El Inter de Miami es un equipo de fútbol cuando juega Messi y, cuando no juega, es una franquicia de la MLS. Messi revolucionó el fútbol mundial. Y, luego de ganar la Copa del Mundo con Argentina, su llegada a Estados Unidos le dio un electroshock futbolero a la Major League Soccer, una liga que es muy diferente a la nuestra.
Ver a Messi es ver historia en tiempo presente. Sea el momento, el tiempo y el equipo que sea. Cuando un turista latino viaja a Estados Unidos antes revisa en la agenda si en su recorrido hay algún partido del Inter. Eso fue lo que hice antes de viajar. Este texto comienza varios meses antes de un partido en Nueva York entre el Red Bull versus el Inter, con las expectativas de volver a ver al mejor del mundo.
La última vez que había visto a Messi fue en 2023 frente a Paraguay por la Eliminatorias en el Monumental. Estaba en el banco de suplentes, pero entró en el segundo tiempo. Triunfo 1 a 0 y alegría total. Antes, en el partido homenaje a Maxi Rodríguez en la cancha de Newell’s. Ambos partidos junto a mi hijo. En ambos, escribí en la newsletter Recomendadas AM semblanzas y emociones, y recibí siempre muchos mensajes de los lectores.
Cuando emprendí el viaje a Estados Unidos pasó lo mismo. Un viaje como un peregrinaje colectivo. Un texto compartido y escrito junto a la comunidad de lectores que empezó mucho antes de subir a un avión. Es que viajar para ver a Messi es como el camino de un peregrino.
La revolución en Miami
Más seguidores en las redes del Inter, más gente en los estadios y mucho, mucho más dinero. Todo lo que toca Messi se convierte en oro. Para dimensionar el crecimiento económico, el Inter pasó de tener presupuestados algo más de 60 millones a facturar unos 125 o 130 millones. Este año proyectan aumentar sus cuentas en 200 millones de dólares.
El público de Estados Unidos y Canadá sigue atento el fixture del Inter. Los turistas, también. Los espectadores cada vez son más. Las Garzas convocaron 72.610 personas en el Arrowhead Stadium en abril de este año cuando jugaron frente al Sporting KC y convirtieron el partido en el cuarto más concurrido en la historia de la competencia. Y si pensamos en la televisación, vale recordar que durante su debut el año pasado, la transmisión del encuentro contra Cruz Azul registró 12.500.000 espectadores. Fue el partido de fútbol más visto de la historia en la televisión de Estados Unidos.
Un acreditación con tiempo
Tres meses antes del partido, comencé a gestionar la acreditación para ver a los Red Bulls. La promesa era ver a Messi en Nueva York. Como lo hizo alguna vez Charly García o Diego Maradona, el objetivo era poder registrar y narrar la llegada del futbolista rosarino a la meca de la cultura occidental para jugar contra el equipo de la franquicia de la bebida energizante.
La acreditación siguió su curso. Solicitudes que van, confirmaciones que llegan. Pero Messi nunca viajó. Una lesión muscular lo alejó de ese partido. “Está trabajando con los fisioterapeutas pero está descartado para mañana”, confirmó el cuerpo técnico desde Miami.
Lo primero que hice al llegar al aeropuerto internacional John F. Kennedy de Nueva York fue conseguir wi-fi. Luego, chequear el correo electrónico. Desde el área de prensa de los Red Bulls me confirmaban la acreditación. Pero, sabiendo sobre la lesión de Messi y conociendo que mi ciudad de origen es Rosario, la misma del capitán de la selección, me preguntaron: “¿Todavía tiene programada su cobertura?”. La respuesta fue un sí rotundo. Un peregrino no depende jamás de la buena salud de su Dios.
Viaje a Nueva Jersey
El recorrido estaba programado. Subte desde la calle 42 de Manhattan hasta Nueva Jersey, donde juega de local el New York Red Bull. Todo preparado. Cámara de fotos, grabador, documentación. Sin Messi, pero con el uruguayo Luis Suárez, los españoles Busquets y Jordi Alba, y con otro rosarino en el banco de suplentes, el DT Gerardo Martino, emprendimos el viaje en medio de una lluvia torrencial.
Subte E con combinación en World Trade Center y, desde allí, combinación con el tren hasta Nueva Jersey: uno de los cincuenta estados que, junto con Washington D. C., conforman los Estados Unidos.
Así llegamos a Harrison, el pueblo de 19.450 habitantes. Por las ventanillas del tren se veía el agua de lluvia, el puerto y las casas bajas hasta que apareció el Red Bull Arena. Estadio multipropósito que se inauguró en 2010 y tiene capacidad para 25.189 espectadores. Es el segundo estadio de fútbol con mayor capacidad del país, luego del StubHub Center de Los Ángeles. Tiene un techo ondulado translúcido de estilo europeo, que cubre la totalidad de los asientos en el estadio, pero no el campo de juego.
El soccer se vive diferente. La MLS está conformada por 29 equipos divididos en dos conferencias: 15 equipos en el Este y 14 en el Oeste. Tiene una estructura de “única entidad” ( en inglés single-entity), lo que significa que la liga es la propietaria de los contratos de los jugadores y los dueños de los equipos son accionistas. Esto se hizo para controlar los costos y mantener la competitividad entre equipos. El objetivo es que exista paridad. A más paridad, más competencia. A mayor competencia, partidos más atractivos.
Los equipos no son clubes, son franquicias. Y cada una es operada por un grupo propietario o un individuo que tiene participación en la liga como inversor. Los grupos propietarios son responsables de la gestión diaria de los equipos, incluyendo finanzas, operaciones y marketing.
Hay un dato significativo. Existe el límite salarial para los jugadores, una medida que restringe cuánto puede gastar cada equipo en sueldos. En el caso de Messi, aunque su salario y compensaciones son considerablemente altos, se da mediante la regla del Jugador Designado. Esta regla, introducida en 2007, permite a los equipos contratar hasta tres jugadores cuyos salarios exceden el límite salarial establecido, con solo una parte de su sueldo afectando el tope.
Además, Messi recibe beneficios adicionales a través de acuerdos comerciales y patrocinios, incluyendo una participación en los ingresos por ventas de camisetas y posibles acciones en el club. Así la MLS puede atraer a jugadores de élite mientras mantiene un equilibrio competitivo en la liga.
Empapados por la tormenta, que no cesaba, llegamos al estadio. Nuestra acreditación nos estaba esperando de forma prolija. Nos tocó la segunda línea de palcos a metros del banco de suplentes del Red Bull.
En la sala de prensa había mucha presencia de periodistas latinos. También había tacos, cookies, gaseosas y unas hamburguesas increíbles que no eran de ninguna cadena de comidas rápidas y sabían a caseras. Todo para servirse a discreción y era muy difícil ser discreto. Lo increíble es que en el estadio del Red Bull no había ni una latita de bebida energizante en el área de prensa.
Los lectores de Recomendadas AM me escribieron por mail y en mis redes a medida que iba avanzando la cobertura en tiempo real del partido, y parece que el detalles de las hamburguesas no fue menor. Sergio, escribió: “No dejes de conocer la hamburguesería Stardust. Te va a sorprender después de hacer fila para entrar”. La recomendación de Sergio es muy buena. Es un lugar ambientado en los años cincuenta, con camareros que cantan, música en vivo, televisores que transmiten todos los eventos deportivos y una carta de clásicos norteamericanos.
Melina, dijo: “Qué bella sos NYC, es así tan familiar la primera vez como la describís, Juan. Si te gustan esas burgas que mencionas, no podés perderte las de Shake Shack”. Gran recomendación, porque esa cadena nació como un carrito en el Madison Square Park en el 2000 y hoy tiene presencia en todo el país. Carne Angus, pan de papa, papas fritas rizadas: un icono de la comida rápida gourmet que empezó su legado en el corazón de Nueva York.
Si te gusta viajar y asistir a eventos deportivos, te recomiendo comprar con anticipación las entradas. Lo podés hacer en la web de los equipos. Cuando juega Messi, las entradas llegan hasta quintuplicar su valor. Para que te des una idea, las entradas en el Red Bull solían costar entre 35 y 45 dólares, pero frente al Inter, la más económica valía 450 dólares.
Luego de las hamburguesas, a trabajar. Cada periodista y cada fotógrafo teníamos un escritorio individual asignado. Tomamos nota de las formaciones de los equipos, abrigarse, otra vez a mojarnos y algunos seguidores se preguntaban: “¿Dónde está Messi?”
Un partido como show
El partido de fútbol tenía una cortina musical. Todo el tiempo la voz del locutor se hacía presente. Cuando anunciaron a los jugadores del Inter Miami apareció la Marcha Imperial de ‘La Guerra de las Galaxias’. En cambio, la música era festiva para el equipo de Nueva York.
Los hinchas del Inter estaban ‘colados’ en las gradas. Repartidos y diseminados, no había una tribuna con los seguidores del equipo de Messi. Pero cuando tocaba la pelota Busquets, ese murmullo que es un lenguaje universal del fútbol, se hacía presente. El buen fútbol, el buen toque y el buen pie no tienen nacionalidad. El fútbol es una Nación en sí misma.
Antes de comenzar el encuentro, subí una foto a las redes y vimos el match junto a algunos lectores a la distancia. Leónidas, mientras lo miraba por TV, dijo “pensé que iban a ir a la cancha y di en la tecla. Disfruten”. Carlos escribió: “Qué raro este mundo interconectado, estaba mirando desde España el final de este partido sin saber que vos estabas en la cancha. ¡Te hubiera buscado! De todos modos, convendremos que el resultado fue un poco injusto. Ese tiro en el travesaño del final debería haber entrado para consolación de los Rositas. Te mando un gran abrazo sin olvidar a ese amigo de la agencia de viajes que me recomendaba: ‘Visite Estados Unidos, antes de que Estados Unidos lo visite a usted”.
Además de la música permanente, hubo fuegos artificiales. Incluso cuando se tocaron las estrofas del himno. La fiesta no fue espontánea. No hizo falta la hinchada, todo estuvo metódicamente programado. Y el partido fue una goleada. Red Bull pasó por encima al Inter. Jugó de contragolpe. A eso se refería Carlos con lo injusto.
Un escocés inquieto, intrépido e inagarrable metió tres golazos sin que el Inter pudiera hacer nada. Lewis Morgan causó estragos en la zaga de cinco jugadores que planteó Martino. El escocés, que jugó en Inter entre 2020 y 2021, no celebró ninguna de sus tres anotaciones, que lo colocaron en lo más alto de la tabla de goleadores de la liga norteamericana (MLS). Y si faltaba épica, Morgan fue sustituido en medio de una ovación por parte de los aficionados. Con más música en los altoparlantes.
El resultado final fue 4-0 en la cancha del New York Red Bulls con un triplete de Morgan. El delantero escocés anotó en los minutos 3, 51 y 70 y el venezolano Wikelman Carmona lo hizo en el 66.
Un dato. En Red Bulls debutó Julian Hall, un pibe de 15 años. Nosotros seguíamos empapados, pero felices, esperando que explotara otro fuego artificial. Pero el cierre fue mucho más familiar. Los jugadores neoyorquinos se acercaron hasta las plateas, regalaron camisetas, miraron a sus esposas e hijos. Golear al equipo estrella de la Liga tiene sus frutos. El fútbol franquicia fue, en una tarde de lluvia, un picadito. Simplemente fútbol. Y para un peregrino eso ya es suficiente.