Río de Janeiro está ubicado estratégicamente en la Bahía de Guanabara y sobre el Océano Atlántico, ofreciendo gran cantidad de playas a las cuales en situaciones normales acuden los cariocas y los turistas todo el año, siendo las más conocidas las de Copacabana e Ipanema. Pero lo que la hace tan única es la combinación de playas y mar con el verde intenso de la Mata atlántica que cubre completamente los morros que la atraviesan. Vale la pena tener una vista aérea de esta maravilla y las dos mejores opciones para ello son el Corcovado y el Pan de Azúcar.
Para ello le preguntamos a Giordanna Galvan, guía certificada de la ciudad que hoy ofrece tours virtuales a través de su cuenta de Instagram @giordannatourguide, que nos cuente cómo está la situación actual y nos dé algunos tips para realizar estas visitas en cuanto podamos volver a viajar. Nos cuenta que siguiendo estrictos protocolos impuestos por el gobierno como el uso obligatorio de máscaras, distanciamiento social y la colocación de dispensers con alcohol en gel, el pasado sábado 15 de agosto han reabierto las puertas de ambos puntos turísticos.
Giordanna nos recomienda visitar el Corcovado para llegar hasta la estatua del Cristo Redentor a la mañana temprano a fin de evitar las multitudes y para evitar el calor extremo si vas en verano. Por ser el ícono de la ciudad y una de las nuevas siete maravillas del mundo suele recibir miles de visitantes cada día. Una vez en la cima, y si el día no está nublado, tendrás una vista panorámica increíble de la ciudad. Desde allí se puede ver el famoso estadio de fútbol Maracaná que amerita una visita para los amantes de este deporte. Y la “Rocinha”, la favela más grande de Río que desordenadamente trepa sobre el morro hasta perderse.
Y si se trata de visitar el imperdible Pan de Azúcar, ella nos dice que “el mejor horario para subir en el bondinho es al final de la tarde y esperar allí el atardecer mientras disfrutas de las mejores vistas de la Bahía de Guanabara y la playa de Copacabana. Como es un horario muy concurrido, lo ideal es llegar antes para encontrar un lugar desde donde ver la puesta del sol detrás de los cerros y quedarse para ver cómo de a poco se van prendiendo las luces de la ciudad”. En consonancia con las medidas por la pandemia, nos cuenta que “normalmente entran 65 personas en el funicular que conecta el Morro de Urca con el Pan de Azúcar, pero hoy por el covid- 19 la capacidad se ha reducido a la mitad para permitir el distanciamiento social.”
Mientras esperamos que podamos volver a visitar la “cidade maravilhosa”, nos metemos en el mundo de los cariocas porque como dice el refrán “Cuando estés en Roma, haz lo que hacen los romanos”. Y nada mejor que preguntarles a ellos cómo disfrutar de la vida local.
Los cariocas viven al aire libre y en conexión directa con la playa, a la que disfrutan todo el año. No solamente van a meterse al mar o a mantener el bronceado como haríamos nosotros, allí practican sus deportes, se reúnen con amigos, se ejercitan y hasta trabajan. La playa está totalmente conectada e integrada a la ciudad ya desde su diseño urbanístico.
Imposible no tararear “Garota de Ipanema” mientras caminas entre locales y turistas por las veredas de la Avenida Atlántica con sus características olas de mar dibujadas en mosaico portugués de color blanco y negro.
La playa está divida en puestos o “postos”, con unos 500 metros de separación entre sí. Hay 12 puestos comenzando en Leme con el Puesto 0, Copacabana terminando en el 6, Ipanema comenzando en el Puesto 7 hasta llegar al final de Leblon con el Puesto 12, punto de encuentro de las tribus más jóvenes. Además, sobre la costanera se emplazan los kioscos, bares al aire libre para beber desde agua de coco a un chopp de cerveza o la clásica caipirinha, y picar comida rápida- y en general frita- como camarones apanados o bolinhos de bacalao. Es una opción ideal para seguir disfrutando de la playa un rato más y comer un plato sencillo en un ambiente relajado.
Tamara Boechat es la típica “carioca da gema” (segunda generación de nacidos en Río), siempre alegre, con una sonrisa, orgullosa de su ciudad y de su país. Acudimos a ella para que nos cuente varios secretos que solamente un local nos podría compartir sobre la vida en Río.
Y esto es lo que nos dice en cuanto a los códigos en las playas:
Los cariocas suelen ir a las playas de Ipanema y Leblon, escapando de los turistas de Copacabana.
Cuando van a la playa las mujeres sólo llevan su pareo (“canga” en portugués), su celular y unos pocos reales. A diferencia de los turistas quienes van con su bolso y su toalla.
No hay nada más carioca que ir a la playa y comprarse bizcochos “Globo” y té helado “Matte Leao”. Los vendedores de este té se distinguen por cargar con dos tambores, uno con el té helado y otro con limonada.
Seguramente verás a los locales jugando al futvoley , que se juega en equipos de dos y donde el objetivo es pasar la pelota sobre la red al campo contrario sólo tocándola con piernas y cabeza. Y “altinha” que se juega en grupos de 3 a 5 personas pasándose la pelota con pases altos dentro de un círculo dibujado en la arena mojada.
Una vez que el sol empieza a bajar, a los cariocas les encanta disfrutar el atardecer al aire libre. Tamara nos cuenta que algunos eligen Arpoador, donde se reúne gran cantidad de gente y hasta alguno quizás se anime a tocar la guitarra. Mientras que otros se van al bar “Mureta de Urca”, donde se puede disfrutar de una cerveza bien helada con una de las mejores vistas de la Bahía de Guanabara.
A la noche se impone Lapa, con su aire bohemio, su acueducto y sus bares para escuchar bossa nova en vivo o para sambar un rato. Si estás en Río un lunes o un viernes, no te pierdas de vivir la experiencia de bailar samba en la histórica Pedra do Sal. Se cree que en este barrio, donde vivían los esclavos traídos de África, es donde nació este ritmo. Mientras los músicos tocan sus instrumentos en vivo en lo que llaman una “ronda de samba”, la gente baila en la calle en una fiesta increíble. ¡Sí, todo esto sucede un lunes y en la calle, solamente en Río pasan cosas así! Si querés tomar o picar algo, hay puestos de vendedores ambulantes que ofrecen de todo un poco.
Pero Tamara nos recomienda el mejor lugar para comerse un “cachorro- quente” (pancho) antes de irse a dormir. Se trata de “OIiveira” en Humaita. El local se mantiene abierto hasta bien avanzada la madrugada esperando a sus habitués. Y siguiendo la costumbre local le podés agregar ketchup, mostaza, choclo, papas pai, pasta de aceitunas, mayonesa con ajo, arvejas y hasta huevos de codorniz.
Como sabemos, los brasileros aman, respiran, viven fútbol y el Maracaná es el templo sagrado donde rendirse a esta pasión. Pero en el caso de no ir al estadio, los hinchas de cada equipo se reúnen en sus propios bares. En el caso del Flamengo sus seguidores alientan a su equipo desde el “Baixo Gavea” o del “Tijuca”. Y los del Fluminense lo hacen en el “Bar dos Guerreiros” que está en Laranjeiras, el mismo barrio donde se encuentra la sede de su club.
No hay dudas de que Río de Janeiro es una ciudad única donde se unen los atractivos naturales con la buena onda de sus habitantes que parecieran haber encontrado el tan buscado equilibrio entre las responsabilidades y el disfrute de la vida.
En Instagram @onaexplorer
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