El sol había levantado un poquito la mínima de 15ºC de aquel jueves cuando el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, llegó al Ministerio de Economía. Aunque hoy es ministro de Producción y se saca fotos con kirchneristas relevantes como Axel Kicillof, aquel jueves Cristina Kirchner no había querido recibirlo: que hablara directamente con el ministro Hernán Lorenzino, le mandó a decir. Scioli había ido a buscar, en persona, los $2.300 millones que le faltaban para cubrir salarios y aguinaldos a los empleados de la provincia.
Del total de $5.500 que debía pagar, La Plata llegaba a $3.200, por lo cual desde hacía varios días Scioli esperaba, y lo repetía en los medios, que la Nación no le fallara, como nunca lo había hecho hasta entonces, y aportara los $2.300 restantes. Pero el núcleo duro oficialista estaba enojado con el gobernador, quien había expresado su deseo de ser candidato a la presidencia en 2015 y había recibido en su quinta a Hugo y Pablo Moyano, enfrentados con la Casa Rosada.
Acompañado por la ministra de Economía bonaerense, Silvina Batakis, Scioli entró al despacho de Lorenzini para escuchar lo que no quería: Nación le giraría, como “asistencia financiera extraordinaria”, $1.000 millones. Al salir debió anunciar que los salarios de los estatales de la provincia se pagarían “en tiempo y forma”, pero que el medio aguinaldo se dividiría en cuotas. Los gremios, evidentemente, no iban a aceptarlo.
“Cuando uno se postula para un cargo público, acepta la responsabilidad que tiene”, declaró Lorenzino en un comunicado. “Necesitamos que todos, incluyendo al gobernador de la provincia más importante, estén a la altura de las circunstancias y contribuyan a mantener todo lo bueno que se ha estado haciendo”. Como si hubieran esperado en fila para criticar a Scioli, inmediatamente a continuación lo hicieron el jefe de la bancada kirchnerista, Agustín Rossi, y el vicepresidente, Amado Boudou.
Mientras el gobernador subía a la autopista Buenos Aires-La Plata, el blue pasaba los $6, y terminaría por cerrar a $5,96-$5,98, cifras que hoy, cuando luego de 20 meses tranquilo saltó a $224, suenan inverosímiles. Kirchner viajó a Mendoza para abrir la cumbre de presidentes del Mercosur más agitada hasta la fecha, por la destitución de Fernando Lugo en un juicio político express en Paraguay.
El antimoyanismo, que había publicado una solicitada contra el paro del 27, “Los derechos de los trabajadores son la base de la unidad y no oportunistas reclamos personales”, salió a repetir sus términos en declaraciones de algunos líderes sindicales. Entre ellos, Andrés Rodríguez, entonces secretario general de UPCN —como hoy: fue reelegido hace poco—, consideró que el acto de Moyano había sido “un fracaso casi total”.
Preparaban así el ambiente para la semana siguiente, cuando el Ministerio de Trabajo debía responder a su pedido de anular la convocatoria a elecciones en la CGT que había hecho Moyano. Si les daban la razón, organizarían un congreso propio en agosto, lo cual sellaría la fractura de la confederación.
Aunque la Cámara Federal ordenó la libertad de Sergio Schoklender en el caso Sueños Compartidos mientras durase la investigación judicial, el ex apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo continuaba detenido porque el juez Norberto Oyarbide le había impuesto una fianza de $4 millones, al igual que a su hermano, Pablo Schoklender, y al contador Alejandro Gotkin.
Globovisión no había pagado los 9,3 millones de bolívares que el chavismo le había impuesto por la cobertura de un motín carcelario y había apelado, pero aquel jueves la justicia venezolana volvió a rechazar los argumentos de la cadena: el Tribunal Supremo de Venezuela dictó un “embargo ejecutivo” por 23 millones de bolívares, unos USD 5,4 millones en aquel momento. Era la séptima medida del oficialismo contra el canal —cuyo dueño de entonces, Guillermo Zuloaga, había dejado el país acusado por la Fiscalía General de usura y acaparamiento— y sucedía en plena campaña por la reelección de Hugo Chávez.
A casi cuatro meses de los comicios que decidirían su reelección, Barack Obama recibió una alegría de la Corte Suprema de los Estados Unidos, por entonces muy distinta de la que acaba de emitir uno de los fallos más polémicos de su historia: avaló la reforma que amplió el acceso a los seguros de salud, conocida como Obamacare. “La decisión de hoy es una victoria para la gente en todo el país, cuyas vidas serán mas seguras gracias a esta ley”, dijo el presidente estadounidense.
Rafael Nadal quedó fuera de Wimbledon en la segunda rueda, derrotado por Lukas Rosol, quien ocupaba el puesto 100 en el ranking del tenis mundial: “Nadal eliminado por un desconocido”, titularon algunos medios españoles. En cambio, Juan Martín del Potro derrotó a Go Soeda y se enfrentaría a un jugador en ascenso, Kei Nishikori. Y María Sharapova pasó a la tercera ronda, al igual que su némesis, Serena Williams.
En Argentina se estrenaba La era del hielo 4, que tendría que entretener a muchos niños durante las vacaciones de invierno, y Pedro Aznar presentaba un álbum nuevo, Ahora, en el Gran Rex. San Lorenzo, que se jugaba el descenso, le ganó 2 a 0 a Instituto y a Central se le volvió a escapar la posibilidad de ascender al terminar 0 a 0 con San Martín.
Italia le hizo dos goles a Alemania, que sólo logró uno, y así llegó a la final de la Eurocopa. Aunque en economía ganaban los alemanes, la estadística del fútbol prefería a los italianos: de 31 partidos entre los dos seleccionados, habían ganado 15 y empatado nueve.
SEGUIR LEYENDO: