Un sutil juego de ajedrez se desarrolla en los pasillos internos de la dictadura venezolana. Tan sutil es que algunos aún parecen no haberse enterado. Quien mueve peones, torres y alfiles del tablero es nada menos que Delcy Rodríguez, la vicepresidenta del régimen conducido por Nicolás Maduro. La poderosa abogada y diplomática sueña con sucederlo. No sólo ella fantasea ese futuro: también su hermano, Jorge Rodríguez, el negociador ante el mundo, su embajador personal, lo imagina.
El lunes 6 de marzo se vio por última vez a un todopoderoso venezolano. Tareck El Aissami era el capo absoluto del petróleo en Venezuela. PDVSA, la empresa estatal, era uno de sus hogares. Desde allí dirigía todos los negociados que continuaron contribuyendo con su super riqueza. Pero en enero Maduro decretó el primer golpe: lo sacó de la petrolera. En marzo, el segundo: ya no fue más el Ministro del Petróleo. La degradación de El Aissami concluyó también con su vida pública.
Ese día de marzo fue el último que se lo vio a El Aissami. Desde entonces permanece incomunicado. Nadie -o muy pocos- sabe donde está. Creen que está detenido en Fuerte Tiuna, el más importante complejo militar de Caracas. Junto a él fueron apresados todos sus colaboradores de la empresa estatal. Fue bajo el argumento de una amazónica investigación de fraude contra el Estado. Una cruzada “contra la corrupción”, en clave interna chavista. Algunos de los investigados murieron ya en extrañas circunstancias, como Leoner Azuaje y Juan Almeida, alias “N33″, el hacker de El Aissami. Las sospechas de una purga acompañada de torturas crecen.
En el lugar de quien supo ser el principal nexo con el grupo terrorista Hezbollah, Maduro nombró a un funcionario que responde absolutamente a Delcy Rodríguez. El 9 de enero de 2023, según el decreto 4.765 Rafael Tellechea Ruiz fue ungido como presidente de la empresa estatal que durante años estuvo bajo el comando de El Aissami. El 21 de marzo de 2023, el dictador firmó otro decreto -el 4.789- para nombrarlo Ministro del Petróleo. “Ganaron los Rodríguez”, repetían en Caracas. Y agregaban: “Festejan, además, por el futuro”.
Las simpatías de Tellechea suelen ser sinuosas. Hasta febrero pasado juró trabajar codo a codo con el defenestrado El Aissami. Posó ante las cámaras junto a él, le recordó ser su “hermano de la vida” y le prometió: “No defraudaré la confianza depositada, cuente con mi lealtad y afecto”. Días después lo estaba reemplazando full time. Detalles al servicio de la revolución: nadie sabe si ya visitó a su “hermano de la vida” en Fuerte Tiuna o si intercedió por él ante la fiscalía. Su agenda debe estar demasiado apretada.
Ahora, Tellechea es el encargado de proteger a aquellos empresarios vinculados con el petróleo que tienen negociados con PDVSA. Es la orden que derrama desde la Vicepresidencia y que el ingeniero mecánico cumple al pie de la letra. El cumplidor ministro parece ser, sobre todo, un gran diplomático: en sus redes corteja a Delcy y Maduro casi por igual. Si hasta se inmola públicamente -en nombre de la revolución- al anunciar que participará en la distribución de las polémicas cajas CLAP, aquellas por las que está preso en Miami Alex Saab. Un todoterreno, Tellechea.
Con él, Delcy además puede dormir tranquila y borrar algunas huellas indeseables que dejó de su paso por PDVSA, como cuando formando parte del directorio aprobó la reestructuración de la deuda de CITGO en junio de 2017. Su firma quedó estampada pero nunca fue citada por la justicia. Un dolor de cabeza que se le pasó al Fiscal General, Tarek William Saab -el poeta- en su cruzada anticorrupción.
En Caracas leen este renovado poder de Delcy Rodríguez como una confirmación de sus aspiraciones futuras. La vicepresidenta del régimen anhela ser la heredera de Maduro y para ello está abocado su hermano, el principal negociador del Palacio de Miraflores ante la comunidad internacional. Algunos en Europa consideran a la mujer como una carta confiable para iniciar una transición que podría ofrecerse a la oposición venezolana para tratar de destrabar unos acuerdos empantanados y sin proyección de salida.
Además de las buenas artes de su hermano Jorge Rodríguez en el plano internacional, la expectativa está puesta en Delcy por su amplia experiencia dentro del chavismo lo cual le facilitaría la compleja y ¿peligrosa? sucesión interna, tal como lo marcan los últimos meses en PDVSA. La experiencia ganada en los últimos 17 años le permite diagramar a la abogada un futuro aún más grande del que tiene en la actualidad. Y conoce -fundamental de acuerdo a las fuentes consultadas por Infobae- a los principales actores dentro del régimen: militares, jueces, empresarios y políticos.
Ocupó todo tipo de cargos: estuvo en diversas oficinas públicas hasta trabajar junto a Hugo Chávez en 2006 como ministra de Despacho de la Presidencia, fue asambleísta, luego ministra de Comunicación e Información, más tarde como Canciller, presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente, secretaria General del Movimiento Somos Venezuela, hasta sus actuales cargos al frente de la Economía -que dice mostrar leves signos de recuperación- y Vicepresidenta.
Los movimientos dentro de PDVSA -la principal joya del chavismo- le garantizan no sólo un gran poder interno a Delcy Rodríguez sino también una inmensa oportunidad internacional. Si finalmente algunas sanciones económicas que pesan sobre la firma estatal pudieran levantarse -dentro del marco de las negociaciones de México-, la menor del clan no sólo controlaría la más grande caja económica para hacer política a su antojo sino que se posicionaría internacionalmente como la garante de la estabilidad tras la caída de Maduro.
Con eso sueña. No sólo ella, sino también varios dentro del chavismo.
Twitter: @TotiPI
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