Mi pasión es viajar. Amo el contacto con la naturaleza y esa energía única que genera una caminata por un bosque, mojar los pies en el agua helada de un lago o simplemente contemplar en silencio un paisaje increíble. Disfruto vivir experiencias únicas y auténticas, conocer las culturas locales, probar recetas familiares, compartir un mate o una comida con una familia que me recibe en su casa o simplemente bailar y divertirme en algún lugar del mundo.
Cuando un viaje termina, me gusta preguntarme qué aprendí, con qué me sorprendí o qué cosas hice que no había hecho anteriormente. Probé las “hormigas culonas” de Colombia, también me animé a comer gusanos en África y hasta me metí por algunos segundos en las aguas heladas de la Antártida. Hay una lista interminable de cosas que he hecho por primera vez en los destinos que tuve la suerte de visitar y tengo muchas ganas de contarlas.
Tengo la suerte de trabajar en lo que amo desde hace más de 20 años. Gracias a ello, he tenido la oportunidad de visitar muchísimos países. En este momento tan especial que estamos viviendo, una mañana me desperté dispuesta a compartir mis experiencias de viaje. No soy fotógrafa ni escritora, soy una alma viajera que ama transmitir una de sus pasiones y eso es lo que voy a intentar hacer en este espacio de Infobae.
Atravesamos momentos complejos. Hoy no podemos viajar porque las fronteras de la Argentina están cerradas y los países del mundo atraviesan distintas realidades en virtud de la pandemia de coronavirus. Pero mientras transitamos estos días difíciles, quiero relatar algunas historias que ojalá inspiren a los lectores a imaginar su próximo destino.
En esta primera entrega, la Antártida, un destino que tuve la suerte de conocer en el año 2017 cuando viajé por primera vez por trabajo y al que pude volver con mi familia a fines de 2018.
La Antártida es uno de los destinos más exclusivos por la dificultad que representa llegar hasta allí. Según las estadísticas oficiales de la Asociación Internacional de Operadores Turísticos Antárticos (IAATO), durante la temporada 2018-19 el número total de visitantes al continente antártico fue de 55.489. La mayoría proviene de USA (30%); China, con un creciente mercado ocupa el segundo puesto (14%); y muy por detrás vienen países como Australia, Gran Bretaña y Alemania.
La cantidad de argentinos que la han visitado es ínfima, generalmente profesionales que componen los equipos de expedición a bordo de barcos
Pero, ¿cómo se viaja a la Antártida?, ¿qué se puede hacer allí?, ¿dónde se aloja un turista? En esta nota, un repaso de datos útiles:
- ¿Cómo llegar? La gran mayoría de las empresas lo hace por barco, zarpando desde y hacia Ushuaia, en Argentina, o Punta Arenas, en Chile. Ushuaia sigue siendo el puerto más cercano a la Antártida y por ello la puerta de salida más importante hacia el continente blanco.
- Para llegar a las Islas Shetland del Sur, ubicadas al noroeste de la península antártica, se debe atravesar el Pasaje de Drake por un día y medio. Aquí es donde las aguas del Océano Pacífico se encuentran con el Atlántico, haciéndolo conocido por ser de los mares más temidos del mundo con olas que pueden llegar a 10 metros si las condiciones climáticas no son favorables. En general, los experimentados capitanes de estos barcos evitan encontrarse con estas tormentas modificando los horarios de salida o de regreso o incluso la ruta. Se dice que el Pasaje de Drake es el precio que se debe pagar para llegar al paraíso.
- Durante la navegación del Drake, el equipo de expedición suele dar charlas sobre los diferentes campos científicos que atañen a este continente: glaciología, historia, biología marina, geología y otras. En general, el idioma oficial a bordo es el inglés.
- Una navegación promedio se extiende durante 9 noches. Hay navegaciones más extensas que llegan hasta el Círculo Polar Antártico. La más completa es de unas 20 noches e incluye a las Islas Malvinas y a la Isla Georgia del Sur.
- La temporada turística es muy corta: va desde noviembre a fines de febrero/ principios de marzo, coincidiendo con el verano austral cuando los mares se descongelan y la luz solar está más tiempo presente.
- Antártida no sólo es hielo. Como todo continente tiene sus montañas y valles, además de sus glaciares milenarios que al caer en el agua se transforman en témpanos de diferentes formas y tamaños que van desde el blanco más puro al azul más profundo.
- No hay alojamientos en la Antártida más que las bases para los científicos, militares o voluntarios que pasan allí una temporada. Todos los visitantes se alojan y comen en el barco que los transporta.
- Las bajadas a tierra o las navegaciones por la costa o entre témpanos se realizan en botes inflables motorizados (zodiacs), ideales para la navegación en hielo y el desembarco de pasajeros en las playas.
- Los grandes protagonistas además de los témpanos son los pingüinos. Las especies con mayor presencia en las costas son los pingüinos de Papua, los pingüinos de barbijo y los Adelie. Vale aclarar que los pingüinos emperadores se encuentran en el polo sur, a más de 1000 kilómetros de distancia, por lo que no suelen verse a no ser que haya algún espécimen perdido.
Si vas al principio de la temporada, podrás ver a las crías cerquita de sus progenitores pidiendo comida o simplemente buscando abrigo. También podrás observar distintas especies de ballenas, focas descansando en la costa o en pequeños icebergs flotando en el agua y aves tan icónicas como el albatros errante que tiene una envergadura de 3 metros promedio de ala a ala.
- Como la Antártida está protegida por el Tratado Antártico firmado por todos los países miembros entre los que se encuentra la Argentina, hay un fuerte compromiso para preservar el medio ambiente. Eso significa minimizar la huella y la presencia humana.
Hay reglas muy claras como no dejar basura, no llevarse ningún “recuerdo” en el bolsillo, limpiar la capa externa de ropa que se usa en las excursiones para evitar la contaminación cruzada, desinfectarse las botas cada vez que se deja el barco y muchas otras más.
En cuanto a la fauna, hay que respetar una distancia mínima y evitar perturbar a los animales y a su entorno.
- Todos los barcos que visitan Antártida deben respetar el itinerario establecido con antelación, no pudiendo estar dos barcos en el mismo sitio al mismo tiempo. Y el máximo de personas que pueden desembarcar al mismo tiempo es de 100. Esto permite que no sólo se minimice la huella dejada por los turistas, sino que se pueda apreciar toda su belleza en grupos pequeños. Los barcos con más de 500 personas no pueden realizar desembarcos.
Más allá de todos estos datos técnicos, quizás aún te preguntes si este viaje es para vos. Si te gusta la aventura, el contacto con la naturaleza, las historias de exploradores heroicos como Sir Ernest Shackleton, y estar en un lugar remoto donde pocos seres humanos han estado antes, este es definitivamente el destino para agregar a tu lista.
Antártida es un viaje que marca un antes y un después en tu vida. Luego de visitarla entendés cómo era nuestro planeta antes que nosotros estuviéramos aquí y la importancia de preservar lo que tenemos. Como escuché una vez “no se protege lo que no se conoce”.
Sin dudas, este es el viaje que todas las personas que aman la naturaleza deberían hacer una vez en la vida.
Por Magdalena Zoroza (En Instagram @onaexplorer)
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