¿Qué mejor programa para un domingo frío que ir a un homenaje a Augusto Pinochet organizado por la Corporación 11 de Septiembre y la Unión de Militares en Retiro de la Defensa Nacional? Aunque suene a broma de mal gusto, eso sucedió el 10 de junio de 2012, en Santiago de Chile, cuando casi 2.000 personas, que habían comprado entradas de entre USD 8 y USD 29, se reunieron en el teatro Caupolicán, en la calle San Diego, en lugar de quedarse en la casa abrigados mirando Mad Men o The Vampire Diaries.
Durante la semana, la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) había pedido a la justicia chilena que impidiera el acto, una apología de la dictadura que cometió crímenes contra la humanidad. Pinochet dejó más de 2.000 muertos, 1.200 desaparecidos y 40.000 detenidos y torturados, además de miles de exiliados. Pero en primera y segunda instancias se había autorizado el “acto cultural”, como lo llamó René López, vocero de la corporación que lleva por nombre la fecha del golpe de estado de 1973.
El plato fuerte del encuentro era la proyección del documental Pinochet, de Ignacio Zegers. Se había filtrado que contenía una escena de 1998 en la que se veía al presidente Sebastián Piñera en su banca de senador protestando por la detención de Pinochet en Londres por orden del juez español Baltasar Garzón. “No podemos permitir que hoy día un juez español, mañana un juez de Mozambique o de cualquier otra parte del mundo se arrogue una jurisdicción que no le corresponde”, decía Piñera, entre abucheos.
Previsiblemente, frente al teatro se reunió una concurrida manifestación contra los pinochetistas. El intercambio de consignas políticas pasó a los insultos y las pedradas, y en los alrededores algunos semáforos, automóviles y vitrinas de comercios terminaron destruidos en la trifulca. En pocos minutos hubo carros hidrantes y gases lacrimógenos de los carabineros. A la noche se estimaron más de 20 heridos y casi un centenar de detenidos.
En enero Daniel Scioli había molestado al gobierno nacional al invitar a un partido de fútbol a Mauricio Macri, líder de la oposición. El argumento “es solo un partido de fútbol” no había convencido al entorno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, como tampoco que fuera a beneficio del hospital infantil de Mar del Plata. Siempre deportista, a finales de mayo el gobernador bonaerense había invitado a Facundo Moyano, diputado por el Frente para la Victoria, a un amistoso en su quinta, Villa La Ñata, a jugarse 20 días más tarde. Aquel 10 de junio el menor de los Moyano no pudo ir, pero envió una notoria representación.
Hugo y Pablo Moyano, enfrentados con la presidenta, uno por el control de la CGT y el otro por reclamos del gremio de camioneros, que auguraban paros sorpresivos en los días siguientes, llegaron a la quinta de Scioli en la mañana del domingo. “Cristina se alejó del movimiento obrero”, dijo Pablo Moyano. “Gran parte del movimiento obrero va a apoyar a Scioli si se candidatea en el 2015″, agregó.
Sentado en el banco de suplentes, el número 2 del gremio alentó al equipo de camioneros que enfrentó a Villa La Ñata Football Club, mientras que su padre lo hacía desde los asientos para los invitados. Scioli marcó seis de los 15 goles con que su equipo, de ropa con el color naranja que había identificado su campaña, le ganó a los camioneros, que lograron ocho. “Este es un momento para poner el hombro”, le dijo el gobernador, críptico, a Pablo Moyano al despedirse.
En los Estados Unidos, donde se había comenzado a seguir con atención el fenómeno de los tiroteos masivos, se produjo el cuarto del año: tres muertos en una residencia estudiantil de Auburn, Alabama. En Francia, a poco más de un mes de haber llegado al poder, el Partido Socialista del presidente François Hollande y sus aliados ganaron en la primera vuelta de las elecciones legislativas, lo cual lo puso cerca de obtener la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional.
A la hora señalada, western de Fred Zinnemann, y El rifle, de André de Toth, se podían ver aquel domingo en el Ciclo Gary Cooper que ofrecía la Sala Lugones del Teatro San Martín. También en Buenos Aires, un show de Daniel Melero cerraba Ciudad Emergente, un festival de música, danza, artes plásticas, cine, moda, teatro y stand up al que asistieron más de 250.000 visitantes en el Centro Cultural Recoleta.
A la noche, Periodismo para todos, conducido por Jorge Lanata, sostenía un fenómeno inusual: rating de más de 20 puntos para un programa de actualidad política. Pero la noticia del día se centró en el deporte, y no porque Tigre quedara a un punto de Boca al ganarle a San Lorenzo: en uno de los partidos camino al objetivo de volver a Primera A, River le ganaba a Boca Unidos, de Corrientes, cuando un hincha, Gonzalo Saucedo, de 21 años, fue apuñalado en el estadio Monumental. El quinto hincha muerto en 2012 fue el número 267 de la violencia de las barras bravas, según la ONG Salvemos al Fútbol.
La investigación que se abrió por el asesinato incluría en los días siguientes allanamientos y secuestro de materiales en la sede del club y hasta el pedido de clausura del estadio de River por irregularidades en la organización de los partidos.
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