegido, ni antes ni ahora, por la ley.
“Ódiame por algo que se justifique, porque soy un ciudadano irresponsable, porque soy mala persona, porque soy cruel, porque soy deshonesto, porque soy falto de integridad. Ódiame por eso, ¿pero me vas a odiar porque decido, ni siquiera querer a un hombre, estar sexualmente con un hombre? ¿Me vas a odiar por eso?”, sostuvo.
Violencia naturalizada
Aunque Aisak Ovalles -activista de derechos humanos, artista escénico y drag queen- se define como “una persona afortunada” por no tener experiencias “tan graves” de discriminación, asegura que ha vivido hechos de violencia que él mismo ha “naturalizado” por “prejuicios”, “machismo” y la “crianza”.
Recuerda un episodio en 2019, cuando él y otros compañeros de su grupo de teatro fueron detenidos por usar para una obra uniformes policiales sin los permisos requeridos, un hecho que -admitió- representa un delito, pero que derivó en que fueran víctimas de violencia por su orientación sexual.
Ovalles contó a EFE que “nunca”, como en esa ocasión, había sentido “tanto odio” hacia él, y que este provenía de los policías que los detuvieron e insultaron a todos los gais que trabajaban en este montaje, en el que muchos usaban maquillaje y tacones.
“En la calle, yo no he sentido tanto odio (...) A veces uno se expone. Yo grabo en la plaza o hago actividades y agarro taxi tarde y, de cierta manera, uno se expone, pero yo nunca he sentido ese odio como lo sentí dentro de ese calabozo”, relató.
Esta y otras experiencias le han permitido adoptar mecanismos de protección, como “estar siempre acompañado” o ser precavido con los sitios que visita, medidas que -aseguró- toman todos los venezolanos, pero que con más frecuencia deben asumir grupos vulnerables.
“Cuando te trasvistes o cuando eres una persona trans o eres lesbiana o tienes una expresión de género un poco disidente y diversa, la vulneración es más grande”, afirmó.
Este activista recordó que hechos como la detención de “los 33″ recuerdan que hoy “el miedo al Estado es mayor, porque es el que te va a decir: ‘mira, no, no puedes, no puedes existir o si vas a existir tienes que ocultarte’”.
(Con información de EFE)
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