David de la Mano, muralista e ilustrador español, pintó Vórtice a fines de 2013. Lo hizo promovido y coordinado con la comunidad, el municipio y la policía. Dibujó siluetas oscuras de personas en rotación espiral sobre un fondo blanco. Su vena artística traza figuras antropomórficas, coreografías tribales y reflexiona sobre el flujo de los hombres en un grupo social. Sin despreciar el propósito ni el origen de la inspiración, dijo que lo que crea son "rasgos estéticos" y que siempre hay motivos para pintar: lo que necesita es una pared libre.
El ex Hotel Palace es el ex Hotel Risso, el primer servicio de alojamiento para turistas que tuvo Punta del Este. Además de ser pionero y de tejer una trayectoria medular en la historia de la ciudad, tuvo desde 2011 una pared libre. Dos años después de su cierre definitivo, el artista plasmó su obra Vórtice en la fachada del establecimiento. Esa es la fotografía que ilustra un edificio histórico. La completa un evidente signo de abandono y desamparo: vegetación desbordada, vidrios rotos, paneles que sellan sus accesos, el número de teléfono para publicitar, pertenencias de algún "sin techo" y las huellas de lo que ayer era un cartel que presentaba en letras con relieve el Palace Hotel.
Este presente arrumbado no simboliza su prosperidad de fines del siglo XIX. En 1888, se fundó una fábrica dedicada a la pesca que se llamó Empresa de Pesquería. Edificó una amplia infraestructura para explotar la industria: depósitos de víveres y de sal para la conservación del pescado, galpones, salas para la fabricación y envase de las conservas, almacenes donde se procesaba el producto y se guardaban las artes de pesca. La factoría funcionó hasta que el gobierno dispuso su cese definitivo porque la circulación de los navíos afectaba a la biodiversidad de la zona al matar por accidente a los lobos marinos.
La Empresa de Pesquería quebró, debió pagar una indemnización al Estado por daños y perjuicios y, como no disponía de fondos, remunerar a su capataz con la entrega del terreno y las propiedades edificadas. Don Pedro Risso, el capataz, era un visionario: publicó el 14 de noviembre de 1889 en un diario de época un aviso publicitario ofreciendo a los bañistas su precario establecimiento. "Es el antecedente más antiguo sobre el inicio de la hotelería en Punta del Este", apuntó el doctor Fernando Cairo, historiador y subdirector general de Cultura de la Intendencia de Maldonado.
Del Hotel Risso al Hotel Palace y a la montaña de cemento que hoy olvida lo que fue. "Yo lo vi funcionar al Palace", dijo Héctor, un vecino melancólico. Incluso estuvo cuando se hizo la liquidación de los muebles y su desalojo: "Se remató todo, desde sábanas hasta las cosas de campo". "Yo quería conocerlo, me encantaba. Tenía un jardín interno hermoso, que al igual que la fachada antigua está protegida por ser considerada patrimonio histórico. Ocupa aproximadamente una hectárea. Tenía un gran brocal de aljibe. Adentro era puro estilo rural. La parte colonial fue la que inició todo: lo que está tapeado y sin mantenimiento eran las puertas y ventanas de las habitaciones", narró.
Antes de comprar su casa ubicada a pocos metros del predio, recordó que en 2008 pidió una reserva en el hotel: costaba 60 dólares por noche. Hace 55 años que visita Punta del Este cada verano: conoce cada movimiento, cada leyenda del primer hotel del balneario. Lo describe tradicional, modesto, de tres estrellas y con un fascinante pulmón verde en el centro. En una sala inferior, se encontraba un museo, una galería del multifacético artista uruguayo Carlos Páez Vilaró. Hoy su legado está representado en forma de mural.
Héctor es miembro de Amigos del Faro, una asociación civil que se dedica a proteger el primer área que se pobló en Punta del Este: la zona del puerto donde hoy se levantan edificios ancestrales y marginados. Las palmeras son icónicas: no pueden ser intervenidas. Las fachadas deben respetarse. Y la altura de las construcciones se limita en tres pisos para no entorpecer la luz del faro. "Dicen que hubo negociaciones para reciclarlo y convertirlo en un hotel boutique de cinco estrellas. Es lo que merece que suceda: hacer lo mismo que se proyectó con el San Rafael. Esta es una de las primeras construcciones de Punta del Este", aseveró mientras señalaba la inmensidad del edificio.
Héctor agregó un segundo rumor: dijo que uno de sus últimos dueños fue un ex director técnico de la selección uruguaya de fútbol. Juan Carlos Sorhobigarat, director de la inmobiliaria que administra el terreno, lo ratificó: Héctor "Pichón" Núñez, campeón con Uruguay de la Copa América 1995 y fallecido en 2011 a los 75 años, fue uno de los miembros de la sociedad propietaria. El año de su muerte fue el último año en el que el Hotel Palace estuvo operativo. Ahí comenzó a pronunciarse su ruina.
"No estaba aggiornado a la época y se fue apagando solo. En ese momento del impulso de inversores y constructores, se intentó generar un nuevo producto pero no alcanzó el tiempo", definió Sorhobigarat. Hubo una primera propuesta de transformación cabal de la construcción: un punto donde confluyen varias esquinas, donde la avenida Gorlero empieza y termina, donde se pueda trazar un camino peatonal que interactúe con el gran jardín interior, con locales en la planta baja y habitaciones en las plantas superiores, con una estética acorde a la identidad de la zona. El magnate mexicano, dueño de casi toda la manzana, primero se entusiasmó y luego reculó: la obra se canceló.
Después se interesó Sofitel, la cadena de hoteles de lujo francesa, en montar un gran proyecto sobre las raíces del emprendimiento de Don Pedro Risso. La idea era emular la majestuosidad del Hotel Le Bristol en París. "Pensar el espacio hacia adentro: hacer un retail abajo, dos restaurantes simpáticos y aprovechar el jardín soñado que hay en el interior. Pero se delató todo, hubo un desaceleramiento y percibieron un escenario negativo del mercado de inversiones que luego finalmente sucedió", relató el director de la inmobiliaria.
Del hotel queda solo el cemento, su historia y la memoria de los huéspedes. Una pareja argentina que tiene una casa en José Ignacio desde cuando en José Ignacio no había agua y electricidad lamentó las paredes resquebrajadas, persiguió con la mirada la inmensa palmera se erige en el jardín interno del complejo e interrumpió el diálogo entre Infobae y Héctor. "¿Usted sabe qué va a pasar al final con este hotel?", preguntó el hombre. "Estamos justo hablando de eso", respondió el vecino. Y se quedaron hablando.
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