La impresión de la comida del avión varía de persona a persona. A algunos les gusta, mientras que a muchos no. Sin embargo, el alcohol es algo que ofrecen los servicios de las compañías que no defraudan a quienes lo consumen. Los viajeros tienen muchas opciones para elegir a bordo. Sin embargo, hay un trago en particular que puede brindarles una experiencia de sabor superior mientras están a bordo: el Bloody Mary. Según la ciencia, sabe mejor a 9 mil metros de altura.
Según un estudio de 2016 realizado por un grupo de investigadores de la Universidad Cornell publicado en el Journal of Experimental Psychology: Human Perception and Performance, el jugo de tomate, también conocido como el ingrediente principal de un Bloody Mary, sabe mejor en el aire debido al nivel de ruido en un avión que influye en la percepción humana del gusto.
Para llegar a su conclusión, el equipo hizo que 48 participantes probaran una variedad de jugos de tomate con diferentes perfiles de sabor, incluidas opciones dulces, saladas y amargas. Mientras probaban los jugos, el equipo aumentó los niveles de ruido y pidió a los participantes que calificaran la intensidad de cada sabor a lo largo del proceso. El equipo descubrió que cuanto más ruidoso era el ambiente, más difícil era para los participantes detectar la dulzura. Sin embargo, los sabores salados (conocidos como “umami”) seguían siendo fáciles de captar para los participantes.
Se trata de un cóctel con una historia centenaria. Se cree que el Bloody Mary se hizo por primera vez en 1921 y que lo preparó un barman francés llamado Fernand Petiot en el Harry’s New York Bar de París, mezclando a partes iguales vodka y zumo de tomate. Posteriormente, cuando Petiot se trasladó a los Estados Unidos como jefe del Bar King Cole en el Hotel Saint Regis de Nueva York, cambió la fórmula refinando el cóctel, añadiendo sal y pimienta, zumo de limón, y toques de salsa Worthestershire (Perrins) y unas gotas de salsa tabasco rojo.
“Nuestro estudio confirmó que en un ambiente de mucho ruido, nuestro sentido del gusto se ve comprometido. Curiosamente, esto fue específico de los sabores dulce y umami, con el sabor dulce inhibido y el sabor umami significativamente mejorado”, dijo Robin Dando, profesor asistente de ciencias de la alimentación en la Cornell, escribió sobre los hallazgos del estudio. “Las propiedades multisensoriales del entorno donde consumimos nuestros alimentos pueden alterar nuestra percepción de los alimentos que comemos”.
Los científicos de Cornell no son los únicos que confirman este sabroso hallazgo. La compañía aérea alemana Lufthansa también encargó un estudio realizado por el Instituto Fraunhofer de Física de la Construcción de Alemania, que encontró que la combinación de sequedad y baja presión también reduce la sensibilidad de las papilas gustativas tanto para el dulce como para el salado en un 30%. Esto una vez más apunta al hecho de que los alimentos ricos en umami son, de hecho, los que mejor saben en el aire.
“La naturaleza multisensorial de lo que consideramos ‘sabor’ está indudablemente respaldada por complejas interacciones centrales y periféricas”, añadió Dando. Y concluyó: “Nuestros resultados caracterizan una interacción sensorial novedosa, con implicaciones intrigantes para el efecto del entorno en el que consumimos alimentos”.
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