Los sueños no se apagaron con la pandemia, quizás las restricciones fueron la mecha perfecta para azuzarlos. Las ganas de viajar estallan en el corazón de los viajeros empedernidos. Las restricciones, las etapas de vacunación, las nuevas variantes y las olas que van y vuelven como en la playa, arrastran los deseos tierra adentro. La magia de convertirse en turista llega de la mano de la curiosidad. Latinoamérica está repleta de joyas amadas por toda lista de prioridades de amantes del lujo de cualquier rincón del mundo. Están aquí a la vuelta, al alcance de la mano. Esta es la mejor temporada para quedarse por el barrio y hacer de lo nuestro el destino soñado. Todo sin perder un ápice del lujo.
El desierto más lleno del mundo
Volcanes, dunas, ojos de agua, lagunas salada, mesetas interminables, la mejor visión del cielo del planeta, temperaturas superiores a los 50 grados, géiseres, flora y fauna inesperada... no falta nada en el desierto de Atacama. Es el epicentro para ver los astros como en ningún otro sitio. De hecho, allí se encuentra uno de los centros de la Nasa para el estudio de los planetas. Es que aquí, gracias a la atmósfera particular, se vislumbran en detalle. Una cena abundante con los sabores del desierto y una excursión al medio de la noche a oscuras, sólo alumbrados por la luna y entibiados con el chocolate caliente, para ver de cerca a Júpiter o Venus en el silencio absoluto, es una experiencia inolvidable. Público escaso, siestas largas, espacio que sobra y atractivos múltiples que no se terminan aunque el viajero le ponga ahínco.
La experiencia en el resort Awasi es un reino de lujuria. La cabaña llega con guía-chofer y 4x4. Las excursiones son en solitario. La inmersión es completa, lo mismo que el all inclusive donde el “all” es mucho más que todo. El recorrido es a tiempo propio, se arma con el asesoramiento del guía e intención del paseante. La experiencia gastronómica deja repleta el alma de sabores desconocidos, porque aquí se recrea la cocina de los ancestros, donde el desierto siempre fue mucho más que sol y arena.
El Orient Express de América
Si a Macchu Picchu le faltaba algo era llegar al pueblo como en los tiempos de Indiana Jones, personaje inspirado en Hiram Bingham, que se adentró en el reino de los incas y redescubrió Machu Picchu. Un viaje a un sitio mítico requiere un viaje irrepetible. Arribar a un sitio sagrado, amerita hacerlo con estilo. Esa es la propuesta con la que la versión americana del Orient Express hace el trayecto que une Cusco y Machu Picchu Pueblo. El tren es el Belmond Hiram Birham, el transporte exclusivo que remonta a las experiencias de aventuras de otro tiempo. En su carta bailan la papa nativa, el choclo del Valle Sagrado, el lomo peruano típico, saltado con toques de cuisine francesa y las salsas de maíz morado. Vino y aperitivos con tintes peruanos provenientes de las viñas aledañas a la vía.
¿Qué agregar de Macchu Picchu? Una travesía a las entrañas de la historia aborigen latinoamericana, para descubrir el sentido de la vida arraigado en la tierra. Dejarse deslumbrar por el pueblo, más tarde por la ciudadela, que conmuevan los cercanos Urubamba y Valle Sagrado, que no quede Cusco lejos de las mirada. Un viaje del que necesariamente se vuelve diferente.
La garota de la región
Río de Janeiro es como una diva. Tiene fama y tiempo recorrido, pero siempre sorprende en su nueva interpretación. Es una ciudad que acompaña el ciclo vital del viajero. La playa todoterreno en la primera juventud, el descontrol del Sambódromo años más tarde, el lado tradicional y exótico o la vida familiar, la gastronomía novedosa, la arquitectura que no se detiene, siempre sus ganas de sonreír. El Copacabana Palace es el hotel tradicional por excelencia de Río de Janeiro, repleto de encanto, sus habitaciones se reparten entre el estilo francés y el art deco. La experiencia lujosa en la ciudad carioca se multiplica en este hotel que es un destino por sí solo.
Repleto de glamour y sofisticación es una marca en el orillo sudamericano. Se convirtió con el tiempo en el lugar preferido por el jet set y la realeza. Con espacio propio en la mítica Copacabana, el ambiente permite vivir la playa real de Río. Sólo cruzar el ingreso a un oasis protegido donde la estadía se vuele atemporal.
El impenetrable de América
Puerto Maldonado, en la selva tropical del sur de Perú bordeando la frontera con Bolivia y Brasil, es la puerta de entrada a uno de los entornos tropicales más remotos y extraordinarios del mundo: el Amazonas. La Reserva Nacional Tambopata, una de las pocas selvas tropicales vírgenes de fácil acceso en el mundo, es conocida por su mega biodiversidad. Con vista a la confluencia de los ríos Tambopata y Madre de Dios, Puerto Maldonado se encuentra a 400 metros sobre el nivel del mar. La riqueza de la cuenca del Amazonas crea un escenario espectacular para la observación de aves. Unas 590 especies, incluidas tucanes, tangaras, papamoscas y coloridos guacamayos habitan la reserva. La selva también ha sido llamada la “farmacia más grande del mundo”, debido a la gran cantidad de especias medicinales encontradas allí.
Un albergue ecológico de lujo frente al río Madre de Dios es lo que propone Inkaterra Reserva Amazónica, uno de los 25 mejores eco-lodges del mundo, con 35 cabañas de madera inspiradas en la cultura Ese’Eja. Excursiones a la carta, incluida una visita a un sistema de puentes a 30 metros sobre el suelo, que permite a los aventureros disfrutar de una vista privilegiada del Amazonas. Todo sustentable, todo ecológico, todo de lujo.
Tierra de tortugas gigantes
Las islas Galápagos fueron un refugio de piratas, que usaron su rutinaria niebla para protegerse en sus asaltos. Ellos las apodaron “las encantadas”. Playas despejadas, grutas profundas, lava milenaria, cientos de especies, centro conservacionista y, claro, las enormes tortugas. Es el sitio que sedujo a Darwin por la velocidad de la adaptación de sus especies. Allí, además de las tortugas, se encuentran las iguanas marinas y el piquero de patas azules, dos de las especies endémicas de las islas.
La joya hotelera es el Palm Beach, un predio de 200 hectáreas que linda con el Parque Nacional en dos de sus laterales y con granjas ganaderas en los otros dos. Allí las enormes cabañas enclavadas en las elevaciones de las islas proponen sentirse tal como hicieron el mismísimo Príncipe Carlos de Inglaterra, y su esposa, Camilla Parker, en ocasión de una visita conservacionista.
Adentro del predio, la frutilla del postre: el túnel de lava más rico del archipiélago. Unos 1600 metros, 800 de ellos transitables, que alcanza 12 metros de profundidad, un millón y medio de años de antigüedad y que soportó lava a 1800 grados centígrados.
El tesoro mexicano
Riviera Nayarit se distingue en la zona del pacífico mexicano por albergar una importante riqueza cultural y natural, con la Reserva Islas Marías que refrenda su condición de destino preocupado por cuidar sus ecosistemas y brindar a sus visitantes, exclusivas experiencias en espacios que preservan su belleza y atractivo natural.
La región evoca una sensación de escape exótico y de lujo. Situado a unos minutos al norte del Aeropuerto Internacional de Puerto Vallarta, es el destino de moda en México, con más 300 kilómetros de costa virgen, cuenta con 23 microdestinos, desde tradicionales pueblos a la orilla del mar, escarpadas montañas, santuarios de la naturaleza, arena dorada, playas rodeadas de palmeras, Hoteles Todo Incluido y resorts de lujo.
Al pisar Punta de Mita, la península del glamour, y estar frente al inmenso océano sobre blancas arenas de esta península, arriba una sensación de completa tranquilidad. Un exclusivo y lujoso resguardo que se levantó en una península que se extiende en casi diez kilómetros de playas vírgenes, rodeadas de colinas verdes. El sitio perfecto para perderse en el interminable azul turquesa del mar.
La Polinesia de América
Pocos territorios en el mundo pueden llamarse a sí mismos “isla” con la autoridad que tiene para hacerlo la Isla de Pascua. Está a 2.000 kilómetros de la tierra habitada más cercana. Aunque bajo dominio chileno, es considerada parte del archipiélago polinésico. Cuenta con toda la impronta típica de esa geología: arena blanca, palmeras cocoteras, azul cielo mar sin horizonte, olas que acarician. Sin embargo, sigue siendo casi virgen, con escasos visitantes. Se sabe que ha sido el origen de la cultura rapa nui. El rey Ariki Hotu Matu’a desembarcó en ella y estableció el primer poblado de la isla.
Localmente se la llama Hanga Mori o Hanga Rau Ariki (Bahía de Reyes). A todos estos atributos se suma un dato extra que aporta una combinación inhallable: el Ahu Nau Nau, los septillizos moais que dominan la playa. Una unión verdaderamente única. Un recorrido interesante para hacer es el camino interior que une el centro con Anakena. A un kilómetro de distancia, Ovahe es la segunda playa, encerrada por la montaña de piedra negra y sin nadie alrededor. El regreso puede hacerse por el camino costero, que está sembrado de moais. Se pasará por Ahu Te Pito Kura, con su moai recostado de 11 metros de altura y una piedra perfectamente redondeada que marcaría el ombligo del mundo, la zona de Papa Vaca, importante por los petroglifos y el Ahu Tongariki, que ha sido completamente restaurado.
El fin del mundo
Paisajes, historias, adrenalina, leyendas, emociones, experiencia, faros, glaciares, vida silvestre. Entrar a fondo a una de las localidades más anheladas por los viajeros del mundo, esa es la experiencia Ushuaia. Subir a una 4×4 y atreverse a las venas abiertas del fin del mundo. Un día de campo fueguino. Emocionarse con en una travesía plagada de anécdotas y momentos sin aliento. Descubrir la huella de los baqueanos que dieron vida a la hoy ruta 3 en su más remota versión. Fotografiar los parajes inhóspitos en medio de bosques que hablan con sus melodías de hojas, troncos al viento y vida perenne.
Tierra del Fuego propone la diversidad de contemplar únicos escenarios como las estepas del norte, los lagos y los bosques del centro, los picos y los glaciares de la imponente cordillera y los misterios, historias y leyendas insondables del Canal Beagle. El refugio perfecto para la adrenalina sureña se cobija en Las Hayas , un remanso de paz en los últimos confines de la tierra. Allí donde cruzando la cordillera aún está la Argentina. Un cálido diseño que supo gobernar la intensidad típica del sur con cierto aire barroco y la vibra hygge del estilo nórdico que da paz y cobijo armonioso.
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