Si los especialistas en finanzas habían establecido un imaginario techo para el dólar paralelo en $ 6, aquel miércoles debieron reconsiderar sus predicciones: el blue cerró a $ 6,15. El aumento del oficial, a $ 4,49, no impactó siquiera en la brecha que cada día parecía ser mayor entre los dos valores, que entonces superaba el 35 por ciento. Habían pasado sólo dos semanas desde que la AFIP redujera los límites para comprar divisas y en las últimas 48 horas el mercado había subido a un ritmo de 20 centavos diarios.
Cierres de comercio que aceptaban dólares por encima del precio BCRA, inspectores en las agencias de cambio y persecución de árbolitos daban una imgen de controles, mientras en algunas sucursales bancarias se agotaban los billetes en moneda extranjera por la cantidad de ahorristas que iba a retirarlos. El gobierno insistía en que el mercado paralelo era irrelevante, que no llegaba al 3% de las operaciones, pero los economistas opositores veían señales de problemas más profundos.
Esta perspectiva no combinaba bien con la crisis fiscal de la provincia de Buenos Aires, que más de una vez en el pasado había anticipado el destino nacional. El gobernador Daniel Scioli hacía números para pagar los salarios —y al mes siguiente se avecinaba el aguinaldo— mientras encontraba resistencia entre los propietarios rurales a los que se esperaba imponer una nueva valuación fiscal, que aumentaría sus obligaciones en unos $ 400 millones. La reforma impositiva venía naufragando en la Legislatura bonarense, pero la presión desde la Nación era grande.
En abril, por ejemplo, la provincia había recibido sólo $ 200 millones de los $ 1.300 millones que necesitaba. Scioli había complicado el panorama al expresar su deseo de ser candidato presidencial en 2015: ¿por qué habría de rescatarlo el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner si él aspiraba a competir contra ella? Si la administración provincial estaba en problemas, que el gobernador los resolviera, o quedara mal con los votantes.
Un tractorazo en Rufino, Santa Fe, aquel 23 de mayo, se quejó por igual de Kirchner y Scioli. Encabezada por la Federación Agraria Argentina, la protesta prometió multiplicarse: “Si se subordina al poder central, sepa, gobernador Scioli, que en la provincia de Buenos Aires nos va a encontrar en los cruces de caminos resistiendo semejante atropello”, dijo Eduardo Buzzi, de la FAA.
Ese día la obra de un platense, Emilio Pettoruti, marcó un récord para el arte argentino: en la sede de Christie’s en Nueva York, la naturaleza muerta “Concierto”, de 1941, se vendió a USD 794.500. En ese mismo lugar, cuatro años antes, la obra de Pettoruti había logrado la marca máxima anterior, cuando “El cantor” se remató a USD 782.500.
Un edificio de la antigua compañía de electricidad Ítalo, que contenía 12 calderas en el barrio porteño de La Boca, se transformó en un espacio para la música, la danza y las artes plásticas: la Usina del Arte. Con una sala sinfónica de 1.200 butacas y una de cámara de 400, el edificio que en 1914 había hecho el arquitecto Juan Chiogna, cerrado en 1997, ocuparía ahora 15.000 metros cuadrados y contaría con espacios para ensayo y para televisión, una sala de exposiciones en un salón de 20 metro de altura y una biblioteca.
Por primera vez desde la caída de Hosni Mubarak, quien durante tres décadas había mantenido un poder dictatorial en Egipto, casi 50 millones de personas votarían por primera vez por un presidente. Luego de la llamada Primavera Árabe, que en el país representaron manifestaciones masivas que fueron reprimidas y dejaron entre 200 y 800 muertos, una junta militar de transición organizó las elecciones y se disponía a entregar el poder a quien resultara ganador en dos trechos: uno el 23 y el 24 de mayo y una segunda vuelta el 16 y 17 de junio.
Los 13 candidatos tenían en común su vaguedad sobre los planes de gobierno y sus manifestaciones sobre el compromiso con la revolución que había terminado con Mubarak, por entonces detenido y próximo a ser condenado a una cadena perpetua que se anularía para que fuera vuelto a juzgar con más benevolencia (salió en libertad en 2017 y murió en 2020). Los cuatro candidatos que podrían llegar a la segunda vuelta compartían también un fuerte discurso religioso.
Al otro lado del Mediterráneo, en Sicilia, 2.600 estudiantes de 250 escuelas de Italia se encontraron con el primer ministro, Mario Monti, para recordar al juez antimafia Giovanni Falcone y su esposa, Francesca Morvillo, que 20 años antes fueron asesinados junto con tres de sus escoltas (Rocco Di Cillo, Vito Schifani y Antonio Montinaro), cuando una bomba de 150 kilos detonó en la autopista entre Palermo y el aeropuerto.
“Sabemos que las mafias de hoy son muy distintas a las que Falcone había empezado a combatir. Han recibido y reciben golpes muy fuertes, pero han sido capaces de reinventarse”, dijo sobre la Cosa Nostra siciliana —cuyo líder Salvatore Riina, ‘U Capu di ‘i Capi, ordenó el atentado—, la Camorra napolitana y la N’drangheta en Calabria. Los estudiantes aprendieron que Falcone enjuició a 400 gángsters y abrió un camino arduo en Italia.
Mientras se estrenaba Condicionados, la miniserie que protagonizaban Oscar Martínez y Soledad Silveyra como un matrimonio de la industria del porno cansado por los años y al borde del divorcio, Mirtha Legrand les competía fuerte desde La dueña, su regreso a la ficción luego de casi 50 años.
En el deporte Boca se llevó la atención de todos, no sólo de sus hinchas: luego de un partido que presagiaba lo peor, en el minuto 90 logró empatarle al local, Fluminense, en Río de Janeiro, y pasar a las semifinales de la Copa Libertadores.
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