“Yo no quiero hablar de barrabravas porque soy hija de una hincha”, dijo Cristina Kirchner en la presentación de un sistema de seguridad para el ingreso a las canchas de fútbol. Su madre, Ofelia Wilhem, moriría en 2019 pero por entonces seguía siendo una fan de Gimnasia y Esgrima, aunque difícilmente se la podría haber confundido con un barrabrava. También vivía aún Julio Grondona, que acompañó a la presidenta desde la primera fila de asientos en el acto para presentar el software diseñado por el Ministerio del Interior y Transporte de Florencio Randazzo.
Unas 100 computadoras portátiles con ese programa podrían escanear y analizar los datos biométricos de hasta 180.000 personas en una hora, presentó Kirchner. Hasta el día de hoy ese tipo de sistemas sigue causando mucha polémica en el mundo por los peligros que implica a la privacidad, sin mencionar su alto margen de error, que se pudo ver en el momento cuando Kirchner no logró que reconociera sus huellas dactilares. Aunque se dijo que se implementaría de inmediato, hubo que esperar un año hasta que la AFA, que recibió el sistema en un acto en la Casa de Gobierno, implementara el sistema AFA Plus.
Que no tendría éxito. Y que se intentó relanzar en 2015 y nuevamente en 2019 con el nombre de Fan ID.
“Tenemos que lograr que los referís cobren bien porque hay cada bombeada que no se puede creer. La gente se indigna y hasta el más educado se manda un macanón”, dijo Kirchner, aunque los problemas de la violencia en el fútbol tienen otras raíces, políticas y económicas. Algo de eso mencionó: “Se ha recargado mucho el tema de la violencia en el fútbol con una clara intencionalidad política. De pronto aparecieron delincuentes. Parece que este problema se hubiera instalado ahora”.
Además de pedir que, por cumplirse 60 años de la muerte de Eva Perón, la AFA creara un campeonato con su nombre, concluyó: “Los problemas con algunos grupitos, más que con la violencia en el fútbol, tienen que ver con algunas cosas que pasan fuera de la cancha y no dentro. Sentir pasión por algo es estar vivo. Los que no tienen pasión por nada... Desconfío de ellos”.
La ciudad de Buenos Aires aumentó su impuesto inmobiliario entre un 25% y un 100%, un golpe que afectó a 1.620.000 propiedades, en su mayoría viviendas, y eximió a 150.000. Las nuevas cifras, estimadas por la agencia fiscal porteña, AGIP, surgieron de una nueva Valuación Fiscal Homogénea, que estableció un aumento de hasta 25% para 780.000 partidas, de hasta el 50% para 690.000, de hasta 75% para 90.000 y de hasta 100% para 60.000.
La idea del gobierno de Mauricio Macri era llevar el ABL al 1% anual del valor de las propiedades, por considerar que algunos montos en las partidas eran prácticamente simbólicos. El titular de la Comisión de Presupuesto de la Legislatura, Rogelio Frigerio, defendió el esquema de valuación: “La categoría más alta toma en cuenta las amenities en propiedades de lujo, como pileta de natación, gimnasio o cancha de tenis, que permitirá subir el valor de la valuación”.
En una reunión de 18 miembros del Consejo Directivo de la CGT, la mayoría necesaria para legalizar las decisiones, el sindicalismo antimoyanista formalizó la candidatura de Antonio Caló a secretario general de la confederación. Al llegar a la sede de la Unión Obrera Metalúrgica, aun los indecisos apoyaban al dueño de casa: “No hay ningún otro candidato y estamos trabajando para que Caló sea el nuevo conductor”, dijo Omar Maturano, de La Fraternidad.
Este grupo afín al gobierno contra la gestión de Hugo Moyano (reelecto de todas maneras y en posesión de la llave de Azopardo 802) reunía a los Gordos, los independientes (sindicatos de trabajadores estatales) y los recientes ex moyanistas como Omar Viviani. La candidatura de un Gordo, Héctor Daer, de Sanidad, no había prosperado; él mismo reconoció a la salida del encuentro: “Caló es el único candidato. Seguramente será el próximo secretario general”. Tampoco habían llegado lejos los nombres de Viviani o de Gerardo Martínez, de la construcción.
Así las cosas, la CGT oficialista se ordenó detrás del metalúrgico y realizó dos convocatorias: a la reunión del Comité Central Confederal, el 5 de septiembre, y al congreso para elección de autoridades, el 3 de octubre. También se anunció el pedido de una cita con el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, para hablar sobre la universalización de las asignaciones familiares, el aumento del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias y la devolución de aportes retenidos para las obras sociales. La misma agenda de Moyano, pero sin el camionero.
El drama entre la Cancillería uruguaya, a cargo de Luis Almagro, y la argentina, a cargo de Héctor Timerman, continuaba en los medios. Aquel lunes Uruguay ignoró el veto argentino a la empresa Riovia, y la incluyó entre los competidores por la licitación del dragado en el canal Martín García.
Una denuncia del representante uruguayo en la Comisión Administradora del Río de la Plata, Francisco Bustillo, sobre presuntos ofrecimientos de sobornos de Riovia con la anuencia del vicecanciller argentino, Roberto García Moritán, había provocado una investigación del Tribunal de Cuentas uruguayo y la decisión de Timerman de sacar a Riovia de la licitación. Pero el Tribunal de Cuentas no encontró pruebas y Uruguay decidió, así no se postergaba el dragado imprescindible para su comercio, incluir a la subsidiaria de Boskalis en la competencia.
“No es saludable que los cancilleres estén contestándose en la prensa”, dijo el presidente José Mujica, y acordó dialogar al día siguiente con Cristina Kirchner en Brasilia, donde se encontrarían en la cumbre del Mercosur. ”Hay avances”, diría el martes, luego de la reunión que, oficialmente, no existió.
En Moscú comenzó el juicio a las integrantes de la banda punk Pussy Riot, acusadas de “blasfemia”, “sacrilegio”, “ataque al carácter sacramental del secreto eclesiástico” y “provocación de grandes sufrimientos a los creyentes”, conceptos que el código penal ruso no tipifica como delitos. Pero Vladimir Putin en persona había pedido perdón a la iglesia ortodoxa y sus fieles por el acto relámpago de las mujeres en la catedral Cristo Salvador, de Moscú, meses antes: “Espero que esto no vuelva a repetirse”.
En febrero, Nadezhda Tolokonnikova, Yekaterina Samutsevich y Maria Aliojina habían ingresado en ropa de colores y con pasamontañas al templo para cantar en el altar una canción que decía ”Madre de Dios, echa a Putin”, “madre de Dios, hazte feminista” y “mierda, mierda, mierda de Dios”. Mark Feigin, abogado de las Pussy Riot, dijo que el juez rechazó los 35 testigos que propuso la defensa, y que sólo aceptó a los tres de la acusación, todos bautizados y fervientes ortodoxos.
“Ellas han tocado un punto sensible en el esquema de Putin”, dijo a la prensa europa. “De forma paranoica, Putin interpreta una apelación a la virgen como un desafío personal. Este caso es una prueba del desarrollo del autoritarismo en Rusia”. Ya entonces Amnistía Internacional consideraba a Tolokonnikova, Samutsevich y Aliojina “prisioneras de conciencia”.
Se estaban por cumplir dos años del derrumbe de la mina San José, en Chile, que dejó sepultados durante 69 días a 33 mineros. Todavía no se había hecho la película de Patricia Riggen, Los 33, y la mayoría de los trabajadores no tenía trabajo y sufría trastornos psiquiátricos.
Mario Sepúlveda (interpretado por Antonio Banderas en 2015) y Omar Reygadas daban charlas motivacionales y vivían de eso, pero otros vendían verduras en Copiapó, resentidos. Pocos cobraban una pensión estatal y algunos habían disgregado sus familias por violencia doméstica. Durante un año habían viajado (Gran Bretaña, Disney World) y habían sido recibidos por Barack Obama, pero pronto el grupo se rompió.
Ahora se habían reunido para lanzar una marca: Los 33 del Milagro. “Estamos cansados de que se aprovechen de nosotros”, dijo Reygadas, sobre la miríada de coleccionables no autorizados que se vendían en el mercado chileno. “Hay muchas marcas inscriptas por personas que no tienen ninguna relación con lo que nosotros vivimos”, dijo Luis Urzúa, al anunciar el emprendimiento de merchandising. “Esta sí es real. Queremos que todo sea lo más transparente posible”
En la India un corte de energía se abrió paso en los registros históricos de los peores: más de 350 millones de personas quedaron sin luz. “Fue el peor apagón de la década”, dijo el ministro de Electricidad, Sushil Kumar Shinde. “No pudimos restablecer el servicio”, añadió sobre la falla causada por una sobrecarga en la red. El transporte, los hospitales y el agua potable resultaron afectados.
Al día siguiente la situación empeoraría: unos 600 millones de personas, en 20 de los 29 estados del país, quedarían sin servicio. El apagó pasó a ser el más grande del mundo. El subte de Nueva Delhi estuvo paralizado y el tránsito en las grandes ciudades colapsó.
“La chance de medalla es dura”, dijo Juan Martín del Potro, que le ganó al italiano Andrea Seppi y pasó a octavos de final en los Juegos Olímpicos. “Adelante están [Roger] Federer, [Novak] Djokovic, [Andy] Murray”, citó a sus colegas tenistas. Aquel lunes también ganó Juan Mónaco, en su debut en Londres 2012. En cambio, el equipo de hockey masculino perdió ante Gran Bretaña 4 a 1, por lo cual Lucas Vila tuiteó, como toda declaración: “Sin palabras… Debut para el olvido”.
Su apellido describía “un palo a medio quemar, un estado de andar ardiendo permanentemente”, había dicho Héctor Tizón, uno de los escritores argentinos más destacado, que murió aquel lunes. Sus padres eran de Yala, donde él vivió y murió, pero el 21 de octubre de 1929, cuando él nació, estaban en un hotel de Rosario de la Frontera. Buscaba su partida de nacimiento en 1976, a punto de exiliarse en España, cuando su padre le dijo: “No la vas a encontrar nunca porque naciste en otro lado”.
Yala, al pie de la Quebrada de Humahuaca, marcó su vida y sobre todo su obra literaria, que incluye títulos traducidos al inglés, el francés, el alemán el polaco y el ruso, entre otras lenguas, como Fuego en Casabindo, El hombre que llegó a un pueblo, Luz de las crueles provincias y La mujer de Strasser. También tuvo una vida política relevante: durante el gobierno de Frondizi fue agregado cultural en México —donde trató a Juan Rulfo, Augusto Monterroso y Ernesto Cardenal— y cónsul en Milán; confeso yrigoyenista, estuvo afiliado a la UCR y fue diputado, ministro de Gobierno de su provincia y convencional constituyente jujeño en 1994. Su trabajo de escritor se alternó con el de juez del Superior Tribunal de Justicia de Jujuy.
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