El Sol se encontraba en su punto más distante del hemisferio sur de la Tierra: sólo los optimistas pensaban que cada día tendría un poquito más de luz natural desde aquel 21 y todos los demás aceptaban el comienzo oficial del invierno. Los optimistas también señalaban que la Federación de Camioneros había arreglado con los empresarios del autotransporte de cargas un 25,5% de aumento en tres cuotas, y el paro se había terminado. Todos los demás sacudían la cabeza: sí, pero ahora el paro era nacional, general y con marcha a la Plaza de Mayo, el miércoles 27.
“Los salarios camioneros pasaron a un segundo plano”, dijo Hugo Moyano y convocó no sólo a su sindicato, sino “a todos los que compartan el reclamo por el tributo de Ganancias y de las asignaciones familiares, y que quieran ejercer el derecho a huelga”. Contaba, aseguró, con el apoyo de otros gremios importantes.
Entre ellos, llamativamente, no estaban sólo sus aliados: también algunos que se oponían a él en la CGT. El Sindicato Único de Trabajadores del Estado de la Ciudad de Buenos Aires, La Fraternidad y la Unión Ferroviaria se destacaban. Y Luis Barrionuevo, a la cabeza de los gremios de la CGT Azul y Blanca, parecía a punto de darle el sí: envió a quien había hecho de contacto con Moyano otras veces, Ricardo Cirielli, de la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico.
La retórica del camionero llegó lejos: “Parece una dictadura militar. No se puede reclamar, no se puede hacer protestas ni ejercer el derecho a huelga”, dijo sobre la demanda penal que el ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, le había iniciado. Y le recomendó a Cristina Fernández de Kirchner, con la que había estado en armonía hasta siete meses antes: “Presidenta, deje de lado su soberbia y recoja un poco de humildad”.
Mientras el secretario general de la CGT negociaba —algunos gremos adherían a la marcha pero no al paro; otros querían sumar, al reclamo por ganancias y asignaciones familiares, las deudas del gobierno con las obras sociales—, el Partido Justicialista se alineó detrás de Kirchner y calificó como “injusto y desproporcionado” el desafío de Moyano.
Además de Randazzo y el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, se sumaron al equipo especial de crisis el ministro de Planificación, Julio de Vido, quien acusó al camionero de “actuar contra la democracia”, y los secretarios de Comercio, Guillermo Moreno, y de Seguridad, Sergio Berni. El gobernador Daniel Scioli, recién llegado de un viaje por razones familiares a Italia, intentaba ponerse al día con la situación en la provincia, donde había municipios sin calefacción ni agua caliente, y la temperatura promedio era de 10ºC.
El blue subió de $5,94 a $5,98 —el contado con liquidación, atado a los bonos, saltó hasta $6,71— y el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, ocupó la portada de ¡Hola! con su esposa, Juliana Awada, para contar cómo fue su primer día del padre con su pequeña hija Antonia. Su jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, intentaba explicar por qué la terapia intensiva para niños del Hospital Durand estaba cerrada: “Había tres médicos. Apenas renunció el primero se llamó a un concurso, pero no se presentó nadie. De esa especialidad es muy difícil conseguir médicos, hay muy pocos en el sistema. Luego renunciaron los otros dos”. Pasarían seis semanas antes de que se pudiera reabrir.
Entre los hechos internacionales, la crisis política en Paraguay opacó la decisión de un jurado estadounidense que encontró culpable a William Lynn, sacerdote de alto rango en la arquidiócesis de Filadelfia, por haber puesto en peligro el bienestar de menores de edad al no apartar de su función a otros curas denunciados por abusos sexuales. Al día siguiente sería el juicio político contra el presidente Fernando Lugo, y los países de Unasur querían observarlo: enviarían una misión de cancilleres a Asunción.
“Se debe preservar la estabilidad y el pleno respeto al orden democrático de Paraguay, observando el pleno cumplimiento de los dispositivos constitucionales y asegurando el derecho de defensa y el debido proceso”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Antonio Patriota, al salir de la reunión en la que participaron los presidentes presentes en Río de Janeiro por la cumbre del clima: Dilma Rousseff, anfitriona; José Mujica, de Uruguay; Evo Morales, de Bolivia; Sebastián Piñera, de Chile, Rafael Correa, de Ecuador, y Juan Manuel Santos, de Colombia.
Ricardo Fort presentaba en América TV su Fort Night Show mientras Jennifer López cantaba en el club GEBA sus éxitos viejos como “Jenny from the Block” y canciones de su disco más reciente, Dance Again, The Hits, como “Goin’ In”, que grabó con Flo-rida, o “I’m Into You”, con Lil Wayne. Sombras tenebrosas, la nueva película de Tim Burton protagonizada por Johnny Depp, decepcionaba a los que habían visto otras colaboraciones del dúo, como El joven manos de tijeras.
Boca empató 0-0 con Universidad de Chile y pasó a la final de la Copa Libertadores con Corinthians. La Eurocopa parecía la única alegría para los países europeos en crisis: excepto Irlanda, eliminada, los equipos de las naciones más sufridas en aquel momento llegaban a los cuartos de final. El fútbol era más amable que las finanzas para Grecia, España, Italia y Portugal.
La final del campeonato de básket de la NBA fue para los Miami Heat, y luego de nueve años de casi lograrlo, por fin LeBron James consiguió el título. El equipo de Miami le ganó 121-106 a los Thunder de Oklahoma City y salió a festejar al club LIV del hotel Fountainbleau, en la playa, donde bebieron y comieron en abundancia: la cuenta fue de USD 200.000.
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