La ciudad de Buenos Aires amaneció sin cúpulas ni edificios altos: una niebla densa parecía haberlos hecho desaparecer en el aire. Todo el día sería así en CABA y el Gran Buenos Aires, por lo cual se cerraron Aeroparque y Ezeiza, algo que suele ocurrir en los inviernos. A una cuadra de la Plaza de Mayo era imposible ver la Pirámide, pero pocos se atrevían: un intenso olor a amoníaco llegaba desde el sur, y se negaba a moverse: sin viento ni lluvia, seguiría así largo rato. En Twitter el hashtag #pisdegato se volvía tendencia.
La niebla era el ambiente perfecto para que Juan Sasturain, hoy director de la Biblioteca Nacional, estrenase su programa Disparos sobre la biblioteca. A lo largo de ocho episodios, el escritor y guionista de historietas —Los sentidos del agua, Perramus, Dudoso Noriega, El caso Yotivenko— partía de una investigación de ficción y hacía sus pesquisas con la ayuda de otros autores: Ricardo Piglia, Rogelio García Lupo, Luis Chitarroni, Guillermo Martínez, Daniel Link. En esos recorridos eran, a la vez, una exploración de la riqueza de la literatura policial argentina.
Aquel sábado descansaban los coleros, que trabajaban en los horarios del dólar, que estaba a $4,54 según el BCRA pero que en su versión blue había cerrado el viernes a $5,95. Los coleros —un oficio que ha vuelto más de una vez, transformado— eran personas con un documento extranjero que, por una pequeña comisión, se acercaban a una ventanilla de Western Union y compraban el equivalente a $1.300 en dólares al precio oficial (el máximo que se permitía por persona cada 30 días) y lo enviaban a alguien en otro país. Esa persona cobraba en billetes de dólar.
Aquellos con capacidad de ahorro también intentaban sortear en los casinos del Uruguay las restricciones al dólar que había impuesto la AFIP: los argentinos compraban fichas con tarjeta de crédito y luego las cambiaban por billetes físicos en la caja. Los uruguayos se acababan de dar cuenta: impusieron el tope de USD 1.000 por persona por día. Un año más tarde también intervendría el BCRA.
Daniel Scioli, golpeado por la decisión de Cristina Kirchner de no girar a la provincia de Buenos Aires la totalidad de los fondos que necesitaba para completar el pago de salarios y aguinaldos, hacía cuentas y pensaba cómo enfrentar el miércoles siguiente el paro de los trabajadores estatales, los docentes, los judiciales y el personal de salud. Antes del 4 de julio también se verían asambleas y cortes de ruta.
Sus simpatizantes, reunidos en Miramar, descargaban su malestar con el gobierno nacional: “Nos dijeron que nos quedáramos tranquilos. Pero la plata no apareció. ¡Se borraron!”, dijo el secretario de Coordinación Institucional bonaerense, Eduardo Camaño. “No vamos a permitir que se den el gusto de criticar a Daniel Scioli”, siguió la voz principal de la agrupación, llamada La Juan Domingo. “Él vino a esta provincia a instalar el peronismo cuando no teníamos candidato”.
Además, ¿quiénes hacían esas críticas? Uno de ellos había sido el vicepresidente, Amado Boudou; acaso para él fue la indirecta sobre “los inútiles de la Ucedé”. Estaban también los legisladores provinciales que había hecho ocho pedidos de informes a Scioli: “¡Qué mierda van a ser peronistas! Se juntan con los opositores a ver cómo nos cagan la vida a nosotros, los peronistas”.
Quizá el más criticado fue el vice de Scioli, Gabriel Mariotto, quien hoy integra el partido Soberanxs, parte del Frente de Todos, con Boudou y la sindicalista y diplomática Alicia Castro. Camaño lo acusó de realizar “un boicot desde adentro” y el senador Osvaldo Goicochea lo comparó con el vicepresidente del memorable voto no positivo: “Pensamos que Mariotto era un Balestrini, y terminó siendo un [Julio] Cobos”.
Mientras tanto, el kirchnerismo preparaba una reunión de la Comisión de Acción Política del PJ, en la cual el gobernador bonaerense no tenía representación, sobre cómo reactivar la obra pública en los municipios, directamente de la presidencia a las alcaldías, al estilo de los años de Néstor Kirchner. Si se pensaba en las elecciones de 2013, era una estrategia sagaz para comprometer a los intendentes; también era una manera, nada disimulada, de circunvalar a Scioli.
Aquel sábado tuvo un segundo más que el resto de los días de 2012: debido a que la Tierra rota más lentamente, con una diferencia de 0,4 segundos por año, cada tanto se corrige el desfase. En un día hábil se podrían afectar las actividades segundo a segundo, como las operaciones en la bolsa, así que el Sistema Internacional de Servicios de Rotación de la Tierra (IERS) prefirió hacerlo en sábado. Los relojes se atrasaron un segundo y aquel 30 de junio duró 86.401 segundos.
En Herzliya murió Isaac Shamir, activista en la guerra por la independencia de Israel y dos veces primer ministro del país en los ochenta, y en Siria 30 personas que asistían a un funeral en Siria terminaron muertas y se sumaron a una cantidad total de 86 masacrados ese sábado.
Y en Inglaterra Juan Martín del Potro pasó a los octavos de final en Wimbledon luego de ganarle, con notable sencillez en tres sets, a Kei Nishikori.
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