Ushuaia, una ciudad mágica que no es solo el “Fin del mundo”

Principio y fin de infinitas aventuras. Un imán para turistas de todo el mundo; es la puerta de entrada a la Antártida y a los sueños más audaces que sólo un lugar tan remoto y extremo puede ofrecer

Ushuaia, una de las ciudades más lindas de Argentina con paisajes únicos (Shutterstock)

Capital de la isla de Tierra del Fuego- nombre mítico si los hay- Ushuaia es casi el último vestigio de civilización antes que los mapas nos indiquen que unos kilómetros al sur ya no habrá más que el temido Pasaje de Drake, donde los Océanos Pacífico y Atlántico se encuentran, y el helado continente antártico. Por su ubicación tan extrema, es históricamente tierra de exploradores como el capitán inglés Robert Fitz Roy que navegando por estas latitudes en un viaje de reconocimiento por Sudamérica traía a bordo de su barco, el “HMS Beagle”, a un jovencísimo Charles Darwin, o de la expedición francesa liderada por André Bronner que hace 20 años reconstruyó una réplica del Faro del Fin del Mundo en el emplazamiento original de la Isla de los Estados para celebrar el cambio de milenio y honrar a su compatriota Julio Verne. Incontables naufragios ocurrieron en sus traicioneras aguas como los del “Monte Cervantes” o el muy fotografiado “St Cristopher” que fue enviado a remolcarlo y terminó quedándose y formando parte del paisaje de la bahía de Ushuaia.

Es también la tierra prometida de hombres y mujeres que resistiendo el duro clima austral se han asentado aquí a lo largo de los años en busca de trabajo. Primero fueron europeos y chilenos que se empleaban en las estancias de producción ovina, seguidos por miles de argentinos que aún siguen llegando desde el norte y centro del país con la promesa de un futuro mejor. La tasa de crecimiento de Ushuaia es de las más altas del país, pasando de ser una pequeña ciudad de 11.000 habitantes en 1980 a tener hoy más de 77.000 en base a las proyecciones de crecimiento poblacional que realiza el Instituto Nacional de Estadística y Censos.

La ciudad del "Fin del Mundo" pasó de tener 11.000 habitantes en 1980 a tener hoy más de 77.000 y sigue en proceso de crecimiento (Shutterstock)

Es la única ciudad en Argentina ubicada entre las montañas y el mar, otorgándole un marco de una belleza natural que conmueve. De fondo, el cordón Martial con los míticos “Monte Olivia” y “Cinco hermanos” sobresaliendo con sus escarpadas cumbres. En el centro, las azules y frías aguas del Canal Beagle que bañan sus costas en toda su extensión. Y como telón de fondo y barrera natural, las montañas de las islas chilenas Navarino y Hoste.

Ushuaia se encuentra en la latitud: S54°48′, sólo compartida con Puerto Williams en Chile y las Islas Georgias del Sur. Esta situación le otorga muchas particularidades. Si toman un globo terráqueo y dan una vuelta imaginaria a la Tierra partiendo y regresando desde este punto, notarán que en el recorrido sólo nos encontraremos con las grandes masas de agua de los océanos. Esto provoca un efecto moderador por el cual las temperaturas mínimas no son tan bajas como en otras ciudades a igual latitud en el hemisferio norte, y una fuerte presencia del viento. En invierno la temperatura promedio es de -1.7 C º y la luz solar tiene una duración de apenas 7 horas. Y en verano, cuando los días son más largos y llegan a 17 horas de claridad, la temperatura media es de 10 Cº. El clima cambia constantemente en un mismo día, por lo que es aconsejable estar siempre preparado para la lluvia, el viento, la nieve, aguanieve o el sol.

Por las restricciones de viaje impuestas por el gobierno a raíz del COVID-19, Ushuaia no está actualmente recibiendo turistas. Pero en cuanto estas medidas se levanten, vas a poder disfrutar de un destino que tiene mucho para ofrecer según la época del año en la que vayas. La primavera y el verano son las estaciones favoritas de los turistas que, en tiempos normales, llegan desde todos los rincones del planeta para cumplir el sueño de conocer la ciudad más austral del mundo o para embarcarse rumbo al continente blanco.

Una vista panorámica por la noche de Ushuaia(Shutterstock)

Desde la instalación de Cerro Castor en 1999, el invierno también atrae a esquiadores buscando nieve de alta calidad que solamente una latitud como la de Ushuaia puede garantizar. Es por esta razón que muchos equipos internacionales eligen este centro para entrenar durante el verano europeo. Ubicado sólo a media hora de la ciudad es también una opción para patinar sobre hielo en la pista recientemente inaugurada.

Un dato de color que es conocido entre los locales y que te puede servir en tu próxima visita para saber cómo vestirte es que si las nubes tapan por completo el Monte Susana, es señal que va a nevar.

Si bien los días son más cortos, el otoño es mágico y la temporada preferida de muchos. La ciudad y sus alrededores cambian de color cuando las pequeñas hojas de las lengas se encienden en rojos, anaranjados, amarillos y ocres. Este es el momento de salir de la ciudad e internarse en el bosque. Un colchón de hojas amortizará tus pasos y el olor a tierra mojada despertará todos tus sentidos.

El vuelo directo desde Buenos Aires demora unas tres horas y media. No te olvides de pedir la ventanilla para no perderte la vista aérea de Ushuaia y sus alrededores en el despegue y aterrizaje. El aeropuerto está apenas a unos 15 minutos del centro de la ciudad, lo mismo que los principales atractivos turísticos ubicados en las afueras o en la misma ciudad, lo que es una gran ventaja en comparación a otros destinos.

Empecemos por uno de los más importantes e imperdibles en cualquier estación del año en la que vayas:

El Cerro Castor, uno de los elegidos por las celebridades y los turistas europeos para ir a esquiar

El Parque Nacional de Tierra del Fuego está a solo 12 km de la ciudad, podés visitarlo en excursiones organizadas por agencias de viajes o ir por tu cuenta tanto en tu auto o en tu bici, en traslados que salen desde el centro de la ciudad, en taxi o remise.

Ante la pregunta de por qué visitarlo, las respuestas son contundentes: es el único Parque Nacional de Argentina que contiene ambientes de montaña con bosques de lengas, guindos y ñires, combinado con las espectaculares vistas que ofrece la costa marina del Canal Beagle. Además, en la Bahía Lapataia termina la Ruta Nacional Nro. 3 convirtiéndola en la línea de llegada para muchos aventureros que uniendo Alaska con Ushuaia recorren 17.848 kilómetros de selvas, desiertos, valles, montañas hasta llegar al fin del mundo. También cuenta con senderos señalizados para caminatas para todos los niveles y lugares designados para pic- nics.

Laura Gallardo, fueguina de alma y guía de turismo de la ciudad por más de 15 años recibiendo turistas de todo el mundo, dio las siguientes opciones de cómo conocer el Parque. “Podes ir en una excursión convencional de medio día con la opción de tomar el Tren del Fin del Mundo que recorre unos 7 kilómetros siguiendo el recorrido del tren original que utilizaron los presos de la cárcel de Ushuaia. O, si estás buscando ir a tu ritmo para poder pasar más tiempo dentro del Parque, más aventura y contacto con la naturaleza, podés contratar excursiones más activas que incluyen caminatas, un almuerzo reparador en el bosque y luego la experiencia de andar en canoa por lugares donde raramente te cruces con alguien más y que son inaccesibles por tierra”.

La Estancia Harberton, la primera estancia de Tierra del Fuego, declarada Monumento Histórico Nacional

El segundo atractivo imperdible en Ushuaia es navegar por el Canal Beagle para acercarse al mítico Faro Les Éclaireurs, la Isla de los Pájaros y la Isla de los Lobos. El entorno donde este faro pintado de rojo y blanco se erige es realmente sobrecogedor: rodeado del azul de las aguas del canal sacudidas por el implacable viento patagónico, las montañas guardianas ancestrales y el fin del mundo que acecha con todas sus historias de valientes navegantes y exploradores le dan un aire de misterio y eternidad que emociona.

Para los que tiene la ilusión de ver pingüinos, hay navegaciones que ofrecen la posibilidad de desembarcar en la Isla Martillo donde de octubre a marzo vive una colonia de pingüinos magallánicos.

Te recomendamos explorar un poco más allá de lo tradicional, tomando la Ruta Provincial J que atraviesa un bosque de una belleza extraordinaria, visitar Puerto Almanza. Este pequeño pueblo de pescadores sobre el Canal Beagle se dedica a la pesca artesanal de la centolla y moluscos. Según la hora en la que llegues y la actividad del día todavía se puede ver a estos hombres de mar preparando sus redes en sus botes pesqueros. El mejor plan después de una caminata por la costa, es probar la pesca del día en alguno de sus restaurantes. Te recomendamos “La Mesita de Almanza”, que cuenta con muy pocas mesas- por eso se necesita reserva previa- y está atendida por sus dueños. Pero si no llegás hasta aquí, no te preocupes, en el centro de Ushuaia podés probar estas delicias recién salidas del mar en alguno de sus tantos restaurantes, como “La Cantina de Freddy” que ya es un clásico.

Un atractivo imperdible en Ushuaia es navegar por el Canal Beagle (Greenpeace)

Entre los primeros pobladores de Ushuaia, se encontraba la Misión anglicana que se estableció aquí con el objetivo de evangelizar a los aborígenes locales: los selk´nam y los yámanas. Estaba a su cargo el Reverendo Thomas Bridges quien junto a su familia no sólo logró convivir con los nativos sino que también aprendió su lengua. Unos años después, la familia Bridges se estableció en la Estancia Harberton, la primera estancia de Tierra del Fuego, declarada Monumento Histórico Nacional. Está atendida por la familia original quienes ofrecen un tour por las antiguas edificaciones, galpones de trabajo y el cementerio familiar. Un tip: ¡no se pierdan el jardín de la casa principal! Increíble que flores tan hermosas y variadas crezcan en un clima tan hostil. También ofrecen alojamiento para los que quieran alejarse un poco de la civilización y experimentar la naturaleza de cerca.

Laura sugiere prestar atención a los árboles banderas que están en el camino entre Puerto Almanza y la Estancia Harberton. Son un ícono de esta isla, sus ramas crecen ladeadas hacia un costado por la acción de los fuertes vientos, simulando ser justamente una bandera que flamea.

Si te gustan las caminatas al aire libre, atravesando bosques de nothofagus, no dejes de dedicarle un día a la Laguna Esmeralda. Eso sí, preparate para embarrarte cuando tengas que cruzar por alguno de los turbales que abundan en esta zona. Otras opciones de trekking que nos sugiere Laura son al Monte Susana y a la Cascada Velo de Novia.

Los Lagos Escondido y Fagnano merecen un capítulo aparte. Sólo te vamos a decir que no te pierdas de conocerlos. En el camino, no dejes de probar el sabroso cordero patagónico en una de los tantos paradores que se encuentran en las afueras de la ciudad. Te recomendamos “Haruwen” o “Tierra Mayor”, atendido por familias pioneras de estas tierras.

La Laguna Esmeralda es uno de los lugares donde abundan los turbales (Shutterstock)

Y por último, una visita obligada para entender los orígenes de esta ciudad tan extrema es el Museo del Presidio. A este penal eran enviados los delincuentes más peligrosos del país, quizás el más famoso sea “El petiso orejudo”. Algunos de ellos terminaron convirtiéndose en mano de obra o prestando servicios a los habitantes de una Ushuaia incipiente. Hoy se puede recorrer unos de sus pabellones restaurado con el fin de recrear la vida en esta prisión. Pero para tener una idea real de lo que fue la dura vida dentro de estas frías paredes, deberías visitar el pabellón 1 también llamado “pabellón histórico” que se mantiene en estado original.

Hay mucho más que hacer, la lista es interminable: excursiones off road en camionetas 4x4, paseos en kayak por el Canal Beagle, cabalgatas a la Península Mitre, sobrevuelos en helicóptero, caminatas al Glaciar Le Martial, probar su chocolate artesanal o caminar por la Avenida San Martín para elegir algún souvenir que nos recuerde nuestro paso por aquí.

Pero más allá de lo que elijas hacer en tu próxima visita, dejate sorprender por Ushuaia, porque en el fin del mundo la aventura empieza cuando los planes terminan.

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