Las estrategias con las que Nicolás Maduro pretende demostrar que es un gobernante popular

El presidente venezolano expone una imagen de seguridad en la frontera. Tanto él como sus equipos de propaganda se encargaron de difundir a través de videos en las redes sociales

Nicolás Maduro en su estrategia de mostrarse popular y desenfadado en la frontera

Minerva Lobo de Rojas es una mujer trabajadora y sencilla, que se levanta de madrugada para atender su negocio Río de Aguas Viva, que a mediados de febrero 2023 obtuvo la mejor venta en su negocio de pasteles y masato. Ella no lo sabía, pero ese día, cuando llegaron temprano a decirle que le comprarían toda la mercancía para un equipo de fútbol que venía de Colombia, arrancaba una parte de la estrategia de Nicolás Maduro para vender una imagen de popularidad y seguridad en la frontera, que él y los equipos de propaganda se encargaron de difundir a través de videos en las redes sociales con mensajes como “qué bonito es recibir el amor del pueblo”.

Maduro y Cilia Flores llegaron acompañados por numerosas personas, a las que llevaban en autobuses del Gobierno, que son los que lo rodean y aplauden. Algunos vecinos de la comunidad se acercaron hasta el sector Agua Blanca que pertenece a Capacho Viejo, municipio Libertad, a unos tres minutos en carro del casco central del municipio; en la vía principal que comunica a Capacho con San Antonio del Táchira, se encuentran los quioscos, que han resurgido después de la pandemia y desde que reabrieron la frontera y se intensificó el paso de vehículos y personas.

“No es mucha gente la que para a comer en esas ventas de comida. De por sí yo iba hacia Cúcuta por lo que pasé como media hora antes que llegará Maduro y los únicos que estaban estacionados eran tres carros del Gobierno sin placas”, le dice a Infobae un joven del pueblo.

Un periodista destacó que “yo estaba frente a la alcaldía cuando subió la caravana de unas 20 camionetas Toyota además de más de 20 vehículos de seguridad; no permitían adelantar a ningún otro vehículo en la vía. No se sabía que Maduro venía ni que pasaría por Capacho; se había dicho que a la frontera iba Delcy Rodríguez, no Maduro”.

En las carreteras de los andes venezolanos es muy común las ventas de pasteles de harina o de yuca, así como empanadas rellenas de diversas carnes, queso, jamón e incluso dulce de guayaba (arasá), papa rellena, morcillas (embutido a base de relleno de sangre y arroz o cerdo); siempre se acompaña de café, avena, jugos de frutas o bebida típica como el masato, hecho con arroz. Uno de esos locales es el de Minerva, quien además es una simpatizante del chavismo, como lo manifestó en conversación con Infobae.

El negocio de la familia Rojas Lobo en la vía Capacho a San Antonio de Tachira

La visita de Maduro a la frontera fue un secreto bien guardado, por lo que causó mucha sorpresa cuando se supo de la misma al ser difundida posteriormente; antes de eso, ni siquiera dirigentes del partido de gobierno sabían de su presencia en la frontera. Quizá no es casual que Capacho sea una zona donde el ELN se ha asentado y se erigen como autoridad, como ocurrió hace dos años cuando una monja tuvo que enfrentarlos.

Desde hace años el Táchira se identificó como una región particularmente en resistencia. Cuando la dirigente de oposición Laidy Gómez ganó, en el 2017, la Gobernación del Táchira, Maduro le inventó un cargo a Freddy Bernal como “protector” para que usurpara las funciones de la mandataria regional, pero además le dio poder con las tenebrosas Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), que armados hicieron estragos entre la población. Bernal aparece en Táchira fuertemente armado y siempre rodeado con hombres amenazantes que portaban armas largas, incluso en las ruedas de prensa.

Jóvenes asesinados

Freddy Bernal apareció en Tachica armado y siempre rodeado con hombres portando armas largas

Zonas donde hacía vida temerarios grupos paramilitares colombianos fueron tomadas, a fuego y sangre, por la guerrilla Ejército de Liberación Nacional (ELN), quien se ha extendido, incluso por las aldeas agrícolas, donde han sometido fácilmente, y con ayuda de funcionarios militares y policiales, a la población.

Adicionalmente el “protectorado” decidía lo relacionado al combustible, alimentos, incluso, con la excusa de la Operación Manos de Papel, allanaron empresas de vehículos, cuyas causas enviaban a fiscales y jueces que decretaban la incautación; los mejores carros eran usados por funcionarios del “protectorado”, algunos terminaron destruidos y otros fueron devueltos a sus dueños, quienes en varios casos tuvieron que pagar para recuperarlos.

Freddy Bernal llevó consigo a su equipo de trabajo, la casi totalidad exportados desde Caracas, donde él siempre hizo vida activa. El “protectorado” decidía quién podía surtirse de combustible, por lo que fue una de las armas más importantes para someter a los grupos generadores de opinión pública. Gremios, sindicatos, grupos políticos, otros, debían enviar al “protectorado” las listas de sus miembros para permitirles, como un privilegio, surtirse de combustible, gas doméstico, bolsas de alimentos, neumáticos y baterías para los vehículos, incluso la cedulación.

El Táchira siempre ha sido un estado muy maltratado con el suministro de combustible, con el abandono de sus carreteras, con la precaria asistencia en salud y educación y brutalmente castigado con numerosas personas detenidas por razones políticas; varios asesinados en protestas públicas, como ocurrió con los estudiantes universitarios José Gregorio Pérez Caicedo (UPEL, junio 2017), Daniel Tinoco (UNET, 2014), Daniel Enrique Rodríguez Quevedo (mayo 2017) y Luigi Ángel Guerrero Ovalles (ULA Táchira, enero 2019), así como el estudiante de bachillerato Kluiberth Roa de 14 años (noviembre 2017) y el joven Eduardo José Marrero (23 enero 2019). Son tantos y tan jóvenes. Todos asesinados con armas de fuego por fuerzas policiales o “colectivos”.

La Universidad de los Andes en Tachira recibe el féretro del estudiante de periodismo Luigi Ángel Guerrero Ovalles asesinado en una protesta en enero 2019.

Negocio familiar

El negocio de Minerva es familiar y sin duda una familia trabajadora que cada día ha luchado por levantar el duro negocio de la venta de comida rápida en un lugar complejo como es la frontera. Para ella ha significado mucho lo que ocurrió ese 16 de febrero, no solo por identificarse con el chavismo, sino porque logró vender todo lo que tenía de comida y bebida.

Minerva Lobo de Rojas atiende personalmente el negocio con su familia

Unos días después la visitó un grupo de personas que dijo ser familia de Maduro y viven en Táchira. “El domingo me visitó la familia del Presidente, la que está aquí en Capacho. Son los Moros. Ellos vinieron, nos visitaron y nos dijeron que querían una foto de nosotros para hacérsela llegar al Presidente”, le dice Minerva Rojas a Infobae.

—¿Qué pasó ese día?

—El Presidente llegó de sorpresa. Temprano, como a las 5 de la tarde, vinieron unos muchachos y nos apartaron la comida: dijeron que era para un equipo de fútbol y nos compraron toda la mercancía; nos dijeron que les preparáramos ‘una bandejita bien grande y bonita para que cuando llegue el entrenador me hace el favor y se la entrega’.

—¿Qué debía tener la bandeja?

—La preparamos con los pastelitos de yuca, los pastelitos de trigo, chorizo, cochino y la coloqué en el calentador. Yo les dije a ellos, disculpen que les pregunte, ese equipo de fútbol, ¿de dónde es? Me dijeron ‘de Colombia’. ¿Y son jóvenes o son adultos? “Vienen revueltos’ me dijo el muchacho y se soltó a reír. Ellos estuvieron ahí afuera, sentaditos, tranquilitos.

—¿Cuándo supo usted que era Maduro quien venía?

—Faltando como diez minutos antes; me dijeron que el Presidente venía y no lo creía. Eso es mucha emoción, uno se queda todo bloqueado, no puede ni hablar. Le di la bienvenida a mi Presidente a mi negocio, me salió así de corazón verdad, y enseguida me entré a atenderlo, porque lo atendimos, darle su aguacatico, sus pastelitos, muy chévere el Presidente.

—¿Cuántas personas trabajan en su negocio?

—En el negocio mío trabajamos cuatro: mi esposo, mi hijo, mi cuñada y yo.

—¿Cuántos productos le apartaron los muchachos, imagino que de Casa Militar, cuando fueron a contratar sus servicios?

—Todo lo que había. Yo no sabía que lo que había en mi negocio era tan valioso; ahí en el calentador había bastante mercancía. (Risas).

—Y cuando Maduro llegó, ¿había otras personas en el negocio, personas ajenas o solamente la comitiva que llegó con él?

—No, ahí estaban los muchachos que llegaron temprano, me imagino que son como los escoltas, no sé, allí había unos muchachos. A nosotros nos dijeron que eran de un equipo de futbol, pero uno no está pendiente de eso. Aquí en el negocio cuando los muchachos llegaron a apartar la comida, estábamos la muchacha y yo, pero llamé a mi esposo para que me ayudara y a mi hijo para que me comprara las masitas de trigo para hacer los pastelitos de trigo que me habían mandado a hacer.

—¿Al llegar Maduro también lo hicieron esa cantidad de gente que se vio en los videos y e autobuses?

—Sí, y también salió harta gente de la comunidad.

—¿Y cuánto tiempo estuvieron ahí?

—Nosotros decimos que como una hora, más o menos. Él atendió al público, la gente lo esperó que él comiera, después que él comió atendió unos casos especiales de aquí de la comunidad, otra de Capacho. En verdad, no pude … una fotico que me tomé, que es la que estaba rodando por todos lados, que por cierto esa parte la cortaron en una rueda de prensa que él dio. No tuve tiempo de hablar con él, llegó todo así de paso rápido.

Familiares de Maduro visitaron posteriormente el negocio de Minerva

—¿Desde hace cuánto tiene esa venta de comida?

—Nosotros éramos alquilados, tenemos años aquí. Mi esposo tiene 37 años de estar trabajando aquí en este mismo quiosco. Eso era herencia de la mamá y de una tía y el año pasado lo logramos comprar, gracias a Dios; ahí estamos con mi Diosito, nos hacen falta unos detallitos pero ahí, poco a poco vamos progresando.

—¿Y qué tal la venta?

—Sí ha habido ventica. Y ahorita, en estos días, hemos estado, como dijo usted, famosos. Sí, ellos me compraron eso.

—¿Ustedes han sido tradicionalmente chavistas?

—Sí, nosotros sí. De Agua Blanca nosotros 100 por ciento chavistas, siempre cuando mantuvo mi Presidente Chávez, hemos ido por esa línea.

—¿Cuánto hizo de venta ese día?

—Hice bastante. En dinero me pagaron unos 720 mil pesos colombianos (160 dólares) y piquito. Una cuenta me la pagaron en pesos y otra en dólares.

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