El gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, firmó el decreto sobre revalúo de la propiedad rural que le permitiría recaudar más impuestos y, liberada de esa granada sin pasador, la Legislatura votó su reforma fiscal con aumentos en sellos e ingresos brutos para aumentar la recaudación en $2.485 millones. De inmediato, los productores rurales anunciaron un paro de comercialización de nueve días.
En la puerta de la Legislatura, los ruralistas gritaban y tiraban huevos; al conocerse la votación, la Mesa Agropecuaria denunció el “confiscatorio zarpazo fiscal” y llamó a la movilización en las rutas, donde ya se registraban unas 40 reuniones. “Perpetúa una transferencia de recursos inaudita desde las comunidades del interior al gobierno nacional en una coparticipación al revés”, agregó el comunicado.
Para Scioli, que había recibido mucha presión de la presidente Cristina Kirchner, firmar el decreto fue “un hito”. El actual embajador en Brasil lograría su sueño de ser candidato presidencial, aunque para perder en 2015 ante el PRO de Mauricio Macri.
El entonces senador Aníbal Fernández originó sin saberlo el hashtag viral #porquesemeantoja, que aquel jueves fue trending topic en Twitter, acaso solamente opacado por Lady Gaga, que se convertía en la primera persona en lograr 25 millones de seguidores en la plataforma.
Días antes Fernández había declarado: “Vayan haciéndose la idea de que la Argentina tiene que empezar a pensar en pesos”, cuando le preguntaron sobre las restricciones de la AFIP para comprar dólares que esa noche causaron cacerolazos en barrios emblemáticos de la clase media porteña. En una radio crítica del gobierno le preguntaron por los USD 24.000 que su declaración jurada mencionaba como ahorros.
Fernández respondió: “Tampoco soy un tarado que tengo que salir a venderlos golpeándome el pecho de un falso patrioterismo y perdiendo guita. Déjelos ahí tranquilos, que están comprados legalmente. ¡Compré dólares porque se me antoja, por eso! Hago lo que quiero con mi plata”.
Durante el día trató de reducir el impacto de su expresión, pero era tarde para la velocidad de las redes sociales. No sería la primera ni la última vez que el actual ministro de Seguridad, que actualmente apoya al presidente Alberto Fernández, soltara palabras picantes. Hace pocos días, por caso, dijo que la vicepresidente “se corrió de la gestión” y poco antes había asegurado que el Presidente sería candidato a la reelección, y que Kirchner podía presentarse y competir.
Mientras el 90% de Bariloche pasaba su segundo día sin gas —los cilindros subieron de precio, los calefactores eléctricos se agotaron y los turistas que aguantaban el frío recibían días de regalo en los hoteles—, en el norte del país avanzaba la causa por la Noche del Apagón: la justicia federal de Jujuy ordenaba la detención de siete ex militares y policías por secuestro, torturas y desaparición.
El juicio —en el que ha vuelto a quedar procesado, por decisión de la Corte Suprema, Carlos Pedro Blaquier, ex CEO del ingenio Ledesma, de 95 años— se ocupa de los hechos que sucedieron en dos localidades del área del 20 al 23 de julio de 1976. Con cortes de electricidad gestionados por el ingenio, que controlaba la distribución, unas 400 personas fueron secuestradas por las fuerzas de la dictadura y llevadas a centros clandestinos de detención camionetas de esa empresa. De ellas, 36 están desaparecidas.
Aquel 31 de mayo se ordenó la detención de los agentes de las fuerzas de seguridad Francisco Espíndola, Catalino Soto, Emiliano Portal, Félix Batalla, Federico Colmenares, Ramón Herrera y Jorge Mendoza.
Por primera vez desde 2007 cuatro argentinos lograban quedar en la tercera rueda de Roland Garros: Juan Martín del Potro, Juan Mónaco, Eduardo Schwank y Leonardo Mayer. En el Teatro Nacional Cervantes Daniel Suárez Marzal estrenaba Yerma, de Federico García Lorca, con Malena Solda y Sergio Surraco, y las series The Office, Dexter y RuPaul’s Drag Race subían en la preferencia del público.
Tres presidentes se juntaban en la Casa Blanca, donde Barack Obama presentaba los retratos de George W. Bush y la ex primera dama Laura Bush, en presencia de George H.W. Bush, y el mundo recordaba un aniversario muy significativo: que 50 años atrás el nazi Adolf Eichmann era ejecutado en la prisión de Ramala, cerca de Jerusalén. Sus últimas palabras fueron “¡Larga vida a Austria, larga vida a Alemania, larga vida a Argentina! ¡Nunca los olvidaré!”.
Eichmann insistió en evadir su responsabilidad en la Shoah: entre 1938 y 1945 —argumentó durante su juicio en Israel— sólo se ocupó de organizar la expropiación de bienes y la salida de los judíos del Reich, de lograr puntualidad en los trenes que llevaban a cientos de miles a los campos de exterminio, de cumplir funciones de secretario en la Conferencia de Wannsee o de verificar que se siguieran los procedimientos correctos en el gaseo de personas.
Logró escapar de Europa por la Ruta de las Ratas hacia América del Sur, y había viajado de Génova a la Argentina de Juan Domingo Perón con un pasaporte de la Cruz Roja Internacional a nombre de su nueva identidad, Ricardo Klement. Vivió en Tucumán y se instaló finalmente en el norte del Gran Buenos Aires, en una casa que construyó en Garibaldi al 6000, partido de San Fernando, a la que se dirigía en 11 de mayo de 1960 cuando Peter Malkin llamó su atención y el resto del comando especial de “voluntarios” —gente del Mosad, se sabría formalmente en 2005— se echó sobre él.
David Ben Gurión pidió disculpas al gobierno de Arturo Frondizi por la violación de la soberanía argentina. Eichmann fue juzgado, se le probaron 15 crímenes de guerra, contra la humanidad y contra el pueblo judío, y ahorcado el 31 de mayo de 1962.
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