El director técnico de la selección argentina, Alejandro Sabella, conoció Nueva York en aquel momento, cuando llegó con el equipo nacional que enfrentaría a Brasil. El estadio donde se jugaría el partido, frente a 82.000 personas que ya habían agotado las entradas de entre USD 100 y USD 500, quedaba en East Rutherford, Nueva Jersey, a 40 minutos del Central Park.
Pero también el suburbio desangelado tuvo su atractivo la noche del 9 de junio: Lionel Messi en el equipo de Argentina, Neymar en el de Brasil. Y el rosarino, que había sido criticado por no repetir en la selección sus hazañas del Barcelona, marcó tres de los cuatro goles con que los argentinos les ganaron a los brasileños, que iban empatando 3 a 3 hasta que en el minuto 85 Messi definió el resultado.
“Nadie en el mundo ha encontrado la solución para jugar contra él”, reconoció el entrenador de Brasil, Mano Menezes. Con esos tres goles, Messi acumulaba 26 en la selección y Sabella se podía ir tranquilo a caminar por Manhattan.
El mundo, sin embargo, atendía casi exclusivamente al rescate financiero de España aquel sábado. El ministro de Economía Luis de Guindos —hoy vicepresidente del Banco Central Europeo— anunciaba que el país recibiría una línea de crédito de hasta €100.000 millones (unos USD 125.000 millones) de la Unión Europea. Luego de las crisis en Grecia, Irlanda y Portugal, Europa trataba de frenar el pánico bancario y se comprometía a prestarle al gobierno de Mariano Rajoy el equivalente al 10% del PBI español anual de entonces.
De Guindos no dijo “rescate” ni una sola vez en su anuncio: prefirió eufemismos como “un préstamo concedido en muy buenas condiciones”: el gobierno había negado durante semanas que esa pudiera ser la salida al entuerto del sistema financiero surgido de la burbuja inmobiliaria que se hinchó desde 1997 hasta 2008.
“A los alemanes no les vendría mal recordar que una crisis bancaria europea ocurrida dos años antes de 1933 contribuyó a la descomposición de la democracia”, había advertido Nouriel Roubini días antes. El economista que nunca da buenas noticias (lo llaman Dr. Catástrofe) insistía con la necesidad de un programa de recapitalización de los bancos de la eurozona para dar estabilidad financiera, directamente, en lugar de esperar que cada estado llegue al borde del precipicio.
El programa de gobierno de Rajoy no sufrirá “imposiciones”, aseguró el ministro. La UE, en un comunicado, dijo en cambio: “Se vigilarán de cerca y periódicamente las reformas y los ajustes que se realizarán en el país”.
En Argentina era un sábado tranquilo en la política, y los medios informaban sobre la nueva moda de las personas que tenían dinero y no podían acceder al dólar: la construcción inmobiliaria. Un producto que suele cotizarse en divisas, como las casas y los departamentos, tenía los costos pesificados y había atraído a los inversores que intentaban esquivar la depreciación de la moneda nacional. En cambio, la propiedad ya existente, que en efecto se medía en dólares, por eso mismo se reducía: había caído más del 25% en las semanas anteriores.
Mientras algunos compraban ya las entradas para los recitales de Madonna en diciembre, otros iban a escuchar a Charly García en Córdoba. Lo vieron desmayarse en medio de la presentación. El concierto se suspendió y el músico comenzó una internación preventiva de 15 horas en un centro de cardiología, dado que sufría de hipertensión.
La directora de teatro Vivi Tellas estrenó La bruja y su hija, un biodrama hecho a partir del Manual práctico de las manifestaciones espiritistas, de Allan Kardec. Fue a la noche, horas después de que muriese Walter Santa Ana: un actor con 50 años de carrera, ganador del premio Molière y muy recordado por sus papeles en Galileo Galilei, Las brujas de Salem y El avaro, o el unipersonal Palabras calientes sobre textos de François Villon.
María Sharapova, que no era número 1 del ranking mundial desde 2008, no sólo volvió a ese puesto sino que por primera vez ganó en Roland Garros y completó así los cuatro Grand Slams. Los Pumas comenzaron la temporada con un triunfo sobre Italia y Felipe Contempomi, con 22 de los 37 tantos, se convirtió en el número 1 de la historia del rugby argentino, con 610. Boca quedó 1 a 1 con Racing, y si bien eso lo mantenía a la cabeza del torneo Clausura, los hinchas no estuvieron muy animosos: el juego había sido horrible.
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