Aquella mañana de domingo el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, despertó pensando en el paro de los trabajadores estatales que tendría que enfrentar el miércoles. Se acostaría con un segundo paro anunciado por Roberto Baradel, de Suteba: las protestas por la división del aguinaldo en cuotas se repetiría el viernes, cuando pararía el resto de los sindicatos de trabajadores estatales (entre ellos las ramas bonaerenses de la CTA, de la que Baradel era secretario general, y ATE).
Scioli, que había sido criticado por la presidenta Cristina Kirchner —una práctica renovada ahora que ella es vice y él, ministro de Desarrollo Económico— continuaba recibiendo las reprimendas de varios miembros del gabinete, como el ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo. Pero las presiones por abajo y por arriba no podían cambiar un hecho: le faltaban $1.300 millones para cubrir los aguinaldos de la administración pública. La provincia, simplemente, no tenía el dinero.
En México el PRI, que había pasado 12 inéditos años fuera del poder —antes había gobernado ininterrumpidamente durante siete décadas—, volvía con el triunfo de Enrique Peña Nieto. A su competidor, Andrés Manuel López Obrador, actual presidente, le resultaba dudosa la diferencia entre el 38,2% de los votos del priísta y el 31,7% que se le contaba a él (terminaría por llegar a 32,6%) y advirtió que podría impugnar las elecciones. Los mexicanos tuvieron un déjà vu de seis años antes, cuando AMLO denunció por fraude a Felipe Calderón. En tercer lugar quedó la candidata oficialista, Josefina Vázquez Mota, del PAN, que obtuvo el 25,4 por ciento.
En cualquier caso, el entusiasmo del PRI fue menos intenso de lo esperado, ya que al no haber obtenido mayoría parlamentaria, dependería de las alianzas para impulsar las leyes que marcarían su política de gobierno. “Somos una nueva generación”, repetía Peña Nieto, de 45 años, para entusiasmar a los 112 millones de mexicanos. “No hay regreso al pasado. Mi gobierno tendrá puesta su visión en el futuro”.
En Venezuela comenzaba la campaña electoral que protagonizarían Hugo Chávez, enfermo pero no obstante en busca de una nueva reelección, y Henrique Capriles por la alianza opositora. Ninguno eligió Caracas para su primer acto: el presidente representó al Gran Polo Patriótico (encabezado por su Partido Socialista Unido, PSUV) en una marcha desde Mariara, en Carabobo, hasta Maracay, en Aragua. A lo largo de 18 kilómetros en la parte superior de un camión, alentó a sus seguidores: “Una revolución no se puede medir en un año ni en una década, sino que se vive por siglos”.
Capriles eligió el parque nacional Gran Sabana, en el estado de Bolívar, para abrir los actos de la Mesa de la Unidad Democrática, MUD. “Toca hoy, casi 14 años después del inicio del gobierno, hacer el balance, pensar si estamos mejor o peor”, dijo el ex gobernador de Miranda. “yo ese juicio se los dejo a los venezolanos”.
Una ola de calor en el este de los Estados Unidos se combinó con una tormenta que echó abajo árboles y postes de energía: hubo 20 muertos y dos millones de personas sin electricidad, con temperaturas de 35ºC a 41ºC, desde la Florida hasta Washington DC. La temperatura subía, simbólicamente, en el Paraguay, donde luego del juicio político express a Fernando Lugo y las sanciones de Unasur y Mercosur, la OEA llegó en misión para evaluar el estado de cosas.
El secretario general, José Miguel Insulza, se reunió con el presidente Federico Franco y tuvo otros “encuentros de carácter informativo” con representantes del Congreso y el Poder Judicial. Franco, ex compañero de fórmula de Lugo, repetía a la prensa que su país deploraba “las vejatorias sanciones” de los organismos regionales, “dictadas en abierta violación de los tratados vigentes y sin concedernos el derecho a la defensa”.
La ciudad de Rio de Janeiro fue declarada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, lo cual aumentó su atractivo turístico para 2014, cuando sería sede del Mundial de Fútbol, y 2016, cuando acogería los Juegos Olímpicos. James Cameron habló de la “opción real” del Brexit: “Para mí las palabras ‘Europa’ y ‘referéndum’, pueden ir juntas, en particular si realmente estamos proponiendo un cambio en la forma en que nuestro país es gobernado”. Y 150.000 japoneses marcharon en Tokio contra la reapertura de los reactores nucleares, cerrados desde el desastre de Fukushima 15 meses antes.
Con 23,9 puntos de rating en promedio y luego de días de promoción, a modo de cuenta regresiva, debutó La voz argentina, que este año encabeza Ricardo Montaner. El reality show musical que tuvo como jurados a Soledad Pastorutti, el Puma Rodríguez, Juliana Gattas y Ale Sergi de Miranda y Axel, con la conducción de Marley.
Ese mismo domingo Eleonora Cassano se despidió de la danza profesional con La bayadera. La primera figura argentina, que había bailado en versiones memorables de Don Quijote, Romeo y Julieta, Giselle, El lago de los cisnes, El joven y la muerte y La bella durmiente, se presentó con el Ballet del Teatro Argentino dirigido por Mario Galizzi y la Orquesta Académica conducida por Carlos Calleja.
San Lorenzo se salvó de pasar a la B al igualar 1-1 a Instituto, pero los rosarinos de Central, aunque también empataron 0-0 con San Martín, no lograron ascender. El gran tema del fútbol de aquel 1 de julio fue sin embargo la final de la Eurocopa, que se disputaban España e Italia: el jefe de gobierno español, Mariano Rajoy, viajó hasta Kiev en medio de la crisis de su país para gritar los cuatro goles con que el equipo dirigido por Vicente del Bosque ganó a los italianos.
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