En el barrio obrero del sur de Ciudad de México se encuentran los famosos canales de Xochimilco que conducen a distintas islas. Aquí, rodeado de canales, se encuentra uno de los destinos más populares por aquellos turistas que desean vivir una experiencia de adrenalina y turismo terrorífico: la "isla de las muñecas".
Xochimilco posee kilómetros de canales navegables, naturaleza y por sobre todo calma. Actualmente, es uno de los lugares más populares al sur de la Ciudad de México y atrae tanto a turistas como a lugareños que buscan conocer los misteriosos canales en las conocidas embarcaciones llamadas trajineras que navegan por sus aguas hasta llegar a la misteriosa isla.
Es uno de los rincones más temidos por los lugareños y visitantes. Uno de los motivos que explica dicha reputación, además de tener más de 100 muñecas colgando a simple vista de los visitantes, es la leyenda detrás del lugar abandonado.
El nombre original de la isla era Tezhuilo. A pesar de que es una isla desierta, cuenta con una cabaña del único habitante que transcurrió sus días en sus tierras, la de don Julián Santana, quien vivió durante décadas y fue el encargado de colgar muñecas por todo el terreno que en ese entonces era su hogar.
Algunos dicen que las muñecas de don Santana superan los miles de ejemplares. Algunas están sucias, mutiladas, afectadas por la vegetación, el sol, la lluvia y los insectos que anidan en su interior, todas figuras en mal estado que cuelgan de distintos lugares como los árboles, alambres o de las paredes de la cabaña donde residía don Julián.
Son muchas las teorías de porqué están las muñecas en esa isla. Algunos dicen que son guardianas del territorio rodeado por las calmas aguas. Sin embargo, la historia contada por los lugareños es una muy alejada a la noble tarea de cuidar la isla.
Dentro de las múltiples versiones que rodean la isla de las muñecas, se dice que el hombre descubrió el cadáver de una niña que flotaba sobre las aguas del canal. Muy afectado por el suceso, Santana levantó una cruz en memoria de la chica a la entrada de su terreno. Fue entonces cuando comenzó a sentirse perseguido por el espíritu de la joven ahogada, así que decidió colocar alrededor de su cabaña las muñecas que iba encontrando en los canales, ya que servían como modo de protección y al mismo tiempo como ofrenda a la pequeña que venía a atormentarlo.
Otros habitantes afirman que Julián Santana empezó a poner muñecos para ahuyentar al espíritu de su propia hija que cayó al agua cuando su madre la llevaba a hombros mientras lavaba la ropa en el canal y que por ese motivo se mudó lejos de todo.
Puede que ninguna de las leyendas que se comentan en el lugar sean verdaderas, pero lo cierto es que de a poco se fueron sumando cada vez más muñecas de todo tipo de tamaños, colgadas de los árboles, mutiladas, sentadas, atadas a postes. Y aunque su posible propósito era el de ahuyentar un espíritu, logró atraer a a miles de turistas curiosos por descubrir la isla.
Don Julián Santana falleció en el año 2001 de un infarto de miocardio en el mismo lugar donde decía que había visto el espíritu de la niña ahogada. Tras su muerte, el sobrino de don Julián, fue el siguiente habitante de la isla y mantuvo la tradición de su tío de recolectar muñecas.
Desde entonces, la isla creció notablemente en número de muñecas, visitantes, leyendas y mitos urbanos. Como aquella que supone que fueron las propias muñecas las que mataron al dueño de la isla.
Son muchos los tours que se organizan para conocer el lugar. Algunos deciden ir de noche y otros durante el día para poder tener una experiencia en la isla.
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