Brasil sumó este sábado 709 muertes de coronavirus en las últimas 24 horas, con lo cual el total de decesos llegó a 107.232, mientras que el número de infectados asciende ya a 3.317.096 tras la notificación de 41.576 nuevos contagios en el mismo periodo, informó el Ministerio de Salud.
Las cifras presentadas en el boletín epidemiológico divulgado por la cartera, develaron además que 2.404.272 personas ya están recuperadas de la enfermedad en el país, lo que equivale a un 72,4 % del total de casos confirmados. Brasil se mantiene así como el segundo país del mundo más castigado por la pandemia, detrás de Estados Unidos, lo que no ha impedido que el gigante sudamericano diera seguimiento a su acelerado proceso de reapertura de la economía.
Recientemente, según un estudio publicado en la revista Science and Development Network, los viajes aéreos nacionales e internacionales ayudaron a propagar el nuevo coronavirus en el vasto país sudamericano. El colapso del turismo mundial durante la pandemia de COVID-19 le ha costado a la industria 320.000 millones de dólares, según la Organización Mundial del Turismo de la ONU (OMT). El impulso para reactivar la industria ya ha comenzado: el análisis de la OMT muestra que el 40 por ciento de los destinos mundiales han aliviado las restricciones para alentar a los turistas a regresar.
En la emblemática ciudad de Río de Janeiro, el icónico Cristo Redentor, el cerro del Pan de Azúcar y otras atracciones turísticas volvieron a abrir sus puertas este sábado y atrajeron a centenares de visitantes, que llegaron incluso a hacer cola para prestigiar algunos de los sitios más buscados de la capital fluminense.
Brasil, que ahora tiene el segundo número más alto de casos confirmados en el mundo, reabrió sus puertas a los viajes internacionales. En Vietnam, 80.000 turistas nacionales salieron de la ciudad turística costera de Da Nang después de un brote local de COVID-19. El año pasado, el turismo generó casi 40 millones de puestos de trabajo en India, según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo. El impacto económico de las restricciones de viaje globales es demasiado dañino para ignorarlo, dice el secretario general de la OMT, Zurab Pololikashvili. ”La dramática caída del turismo internacional pone en riesgo muchos millones de medios de vida, incluso en los países en desarrollo”, dice. “Los gobiernos de todas las regiones del mundo tienen una doble responsabilidad: dar prioridad a la salud pública y al mismo tiempo proteger los empleos y las empresas”.
Sin embargo, un estudio de Brasil enfatiza el papel de los vuelos de larga distancia al país y entre ciudades brasileñas en la propagación del SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19. Brasil tiene una de las peores cifras de muertes por COVID-19 del mundo. La investigación sobre los efectos de los viajes en Brasil, muestra que aunque el país detuvo el 90% de los viajes aéreos a partir de marzo, el virus se propagó desde los grandes centros urbanos a otras regiones del país.
Si bien las restricciones redujeron la tasa de contagio, conocida como R en epidemiología, a la mitad, no fue suficiente para reducir la R al número ideal de menos de uno, según los expertos. ”Hasta que se redujo la movilidad, el 16 de marzo, Brasil atravesaba un período de celebración (Carnaval) y reuniones sociales que probablemente difundieron los primeros casos”, explica Ester Sabino, del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad de São Paulo y una de los coordinadores de la investigación financiada por la Fundación de Investigaciones del Estado de São Paulo (FAPESP).
Darlan S. Cândido, del Departamento de Zoología de la Universidad de Oxford y autor principal de la investigación, aseguró en diálogo con SciDev.Net que los viajes continuos de larga distancia dentro de Brasil propagaron el virus. “A pesar de la reducción masiva en el número de vuelos domésticos, los de mayor distancia se vieron menos afectados y perdieron menos pasajeros, lo que significa que la gente viajó menos pero más lejos”, dice. El estudio muestra que entre finales de febrero y principios de marzo hubo al menos 102 introducciones internacionales del virus en Brasil, de 18 cepas de virus, pero solo tres de ellas, de Europa, crearon una cadena de transmisión.
El estudio trazó la trayectoria de la epidemia a partir de la secuenciación de 427 aislamientos virales de pacientes brasileños, recolectados en 85 ciudades de 18 estados. Posteriormente se encontraron dos tipos del virus prevalentes en los estados sureños de São Paulo y Río de Janeiro en la región norte de la Amazonía, que en junio se convirtió en el epicentro de la epidemia en Brasil. La tasa de letalidad en el norte duplicó la del país en su conjunto, llegando a 43 por cada 100.000 habitantes.
”Estos hallazgos enfatizan el rol de la movilidad social entre estados como factor clave en la propagación interregional del virus, con concentraciones urbanas densamente pobladas y bien conectadas en la región sureste que actúan como las principales fuentes de exportación del virus en el país”, dicen los autores del estudio.
El epidemiólogo Paulo Nadanovsky, de la Escuela Nacional de Salud Pública de Brasil, sostiene: “Todavía se cree que la geografía y el tamaño de la población son factores centrales para explicar la evolución de la epidemia, cuando en realidad el problema central es la movilidad”. ”El nivel actual de esfuerzo para contener la propagación del virus es insuficiente. Si la movilidad no está limitada, los lugares que no tuvieron brotes la tendrán“, concluyó Nadanovsky, quien no participó en el estudio.
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