“Hoy es un día de esos que la cadena nacional del miedo y el desánimo no va a transmitir”, abrió Cristina Kirchner. “¿Vieron que hay una cadena nacional del miedo y el desánimo que te larga todos los días pálidas?”. La crítica a los medios opositores se escuchó en Haedo, donde la presidenta asistió a la inauguración de la fábrica de electrodomésticos Mabe, acompañada por el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, en su nueva etapa de concordia.
“Nos han venido discutiendo todas y cada una de las políticas”, siguió. “Hoy dicen que, en realidad, si se crece un poco menos, no es un problema de que el mundo se ha venido abajo”. También repartió atenciones entre los bancos: ”La verdad, son bastante mezquinos”.
Se refería a la escasa repercusión que había tenido la resolución del BCRA que obligaba a los bancos a prestar el 5% de sus depósitos para créditos a largo plazo dedicados a la producción. “Cuando es para consumir, que son cuotas con intereses muy importantes, hay mucha propaganda y difusión”, dijo. “Queremos que sigan trabajando y comerciando, pero también que inviertan en producción nacional”.
La directora del BCRA, Mercedes Marcó del Pont, había intentado reuniones con banqueros y emprearios, sin resultados. Entonces se dictó la resolución que no hizo mella en los bancos. Si bien tenían hasta fin de año para cumplir con ese 5%, en un mes debían informar cómo avanzaba el proceso, y aparentemente no iba en dirección alguna.
Aunque no desde el atril, también Scioli habló. “Lo que resta de aguinaldos se pagará entre miércoles y el viernes”, dijo, en primer lugar, sobre la división en cuotas del SAC que había provocado protestas y paros entre los empleados estatales. “Y no se descontarán los días a los que pararon”.
Añadió que su relación con la presidenta era “buena” y que confiaba en ella: “No me dejo llevar por las críticas de los distintos dirigentes. La presidenta prometió y cumplió”. Se refería al préstamo de $600 millones que permitió saldar la deuda de los aguinaldos. “Busqué las soluciones para este problema y las encontré. Yo gobierno con responsabilidad y busco los caminos para resolver situaciones conflictivas”.
En Europa los mercados tuvieron un lunes negro, de bajas generalizadas causadas por el arrastre de los desplomes en la española y la italiana. Si bien el cierre no fue catastrófico, la volatilidad durante el día sí. Todo comenzó cuando Der Spiegel dijo que el FMI no daría más fondos a Grecia: en plena crisis en España e Italia, la posibilidad de que los griegos volvieran al dracma era la primera llama de un incendio. El riesgo país de España e Italia aumentó, y con él las tasas de interés. El tesoro alemán, en cambio, colocó títulos a tasas negativas: recibía dinero sólo para guardarlo con seguridad, aun a un costo.
Irak se sacudió por las explosiones como no sucedía desde hacía dos años: una serie de 27 atentados en 19 ciudades dejaron 111 muertos y casi 250 heridos. Los objetivos principales fueron oficinas públicas y agencias de seguridad. Siete meses antes se había ido el último soldado estadounidense y la situación interna parecía encaminarse hacia los extremos de violencia vividos seis años antes.
En Siria continauban los combates entre el Ejército Libre Sirio y las fuerzas armadas de Bashar al-Assad, que habían llegado a Damasco y causado la salida desesperada de 30.000 civiles. El vocero de la cancillería, Jihad Makdisi, dijo a la agencia oficial que si se producía “una agresión externa” emplearía armas químicas. Fue la primera vez que Siria reconocía la posesión de esos materiales prohibidos desde el final de la Primera Guerra Mundial. “Todos estos tipos de armas se encuentran almacenados y bajo la seguridad directa de las fuerzas armadas sirias”, dijo Makdisi.
Velozmente, Barack Obama respondió a la advertencia con otra: “Dada la reserva de armas químicas del régimen, haremos lo que sea para que Al-Assad y su entorno sepan que el mundo los observa y que deberán rendir cuentas a la comunidad internacional y a Estados Unidos si cometen el trágico error de usarlas”.
Un año más tarde, sin embargo, la inteligencia estadounidense —como la inglesa, la francesa y la israelí— encontraron pruebas de que el gobierno no sólo tenía sino que había usado armas químicas por las que murieron civiles: Al-Assad había cruzado la “línea roja” que Obama había puesto como límite. A partir de allí se desarrollaría una investigación conjunta de la ONU y la agencia de prohibición de armas químicas, OPAQ, con miras a destruir el arsenal.
Argentina se ubicó como el tercer país más dinámico en la compra-venta de jugadores de fútbol, según el informe de la FIFA basado en su sistema de fichaje mundial (TMS). Brasi lideraba la lista de mayores transferencias, seguido por Gran Bretaña y Argentina; aunque ocupaba el décimo primer lugar, Rusia fue la federación que más dinero gastó en futbolistas.
Pero en Argentina, fuera de las noticias políticas, la atención del público se concentró en la muerte de Alicia Zanca, una actriz de televisión, cine y teatro de enorme popularidad. Tenía sólo 57 años y había sufrido un cáncer. Zanca enamoró a un arco muy amplio de espectadores, desde fans del teatro contemporáneo (interpretó obras de Mauricio Kartun y Griselda Gambaro) hasta niños que la vieron en obras como Lucía la maga.
Trabajó en teatro con directores como Agustín Alezzo (con quien debutó, en 1972, en Las brujas de Salem, de Arthur Miller, junto a Alfredo Alcón), Cecilio Madanes, Laura Yusem o Villanueva Cosse, y también hizo Dos a quererse y Una escalera al cielo (con Ricardo Darín) en televisión. En cine se destacó en El mismo amor, la misma lluvia (Juan José Campanella), Los amores de Laurita y Flores robadas en los jardines de Quilmes (Antonio Ottone) y como directora se probó desde la comedia (Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare) hasta la ópera (La hija del regimiento, de Gaetano Donizetti). Tuvo tres hijos con otro actor, Gustavo Garzón, la mayor de los cuales, Tamara, también es actriz.
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