Cuando nombramos un lugar automáticamente lo relacionamos con un paisaje, un animal o una experiencia. Iguazú significa las cataratas; Península Valdés, el avistamiento de ballenas; Salta, las casonas españolas y el poncho colorado. ¿Qué significa Iberá para el turista? Fauna, paisajes acuáticos, gauchos, paisanos, carpinchos, ciervos, yacarés y un sinfín de aves.
Desde el año 2005 se promueve como destino turístico. Gracias al trabajo mancomunado con el gobierno nacional y provincial, autoridades municipales, ONGs, y la difusión de la prensa, hoy el Iberá está posicionando como uno de los principales destinos de naturaleza de Argentina, y allí el turismo ya es motor de desarrollo local.
“Iberá” significa “aguas que brillan” en lengua guaraní, reflejando la belleza inigualable de sus inmensos cuerpos de agua, enmarcados en amaneceres y atardeceres de un encanto singular. Allí se unen un área protegida nacional y un área protegida provincial, cubriendo más de 700.000 hectáreas en el mayor parque natural de la Argentina. En el centro de esta gran llanura subtropical se encuentra el humedal o estero, alrededor del cual conviven variados ambientes como la selva paranaense, el monte chaqueño, los pastizales abiertos y el espinal.
De las 1.300.000 hectáreas que componen la cuenca y Reserva Natural Iberá, 550.000 constituyen el Parque Provincial Iberá, el cual fue delimitado por decreto en 2009 y ampliado en 2016, y cuyas tierras surgieron al mapear el territorio fiscal ubicado al fondo de las estancias, donde era imposible entrar. El Gran Parque Iberá -el Parque Provincial sumado al Parque Nacional- alberga dentro de su territorio la mayor población mundial del amenazado yetapá de collar, y la segunda mayor del ciervo de los pantanos. Sirve además como refugio fundamental para especies amenazadas como el aguará guazú, el venado de las pampas, las aves de pastizal casi extintas en Argentina por la actividad agrícola, el yacaré, y el lobito de río.
Además, por su tamaño y calidad de hábitat, esta área de conservación representa una oportunidad única para la reintroducción de especies localmente extintas como el oso hormiguero, el pecarí de collar, el ocelote, el lobo gargantilla y el yaguareté. Guardaparques nacionales y provinciales trabajan en conjunto para preservar la calidad y abundancia de animales autóctonos, que garantizan al turista una experiencia de alto nivel.
El Gran Parque Iberá se encuentra, a su vez, rodeado por más de 600.000 hectáreas de tierras privadas incluidas en la actual Reserva Natural Iberá, que pueden desarrollar diferentes tipos de producción sustentable, además de beneficiarse del atractivo turístico que ofrece el área central de conservación estricta.
Su ubicación hace del Iberá un destino único, ya que si se disponen de varios días es posible experimentar el “corredor verde” que une las provincias de Salta, Jujuy, Formosa, Chaco, Corrientes y Misiones. Destinos como el Parque Nacional Mburucuyá (Corrientes), el Parque Nacional El Impenetrable y el Parque Nacional Chaco (Chaco), Bañado La Estrella (Formosa) y el Parque Nacional Iguazú (Misiones).
Dentro de las principales actividades para hacer, se destacan el senderismo (pedestre o vehicular), las travesías en kayak, los paseos en lancha, en canoa a botador o tirada por caballo, el avistaje de aves con guías experimentados, las cabalgatas y los safaris nocturnos. Estos últimos se realizan en los portales Laguna Iberá, Carambola y San Nicolás. Cuando el sol se esconde, los viajeros se adentrarán en las selvas y montes, en busca de animales que acostumbran a cazar durante horas de la noche, en un vehículo con guías, para acortar las distancias y encontrarse con la fauna más difícil de ser avistada.
Gran Parque Iberá: para todos, para siempre
En un proceso de compra de antiguas estancias ganaderas, la Fundación Rewilding y The Conservation Land Trust Argentina (CLT) adquirieron alrededor de 158.000 hectáreas linderas al Parque Provincial Iberá, que incluyen hábitats no representados en ese parque como el espinal, el malezal y ciertas áreas boscosas. El objetivo de este proceso fue convertir estas áreas en un Parque Nacional.
Luego de un largo proceso, el 5 de diciembre de 2018 la cámara de diputados votó positivamente la creación por ley del Parque Nacional Iberá, asegurando para siempre la conservación de 158.800 hectáreas bajo la protección legal más fuerte en materia de tierras públicas, y la mayor jerarquía que se le puede otorgar a un destino turístico de naturaleza a nivel mundial.
“Iberá está posicionado como el mejor destino de avistaje silvestre de la Argentina. Entre flora y fauna habitan alrededor de 4000 especies. El territorio es hogar de 500 especies de aves, el 50% de la población total de aves del país. Para los locales, Iberá es sinónimo de orgullo orgullo. Antes, la región estaba olvidada y la describían como ‘un pozo negro en la provincia’. Con el correr del tiempo y gracias al esfuerzo de muchos, logró convertirse en un territorio con vida”, manifestó en diálogo con Infobae Marisi López coordinadora del Proyecto Iberá de la Fundación Rewilding.
Este territorio asegura el crecimiento de una nueva economía regional basada en el turismo de naturaleza, con el apoyo de los gobiernos y emprendedores privados. Las actividades vinculadas al avistamiento de fauna, sumadas a los valores culturales de los isleños y gauchos, se potencian con el aumento poblacional de las especies reintroducidas. Conforme con el acuerdo de donación, las tierras serán entregadas en un proceso progresivo con metas anuales. El acuerdo de donación contempla, también, la continuación del trabajo de restauración de fauna de la fundación por un período de 10 años.
“Este territorio, que hoy pueden experimentar todas las personas de Argentina y el mundo, ha sido revalorizado en función de una nueva visión de desarrollo local: la producción de naturaleza. Esta visión contempla la vida silvestre como un valor que puede ser experimentado a través del turismo de naturaleza, sirviendo de motor económico para los municipios que lo rodean”, sostuvo López.
Para lograr que los parques naturales se conviertan en motores para el desarrollo de las comunidades vecinas es necesario diseñar e implementar obras de infraestructura de acceso y uso público como senderos, refugios, áreas de acampe, áreas de esparcimiento, estacionamientos, puestos de guardaparques y servicios, correctamente señalizados.
Hasta hace unos años los accesos a Iberá se encontraban en campos privados que podían estar o no cerrados con candados, según decisión del dueño. Solo desde Colonia Pellegrini se podía ingresar libremente. “Con la creación del Gran Parque Iberá surgió la necesidad de diseñar una red de caminos y accesos que permitan la visita a esta área protegida de más de 700.000 hectáreas. Para no incrementar el impacto ambiental sobre los escurrimientos de las aguas, fue necesario utilizar las trazas y las servidumbres existentes y darles carácter de caminos públicos”, dijo.
Y continuó: “Para tal fin resultó necesario crear áreas de acceso público con servicios y zonas de acampe, en un entorno acondicionado con la infraestructura necesaria de sanitarios y espacios de esparcimiento, como quinchos y parrillas”. Los campings y postas desarrollados por Fundación Rewilding se han convertido en un ícono correntino que magnifica la belleza de los esteros a través del uso de materiales autóctonos como la paja, el piri, y la piedra laja. Estos lugares fueron diseñados bajo una línea estética simple y de estilo local.
Sabemos que el Iberá es un sistema muy frágil, cuyos ecosistemas y especies están determinados por la mayor o menor cantidad de agua que retienen sus suelos, además del clima como en el resto de Corrientes. Todo lo que afecte al régimen de aguas repercutirá sobre el paisaje, por lo tanto cualquier obra vial o de canalización, plantación de árboles, o sistematización del campo afectará los esteros. Es por este motivo que para realizar este tipo de obras, o en caso de requerir la aplicación de herbicidas, plaguicidas, e incluso nutrientes, es imprescindible una previa evaluación de impacto ambiental.
Conservación y manejo de amenazas
Durante muchos años la caza de especies para obtener su carne y especialmente su cuero, fue la mayor amenaza para la conservación de la biodiversidad del Iberá. Con la creación de la Reserva Provincial, la caza furtiva comenzó a controlarse y muchos mariscadores fueron convertidos a guardaparques. De esta forma, algunas especies empezaron a recuperar sus números poblacionales y hoy vuelven a ser comunes y observables.
Por otro lado, las especies exóticas son la causa de extinción de una enorme cantidad de especies en todo el planeta. Al pensar en traer una nueva variedad o especie para forestar, o animales para criar o tener como mascotas, se deben evaluar los riesgos de dispersión de sus semillas o escapes. Esto es especialmente importante en Iberá debido a la gran masa acuática, que facilita la propagación de las exóticas.
Hay especies que se traen de otras regiones con propósitos productivos o recreativos y que luego se abandonan o desatienden. La mayoría muere, pero algunas desarrollan estrategias agresivas y logran invadir el territorio de las especies locales. Esto ocurre en algunos lugares del Iberá con los chanchos domésticos (y su versión silvestre, los jabalíes) y más recientemente con el ciervo axis y colorado que fueron traídos para cotos de caza y luego escaparon.
“Al recuperar el hábitat y protegerlo, muchas especies vuelven por sí solas. El problema se ve con las especies extintas. El guacamayo rojo, por ejemplo, estaba extinto de todo la Argentina hace mas de 150 años. Corrientes se convirtió en la primera provincia con guacamayos rojos que cumplen un rol ecológico porque son dispersores de semillas y un rol turísticos y por ende económico”, añadió López.
Entre las plantas, las que están colonizando al Iberá son paraísos, ligustros, grevilleas y algunos pinos. Estas especies, una vez que se adaptan al suelo y clima, se reproducen en mayor cantidad que en sus lugares de origen y son capaces de transformar el ecosistema para autoperpetuarse.
El proceso de pérdida de fauna que afectó todo el territorio argentino fue especialmente acentuado en la provincia de Corrientes, y particularmente devastador en la región actualmente protegida por el Gran Parque Iberá. De hecho, el territorio correntino perdió numerosas especies, incluyendo muchas de sus aves y mamíferos de gran tamaño.
Durante este proceso el yaguareté, la nutria gigante, el tapir, los pecaríes de collar y labiado, el oso hormiguero gigante, el muitú, y los guacamayos rojo y violáceo desaparecieron de Corrientes y en algunos casos de nuestro país y del mundo. Otras especies, como el venado de las pampas, el aguará guazú, el ocelote, la paca y la chuña de patas rojas, sufrieron grandes disminuciones en sus poblaciones.
“Desde el año 2007 trabajamos en el Gran Parque Iberá para revertir esta crisis de biodiversidad mediante la reintroducción de las especies que se extinguieron y la suplementación de poblaciones de aquellas especies que se encontraban en números reducidos. Así esperamos restaurar la imponente y diversa fauna del Iberá y recuperar las importantes funciones ecológicas que dependen de estas especies”, aseguran desde la Fundación Rewilding Argentina.
Recientemente, la reintroducción del yaguareté en los Esteros del Iberá, en Corrientes, que llevó adelante la fundación, fue citada como uno de los tres ejemplos mundiales de reinserción de depredadores en su ambiente. El caso fue publicado por la revista científica The Scientist junto a las experiencias del lobo gris, en el Parque Nacional Yellowstone, en Estados Unidos y de perros salvajes y el leopardo en el Parque Nacional Gorongosa, en Mozambique.
Los científicos saben que la pérdida de grandes depredadores puede tener efectos de gran alcance y perturbadores en los ecosistemas a través de fuerzas en cascada que reverberan desde los depredadores a altos niveles tróficos -la cima de la red alimentaria- hasta sus presas y más allá, e incluso cambiar la estructura de la vida vegetal.
Para Emiliano Donadio, director científico de la fundación, la liberación no sólo es crucial para reconstruir el antiguo ecosistema del Iberá, sino que es un experimento científico que proporcionará un raro vistazo de cómo el regreso de uno de los carnívoros más grandes del mundo podría transformar un ecosistema, según The Scientist.
Un valor ritual muy ligado a la espiritualidad y la religiosidad: la gastronomía del Iberá
La gastronomía correntina en general, pero la de la región en particular, está intrínsecamente ligada a un pasado guaraní-misionero bastante cercano, características compartidas con parte de Paraguay y de la provincia de Misiones. El sabor característico de esta cocina está dado por los ingredientes base; todos de sabor levemente “dulzón” como los del maíz, batata, mandioca, porotos, andaí o el queso criollo; la ausencia de picantes y la abundancia de la carne.
“Estas raíces fueron mestizándose por la influencia de las distintas inmigraciones que llegaron a esta zona: españoles, italianos, sirios y libaneses entre otros. El resultado de esta amalgama se ha mantenido bastante alejado de las influencias de la globalización por más tiempo que en otras poblaciones, debido al grado de aislamiento dado por las características geográficas de la zona”, reza el sitio web oficial del Parque Iberá.
Junto a la harina de maíz, indispensable para el mbaipy (guisado con base de pollo o carne vacuna y chorizo y espesado con harina y queso), el almidón de mandioca son un símbolo de la cocina de estas latitudes. Aquí fundamentalmente es usado para una gran variedad de chipas, alfajores y los rosquetes; una de las receta más refinadas y laboriosas y que además requiere del acompañamiento del clima, ya que son secados al sol.
Además del valor alimenticio la gastronomía en Iberá tiene un valor ritual muy ligado a la espiritualidad y la religiosidad: es una regla festejar el día de los santos con un gran almuerzo, que se hace con esfuerzo de vecinos, amigos y devotos del santo y donde nunca faltan el asado a la estaca, el mbaipy, los pastelitos de queso dulce y en algunos casos grandes rosarios hechos con chipás.
Las áreas protegidas son, por lo general, impulsoras de emprendimientos locales que obtienen una transferencia de valor a sus productos a partir de la denominación de origen. Tal es el caso de “Cocineros del Iberá”, una red que une a más de 100 hombres y mujeres que trabajan sobre recetas tradicionales de la cultura local de la región que nació con la idea de visibilizar los sabores de los cocineros y cocineras del Iberá, de manera de revalorizar recetas tradicionales y productos locales.
Se trata de una red conformada por más de 130 cocineras y productoras, en su mayoría mujeres, que ofrecen platos típicos elaborados con productos de la zona cosechados por ellas mismas. Con el transcurso de los años se fueron perfeccionando y hoy son requeridas para eventos, presentaciones y ferias de los más altos niveles en todo el país. Su foodtruck es una atracción que recorre las localidades, llevando la cocina del Iberá a la cima del turismo gastronómico.
“Nuestro objetivo es continuar con nuestro trabajo y con la protección del Parque preparando espacios y seguir reintroduciendo especies, y aumentar la cantidad de visitantes que es lo que hace que las comunidades aledañas tengan más beneficios económicos”, finalizó la especialista.
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