Por Susana Mitchell, desde Asunción
Asunción de verdad hoy sorprende. Se puede llegar en micro o en avión. Cualquiera sea la opción, conviene hacer base en la capital del Paraguay. Ya sea porque allí es donde están los edificios históricos, porque es la que ofrece mayor variedad de alojamientos, bares-rooftop y restaurantes o porque también desde allí se pueden visitar algunos puntos de interés que se encuentran en las afueras de la ciudad.
Mercado 4, La Recova y el Barrio San Jerónimo
Asunción centro despierta entre las 9:00 y las 10:00 de la mañana, con una intensa actividad que se extiende hasta la noche tarde. Para los eternos buscadores de tesoros, el paseo del día puede comenzar en Mercado 4, donde se filmó la película 7 Cajas. Es el mercado paraguayo por excelencia donde se compra de todo o casi todo lo que uno quiera por poca plata.
Gallinas, yuyos para el mate, ropa deportiva, celulares, bijoux de oro y plata, vestidos de fiesta y por qué no "picar" un asadito de parado, en una de las tantas parrillas al paso. Hay que saber que en el rubro indumentaria y en el tecnológico los productos son imitaciones- muchos provienen de Oriente- y puede haber alguna sorpresa. El lugar es inmenso y se necesitan varias horas para conocerlo entero. Lleve su cámara de fotos o video. Es imperdible.
El barrio San Jerónimo guarda cierto parecido con las típicas callecitas de empedrado de Colonia en Uruguay o el porteñísimo San Telmo, características de la época hispánica. Resurgido en el 2013, el lugar cuenta con una gran oferta gastronómica. Las fachadas de las casas fueron restauradas y pintadas de múltiples colores. Las veredas son apretadas y los graffitis invaden algunas paredes con su arte popular. La vista desde el mirador de la casa de la familia González es otra de sus atracciones.
El rincón turístico más tradicional de la ciudad es La Recova, sobre la calle Colón, a unos metros del antiguo puerto. Allí es posible encontrar una importante oferta de artesanías y productos provenientes de todos los departamentos del país. Manteles y artículos de ñandutí (exclusivo de este país), tejidos en hilo y lana de oveja, artesanías en madera de palo santo, marroquinería realizada en cuero repujado y vestidos o camisas de ao po'i (tela fina o delicada en guaraní), tradición artesanal del siglo XIX que proviene de la región central del país.
Apenas a un par cuadras, se encuentra la nueva costanera, para caminar y disfrutar de la vista nocturna de la Casa de Gobierno y la brisa del río. Si todavía hay luz de día, la foto del recuerdo se toma ahí, con el cartel de letras gigantes que dice " Asunción" y el edificio de Estado como fondo.
Frutillas, lago y cerro
Las salidas fuera de la capital hay que hacerlas en bus, taxi, Uber o auto. Areguá es una parada obligada, sobre todo en el invierno guaraní, en la época de las frutillas. Se encuentra a 28 kilómetros de Asunción, a orillas del famoso Lago de Ypacarai. Todos los años, durante el mes de agosto, se lleva a cabo el Festival de la frutilla, ocasión en que los productores ofrecen la cosecha al natural y también los derivados que elaboran a partir de la fruta. Así, en los numerosos puestos, que trabajan día y noche, se pueden degustar desde mermeladas y licores, hasta tartas, jugos y las deliciosas frutillas con crema chantilly.
Esta antigua población indígena, rodeada por los cerros Koi y Chorori, se desarrolló, a finales del siglo XIX, como un destino veraniego especialmente frecuentado por escritores, artistas e intelectuales, que elegían levantar allí su casa de descanso. De toda esa época, quedan las casonas coloniales, algunas de ellas transformadas en pintorescos hospedajes, comercios o centros culturales.
Areguá también es el corazón de la artesanía en cerámica. Una larga calle repleta de objetos se transforma, los fines de semana, en el lugar preferido de locales y turistas para encontrar artesanía en barro (típica de la zona) y la famosa gallina de la suerte que puede ser de cerámica blanca o negra según para qué se la necesite.
Y cuando finalice el pleriplo de avistaje y compras de objetos y curiosidades, es muy recomendable visitar el pequeño y original museo del artista paraguayo Hermann Guggiari, quien estudió escultura en la Escuela Superior de Bellas Artes, Ernesto de la Cárcova, en Buenos Aires.
Para almorzar vale la pena reservar en alguno de los restaurantes campestres, ubicados en el cerro, a 45 minutos de Areguá. La vista es única y ofrecen buffet libre o a la carta, con variedad de comidas típicas y un bello entorno selvático, en altura y con los guacamayos como testigos.
Al salir de la zona se puede detener el auto y ver la tarde que cae, tranquila y naranja, entre los palmares que acompañan todo el camino hasta llegar a la ruta de regreso a la capital.
Tal vez uno de los lugares más románticos y emblemáticos del país, conserva su antiguo muelle y lo rodean múltiples puestos de comida y algunos locales de artesanía típica, que invitan a quedarse. Hace unos años se construyó el muelle nuevo y junto a él una bella escultura sonora donde los visitantes pueden tocar con sus manos el estribillo de la canción, que termina en un marco de metal que encuadra al lago como en una postal.
Noche y contrastes
Los colores del cielo anuncian el fin de la jornada y el contraste entre moderno y antiguo se hace más evidente, en esta pintoresca capital sudamericana. Grandes shoppings y viejos edificios de otra época conviven en un mismo escenario iluminado casi teatralmente. La Avenida Mariscal López, es una de las vías más importantes de Asunción y donde se encuentran algunos sitios de interés como la Catedral Metropolitana , primera diócesis del Río de la Plata, con su altar mayor revestido en plata.
A lo largo de sus calles también se encuentran algunas embajadas, colegios tradicionales y 3 de los primeros centros comerciales del país, que albergan marcas para todos los públicos. Hace unos años, con el crecimiento del PBI, comenzaron a prosperar los hoteles 5 estrellas con sus bares-rooftop, donde se puede comer, beber y asombrarse con la vista nocturna que ofrece una inmensidad de luces y estrellas. Pero, si lo suyo no son las terrazas y la vertiginosa modernidad, lo mejor es poner los pies sobre la tierra y caminar hasta El Lido, el bar centenario de Paraguay.
Con el Panteón de los Héroes como fondo, sentarse en la barra, pedir un mbeyú – tortilla de almidón de mandioca y queso fresco- con un exprimido de naranja, y descubrir las auténticas raíces paraguayas.
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