La escena sorprendió. Nicolás Maduro estaba sentado en la primera fila del salón de actos del Palacio presidencial de Ankara. A su lado estaba su esposa, Cilia Flores. Ya había pasado Erdogan a saludarlos, a ellos y a todos los que estaban en esa hilera frente al escenario para la ceremonia de asunción del mandatario tuco.
Y justo antes de finalizar el acto comenzó el rito religioso. En el estrado todos se pusieron de pie. En la audiencia -nutrida por más de 80 líderes del mundo, entre ellos el secretario general de la OTAN- algunos permanecieron sentados mientras la cámara oficial recorría la primera fila divisando quiénes cumplían el rito. Entre ellos estaban el dictador chavista y su esposa.
Maduro y Flores tenían colocados los auriculares de la traducción simultánea, ambos seguían la oración y tenían las manos apoyadas sobre el regazo con las palmas hacia arriba, como el resto de los religiosos musulmanes -incluido Erdogan- que rezaban siguiendo la guía de Ali Erbaş, el erudito musulmán turco y Ministro de Asuntos Religiosos del país.
Que se plegaran a la oración musulmana fue inesperado, sin embargo, el dictador chavista tiene un amplio historial de cambios religiosos a lo largo de su vida: en su juventud, Maduro se autodefinió como ateo, más tarde adoptó creencias orientales como el culto a Sai Baba, pero posteriormente se proclamó al país como cristiano.
En 2018, incluso, amagó con convertirse al islám. El entonces canciller turco, Mevlüt Çavuşoğlu, reveló una conversación privada con el venezolano sobre la fascinación que le despertó al chavista la serie de televisión turca “Resurrección de los muertos: Ertuğrul”, que narra la vida de Ertuğrul, el padre de Osmán primero, quien fundó el Imperio Otomano. “Maduro se puso de pie y dijo que esta serie enseña el verdadero Islam, y gracias a esa serie, quizás algún día él también acepte convertirse al Islam”, contó… ¿Se habrá finalmente convertido o su actitud en la ceremonia de Erdogan fue una especie de cortesía?
Invitado de honor
El dictador venezolano no solo estuvo sentado en la primera fila de la ceremonia de toma de posesión del mandatario turco, que lleva 20 años en el poder y renovó mandato el domingo pasado hasta 2028, sino que además se sentó a su izquierda en la cena de gala que ofreció anoche para agasajar a los presentes.
Ubicado a la izquierda del tuco, conversó animadamente y siguió -gracias a los oficios de un traductor- las declaraciones de Erdogan.
Tras la cena de gala, Erdogan anunció la composición de su nuevo gabinete, en el que destaca la presencia del economista ortodoxo Mehmet Simsek en el cargo de ministro de Finanzas.
El nombre de Simsek, que ya ocupó el cargo entre 2009 y 2015, fue objeto de numerosas especulaciones en los días pasados, ya que la prensa turca considera que su regreso a un puesto de poder puede anunciar una vuelta hacia políticas más ortodoxas.
Simsek tendrá por delante la ingente tarea de sanear la vapuleada economía turca y estabilizar la lira, que ha perdido un 20 % de su valor en un año, y un 85 % desde que el economista dejó el cargo.
Para ello debe frenar el actual ciclo de consumo e inflación, algo que normalmente se haría subiendo drásticamente los tipos de interés, pero es una medida que Erdogan ha condenado reiteradamente en los últimos años.
Otro cambio llamativo es el nombramiento de Hakan Fidan, desde 2015 jefe de los servicios secretos de Turquía, como ministro de Exteriores, reemplazando a Mevlüt Çavusoglu que lleva en el cargo desde aquel mismo año.
A Fidan se le considera más orientado hacia Rusia y Asia que a Europa y en los últimos meses ha viajado reiteradamente a Moscú para negociar la reconciliación con el Gobierno de Siria.
La única mujer del gabinete será la ministra de Familia y Trabajo, Mahinur Özdemir, nacida en Bélgica, que entre 2009 y 2018 fue miembro del Parlamento regional de Bruselas y la primera mujer en este órgano belga con velo islamista.
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