Arena, sol y barbijos: cómo se vive la pandemia en algunas de las playas más conocidas del mundo

En varios países, las playas se encuentran abiertas y los primeros turistas ya las visitan. Qué medidas tomaron para poder permanecer activas, y cómo será la "nueva normalidad" en los balnearios

Una surfer con mascarilla en na playa de Biarritz, Francia (Photo by GAIZKA IROZ / AFP)

La agencia de comunicación y marketing especializada en turismo Interamerican Network y sus aliados en la región realizaron una encuesta sobre los impactos y perspectivas del rubro turístico a nivel regional después del COVID-19. El 39% de los encuestados aseguró que en su primer viaje irá a un destino de sol y playa. Mientras el mismo estudio demostró que los argentinos son los más interesados en retomar sus prácticas de viajes, las playas nacionales están dormidas y esperan.

En Italia, el lago de Como parece hecho para la relajación y la contemplación. Ubicado a la sombra de los Alpes y bordeado de colinas boscosas, este lánguido lago es el más famoso de Italia por una razón. Cualquier cantidad de playas o piscinas junto al lago están a tiro junto con jardines de villas de cuento de hadas. En el sitio se esconden restaurantes junto al agua, paseantes que se deslizan con barbijos sobre el agua en brillantes taxis acuáticos de madera. Dando un toque de estilo asiático clásico a esta vista esencialmente italiana, el Mandarin Oriental ha abierto un puesto avanzado a las afueras de la pequeña ciudad de Blevio. La gran villa neoclásica, Roccabruna, que una vez fue propiedad de la soprano italiana Giuditta Pasta, es estupenda. Construida en 1799, decoró esta villa de magníficas proporciones en tonos teatrales previsiblemente dramáticos, incluidos rojos sangre y púrpuras ricas intercaladas con azotes dorados.

Allí, los paseantes más lujosos que, habitualmente llegan de todas partes del mundo, pero hoy son un puñado de afamados italianos, reciben un control de temperatura en la sala de ingreso del hotel, o bien en el muelle si arriban en bote. Durante la estadía en el lago, el uso de máscara es obligatorio solo si está parado en áreas públicas interiores. Las reglas de distanciamiento social se aplican en todas las playas: siempre se requiere una distancia mínima de 1 metro en las áreas públicas.

Mujeres con mascarilla en una playa francesa el 3 de agosto del 2020 (Photo by GAIZKA IROZ / AFP)

La gran ventaja que encontramos en Como es la distribución pública -explica Guido Gallo, manager de Le paix, uno de los bares secretos, ocultos entre los vericuetos de las ciudades que rodean el paisaje-. Aquí llegan los que tienen casa, o algunos afortunados que las alquilan, los invitan, o vienen a los pocos hoteles de lujo. Si en temporada habitual la zona es tranquila, hoy tenemos menos visitantes. De modo que con escasas reglas (distancia, tapaboca y alcohol en gel” basta”.

El gerente de relaciones públicas de la Oficina de Visitantes y Convenciones de la Riviera Nayarit, Richard Max Zarkin Church, afirma que gran parte de sus propiedades hoteleras se encuentran frente al mar. “Cada hotel o alojamiento en Riviera Nayarit cuenta con un estricto protocolo de salud, higiene y distanciamiento que hicieron que El Consejo Mundial de Viajes y Turismo lo haya nombrado como uno de los 17 lugares más seguros del mundo para viajar”, de modo que las playas por la zona empiezan a ser tentadoras.

Arena en inglés

Imagen tomada el 7 de agosto en una playa de Brighton, Inglaterra (Photo by Glyn KIRK / AFP)

Como si se tratara de una peregrinación, en el resto de las playas del norte del planeta -no todas exclusivas, aunque sí algunas- se vieron visitadas apenas abierta la temporada por cientos de personas que llegaron a ellas como una manera de expresar su libertad y recuperar el imaginario de una vieja época.

El Reino Unido se ubica aún entre los diez países más afectados del mundo por contagios y muertos. Sin embargo, playas como la de Brighton han registrado por estos días el índice de mayor ocupación en los últimos cuatro años, según señala el portal de noticias Sky News. Una experiencia sin distanciamiento, ni cuidados personales.

Una experiencia similar se vive en el estado de Florida, en Estados Unidos, donde tanto residentes como visitantes se agolparon en sitios como New Smyrna Beach o St Johns.

El gobernador de Florida, Ron De Santis, en conferencia de prensa, expresó no estar arrepentido de dar uso libre al espacio público. En sus declaraciones comparó las playas con el subte de Nueva York. “¿Hay gente quejándose de la apertura del sistema de metro de la ciudad de Nueva York?”, indicó al ser cuestionado por las imágenes de conglomerados.

Grupos de personas en Miami, Florida, el 28 de julio del 2020 (Photo by CHANDAN KHANNA / AFP)

En el otro lado del mundo, y atravesando el invierno, después de haber estado cerrada al público, la célebre playa australiana en Sídney, Bondi Beach, abrió solamente para los surfistas a fines de abril. Sin embargo, ha sido temporalmente cerrada por las autoridades debido a la cantidad de gente que no respetaba las restricciones que impiden reuniones superiores a 500 personas. “Nadie es inmune al COVID-19 y comportarse de manera irresponsable pone a toda la comunidad en riesgo”, advirtió el alcalde del distrito. Otras playas que estuvieron disponibles durante los últimos dos meses, ahora también cerraron. Tal es el caso de Maroubra, Coogee, Clovelly, Bronte y Tamarama.

La vida de aforo

Un término que se ha sumado a la vida de las playas es el aforo: destinado en general a espacios cerrados para delimitar expresamente la capacidad autorizada a ingresar a un sitio y que se exhibe en restaurantes, museos y hasta ascensores, ahora arriba a los espacios abiertos.

Una marea de colores cubre Almería, España. Un mosaico compuesto por cientos de sombrillas de playa que, en la distancia, parecen no dejar una separación de apenas metros de arena entre ellas. De cerca la separación tampoco se hace palpable. Un modelo de gestión de playas que dista mucho del de otras localidades costeras.

Vista de la playa de San Sebastián, en España EFE/ Alejandro Garcíaa

Es el caso de Chipiona, donde han sabido solventar con eficiencia las estrictas medidas de distanciamiento social propiciando un modelo de playas con capacidad de ingreso limitada y dividida en parcelas. Líneas perfectamente diferenciadas entre sombrillas: pasillos de seguridad y distancia social. Este es el sistema que proponen otras playas Almuñécar o Salobreña.

Ibiza, el centro del jolgorio extremo en el verano español, se ha convertido en el gozo de lugareños y visitantes entrados en años. Mientras la distancia social requerida en ese pedacito de arena es cumplida a rajatabla, la eficiente respuesta de los visitantes no se debe al sentido de la obediencia, sino a la escasez de viajeros. “El impacto ha sido terrible -reconoce el presidente del Consejo Insular de Ibiza, Vicent Torres Guasch-. La pandemia ha azotado la economía insular. El 90% de nuestro PBI viene del turismo”.

La vida nocturna célebre ha virtualmente desaparecido, porque las discotecas se mantienen cerradas. La sede de los veranos extravagantes y las fiestas sin fin de Europa se ha convertido en un sitio familiar. “El deseo de que esto se mantenga así es un clásico en las conversaciones en la playa -explica Angela Chueca, responsable de marketing de un bar frente a Cala Bassa-. Los paseantes se sienten cómodos en la tranquilidad del paisaje, no hay peligro de aglomeraciones”.

Foto tomada en Ibiza el 31 de julio del 2020, donde se ve poco o nulo distanciamiento social (Photo by JAIME REINA / AFP)

Andalucía, por su parte, ha generado un sello llamado “Andalucía segura” de adjudicación gratuita que propone a las más de 17 mil empresas turísticas registradas en la región, formalizar el seguimiento de las pautas protocolares para hacerse del sello. En Granada, por ejemplo, 20 playas ya cuentan con ese estándar, lo que representa el 57% el total de la costa local. “El distintivo es un verdadero imán en las circunstancias en las que nos encontramos, en las que los visitantes buscan la seguridad y la tranquilidad a la hora de elegir un lugar donde pasar unos días de descanso”, declaró el delegado territorial en Granada, Gustavo Rodríguez.

La Costa Azul francesa, en tanto, vivía cierto espacio de normalidad, aunque con distanciamiento, pero amaneció este mes con la obligatoriedad del uso de mascarillas, coincidiendo con la llegada del ex presidente argentino Mauricio Macri, quien eligió la preciosa villa medieval costera de Ramatuelle, a pocos kilómetros de Saint-Tropez, en la Costa Azul, para pasar sus vacaciones.

De este lado del hemisferio

Un poco más cerca, Ecuador se animó a abrir sus playas desde comienzos de este mes con un horario de 10:00 a 17:00 y la posibilidad de que la fuerza pública pueda evacuar si se incumple con las medidas de distanciamiento y bioseguridad por parte de la ciudadanía. El seguimiento está a cargo del Comité de Operaciones de Emergencia Nacional (COE-N). El director del Servicio Nacional de Riesgos y Emergencias, Rommel Salazar, señaló que “se implementaron varios mecanismo tecnológicos como la plataforma Distancia2 en las 40 playas y el Sistema de Alerta Temprana (SAT) con 178 cámaras, además de drones y megáfonos”.

La ministra de Turismo ecuatoriana, Rosi Prado, señaló que “es necesaria la corresponsabilidad ciudadana para la reactivación turística y, entre las medidas de bioseguridad a adoptar están: distanciamiento de dos metros entre personas, parcelas de arena, parasoles con distancia de tres metros, prohibición de instalación de carpas para grupos de más de seis personas”. Además, uso de mascarillas mientras se camina en la playa, cumplimiento de protocolos por parte de proveedores de servicios, mientras los hoteles pueden completar su capacidad, los restaurantes solo podrán tener un aforo del 30% o 50%, de acuerdo al color del semáforo que exhiban en el ingreso.

Foto del 21 de junio en la playa Arpoador en Río de Janeiro en medio de la pandemia de coronavirus. Tiempo después, el alcalde Marcelo Crivella prohibió el acceso a las playas hasta que exista una vacuna efectiva REUTERS/Ricardo Moraes

Contraria es la situación de Río de Janeiro, cuyo alcalde, Marcelo Crivella, prohibió el acceso a las playas hasta que exista una vacuna efectiva contra el coronavirus. “Donde no se puedan usar mascarillas la tendencia es que se pueda regresar cuando haya una vacuna o cuando la contaminación esté cercana a niveles cero”-precisó-. En la playa nadie usa tapabocas y los niveles de contagios crecen”.

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