La bella ciudad de Nauplia, en Grecia, se encuentra en el rincón más resguardado de la costa argólida: en la región del Peloponeso. Visitar la pequeña ciudad es el plan preferido de los griegos así como de los turistas que deciden escapar de las grandes ciudades durante el fin de semana, para reunirse con la calidez que caracteriza a la ciudad de Nauplia: playas, casco urbano, tesoros ocultos y mucha paz.
La ciudad, que se encuentra protegida por tres fortalezas, cuenta con distintos atractivos que la hacen única: el castillo de Palamede, conocido por ser el inventor del ajedrez y el juego de dados. Hay una increíble montaña que rodea gran parte de la ciudad. Aquellos que deseen llegar hasta la cima a pie deberán escalar más de 900 escalones tallados en roca, pero la recompensa lo vale: un imponente paisaje de la ciudad.
Otra de los grandes atractivos de este lugar es el castillo de Bourtzi, que se encentra en un islote frente al puerto, mientras que el tercero de los castillos, se halla justo encima del núcleo antiguo y se lo conoce como Acronauplia, cuya base es famosa, ya que en ella se resguardaban los barrios diseñados por los venecianos. Al pasar por las calles pavimentadas en mármol y las características viviendas con sus persianas de láminas, se diferencia la cultura y se distinguen los rasgos arquitectónicos de la República Serenísima que aún se mantiene tras su paso medieval.
Lo que predomina es un mismo estilo arquitectónico que persigue una armonía y un mismo estilo. Lo mismo sucede con los museos, ya que fueron abiertos en estructuras que son similares a casas comunes y corrientes. Uno de los más conocidos es el museo de los Komboloi. Se trata del único del mundo dedicado a unas piezas que forman parte de la idiosincrasia griega.
Los Komboloi son una adaptación nacional a los tradicionales rosarios religiosos, pero los únicos del mundo que no tienen el rezo como finalidad., sino que su objetivo es convertirse en un pasatiempo que aleja el estrés, combate la ansiedad y también la depresión. Un perfecto reflejo de la sociedad que vive en la pequeña ciudad de Nauplia.
Conocidos como los rosarios “laicos”, están hechos con cuentas unidas por un hilo sin un número definido, que se adaptan a las características de su dueño, y la única norma que rige es que las cuentas sean una cifra impar. Hace muchos años que los griegos los utilizan para alejarse de ciertos vicios como los cigarrillos o el alcohol. Además, son un gran soporte para la población mientras esperan las colas de los transportes públicos que no tienen tanta frecuencia.
Este elemento es tan importante para los griegos que el museo del Komboloi de Nauplia es el único del mundo dedicado a este objeto. En el piso superior reúne una colección de miles de piezas emprendida por Aris Evangelinos y Rallou Gromitsari en 1958 y sigue alimentándose de rarezas, aunque cada vez cuesta más encontrarlas, debido a que los kombolois más singulares del planeta se encuentran en ese museo.
Hay de todo tipo, colores, texturas y materiales como vidrio, plástico, hueso, metal, piel de animales, vértebra de serpiente, coral, minerales, semillas, pelo, entre otros, pero el más costoso que existe es el que tiene cuentas de ámbar. Además, en la planta baja del museo funciona un taller en el que a diario se elaboran komboloi, ya sea para vender a los visitantes del museo o con encargos expresos de usuarios.
Lo cierto es que la ciudad de Nauplia es el centro mundial de los komboloi. A lo largo del casco antiguo hay varias tiendas que los confeccionan como piezas únicas y los venden, haciendo especial hincapié en el uso del ámbar, el material más valorado.
De esta manera Nauplia se convirtió en un rincón del mundo tranquilo, relajado y alejado de los vicios, ideal para pasar un fin de semana en contacto con uno mismo.
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