Tomaron lo mismo que hubiera tomado Hugo Moyano: cafecito, cortadito, vaso de agua a un lado. Pidieron lo mismo que hubiera pedido Hugo Moyano: aumento del mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias, ya que por los ajustes inflacionarios muchos salarios proletarios debían pagarlo; la universalización del salario familiar y el pago de los fondos de las obras sociales que retenía el gobierno.
Con la CGT oficialmente fracturada, la invitación a la Casa Rosada de los opositores a Moyano fue “un gesto político de tremendo significado”, como valoró Andrés Rodríguez, de UPCN.
La presidenta Cristina Kirchner, que había alentado la articulación de los opositores para desplazar al secretario general de la CGT, y que venía de desconocer su reelección, bendecía así a quienes serían sus únicos interlocutores sindicales reconocidos. “Hemos marcado todos los temas de la agenda histórica de la CGT que están pendientes”, agregó Rodríguez.
Durante la reunión de dos horas, Gerardo Martínez, de la Uocra, se sentó a la derecha de Kirchner. También asistieron el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, quien había firmado la suspensión de la convocatoria a elecciones de la CGT hecha por Moyano; el de Planificación, Julio de Vido; el de Economía, Hernán Lorenzino, y la de Industria, Débora Giorgi.
“Es importante mantener la unidad del movimiento obrero”, dijo Kirchner ante medio centenar de sindicalistas. “Creo profundamente en la unidad del movimiento obrero”, subrayó, ignorando al elefante en la sala: en ese mismo momento, Moyano asumía su tercer mandato en el edificio de Azopardo al 800. “Tenemos que seguir trabajando en forma mancomunada porque hay un mundo muy difícil”.
Luego la presidenta se marchó al Mercado Central, donde presentó medidas para pequeños y medianos productores, y se encontró con Daniel Scioli, a quien había vapuleado tanto, en su presencia y por cadena nacional, que había preferido saltarse la inauguración de Tecnópolis. Pero aquel lunes Kirchner estuvo amable con él, lo llamó “Daniel” varias veces, omitió los comentarios negativos y recordó buenos momentos.
Scioli anunciaría luego que podría completar el pago del aguinaldo de los estatales, cuya división causó sucesivos paros, antes del 15 de agosto. Pero en ese momento se lo vio tenso, sin saber si el clima amable continuaría. Cuando la presidenta le entregó en mano un subsidio de $20 millones para emprendimientos agropecuarios, confió en que la tregua era real.
En La Plata, sin embargo, su vice criticó el modo en que se conseguirían los fondos para cumplir con los aguinaldos: además de emitir un bono de $900 millones para los proveedores, la provincia de Buenos Aires evaluaba la renovación de licencias a algunos bingos. “Lo más lógico es que se haga una licitación pública para que la población pueda auditar algo habitualmente sospechado de manejos turbios”, dijo Gabriel Mariotto.
La promesa del pago, además, no había logrado que los gremios levantaran el paro por 48 horas que comenzaría el martes, e insistían con otro igual al final de las vacaciones de invierno.
¿Tomabas el subte que pasaba cada dos minutos y pico? Desde aquel lunes te tocaría esperar tres, o cuatro, y por supuesto, viajar en vagones más llenos, compactos. Metrovías sacó del servicio 20 trenes —18 en las seis líneas, dos en el premetro— por falta de recursos para mantenimiento.
Así como los estatales bonaerenses fueron quienes más perdieron en la disputa entre Kirchner y Scioli, los usuarios del subte fueron los más afectados por la pelea Nación-CABA sobre la administración de la red.
“Este programa, con una menor cantidad de formaciones, es una consecuencia directa de la delicada situación que se generó a partir de la suspensión del proceso de traspaso”, dijo el comunicado de Metrovías, que lamentaba la situación “que va a repercutir en los usuarios”, causar “demoras importantes”, y blablabla.
El ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, dijo que el gobierno nacional había transferido $210 millones, de los cuales $108 millones correspondían a mantenimiento e inversión: “Tanto la empresa concesionaria como la ciudad saben que ese dinero está disponible y esperamos que el jefe de Gobierno cumpla con el compromiso asumido en el manejo de subtes para beneficio de los usuarios”.
Mauricio Macri, que actualmente se resiste a jubilarse de la política, como le sugirió Randazzo hace poco, no quería tocar ese dinero ni con un palito. “El gobierno nacional es responsable de la seguridad del subte y de los años de desinversión”, dijo su vice, María Eugenia Vidal. “Los fondos disponibles son nacionales. La Nación tiene la responsabilidad de administrarlos”.
Luego de un viaje horrible, las personas salían a una superficie hedionda: tanto CABA como 28 municipios bonaerenses estaban llenos de basura por la huelga de los empleados del Ceamse, que no permitía el ingreso de los camiones para descargar en los rellenos sanitarios. Reclamaban que se cumpliera con la reducción de emisiones y la creación de nuevos rellenos para evitar que en un año se produjera “un colapso ambiental en toda la Capital y el conurbano”.
El Ministerio de Trabajo bonaerense dictó la conciliación obligatoria para destrabar las negociaciones entre las autoridades porteñas, las provinciales y el sindicato del Ceamse, Agoec. “Se trató de una buena reunión en la que la Ciudad se comprometió a seguir trabajando en su plan de reducción de la cantidad de residuos”, dijo, brumoso, el jefe de Gabinete de Macri, Horacio Rodríguez Larreta.
Y si el subte los dejaba en Catedral o en Florida, plena city, los pasajeros podían admirar, además de la basura, el ascenso del blue, que llegó a $6,73 y cerró a $6,31. La brecha con el dólar BCRA alcanzaba el 38 por ciento.
Jorge Telerman asumió como ministro de Cultura bonaerense y Domingo Cavallo, en su habitual estilo crispado de comunicación, criticó a la presidenta en televisión: “Esa mujer es una mentirosa”, dijo. Aludía a una figura retórica que Kirchner había usado, la de una tostada que se le quedaba atragantada al leer las noticias desagradables sobre el ajuste español. “No se atragantó con nada”, denunció, literal.
“Me sentí aludido pero no me importó lo que dijo sobre mí, porque es contradictorio con lo que Néstor y ella decían hasta 2001, cuando me venían a pedir consejos y a dar apoyo”, agregó Cavallo, como si se considerase a sí mismo kriptonita. “Ellos apoyaron las políticas de los noventa mucho más que otros peronistas. Néstor me pedía aprender economía cuando conversaba conmigo. Que ahora diga que se le atragantó la tostada es un actitud oportunista”.
En los Estados Unidos, la FDA aprobó Truvada, el PrEP original: la primera combinación de antirretrovirales para la profilaxis preexposición al VIH. Desde entonces se receta a personas que no han sido infectadas por el virus pero tienen riesgos altos de contagiarse. Los especialistas subrayaron dos cosas: que el primer medicamento para prevenir el sida complementa las prácticas de protección (usar preservativos y/o implementos limpios de inyección) y tiene importantes efectos secundarios.
En Salta comenzó una causa que hasta el día de hoy es discutida: luego de 56 horas desaparecidas, Luján Peñalva, de 19 años, y Yanina Nüesch, de 16, aparecieron colgadas por la misma soga en un árbol junto al canal Río Ancho, en Salta. La justicia dictaminó que fue un suicidio y el expediente se archivó.
Pero en 2017, una nueva investigación realizada por especialistas extranjeros determinó errores gruesos en las autopsias. Indicó que era muy improbable la hipótesis del suicidio y que en cambio era más bien plausible que Peñalva y Nüesch hubieran sido asesinadas. Había señales de violencia que no se habían consignado; no se había descartado el uso de narcóticos; en el suéter de una de las jóvenes había ADN masculino y en el lugar se había encontrado una huella de calzado que no se correspondía con las zapatillas que ellas llevaban.
La familia Peñalva pidió la reapertura de la causa, que fue caratulada como “muerte dudosa”. Su hipótesis sostenía que al menos tres personas habían intervenido en los hechos y apuntaban al novio de Luján. Sin embargo, en 2021 la jueza Mónica Mukdsi volvió a considerar que se trató de un suicidio, y la investigación se volvió a cerrar.
San Lorenzo acababa de perder la ilusión de contar con Marcelo Tinelli como dirigente del club: el presentador y empresario había cambiado de opinión luego de una reunión familiar y anunció que, si bien podía brindar ayuda financiera al club, inhibido por $15 millones debido a deudas, no participaría de su gestión. Entonces ardió Troya.
Carlos Abdo, presidente del club, sufrió una taquicardia y fue internado; varios dirigentes discutieron la posiblidad de renunciar. Pero cuando el vicepresidente primero, Jorge Aldrey, intentó una conferencia de prensa, un centenar de socios irrumpió en el lugar. Uno de ellos, Rubén Pombo, lo enfrentó, le arrojó un vaso de agua, lo acusó de ladrón y le exigió que renunciara. Aquel lunes terminó con la renuncia de la Comisión Directiva en pleno y la promesa de nuevas elecciones en 30 días.
SEGUIR LEYENDO: