Los lugareños lo repiten como un mantra: tomó el té pero no comió ninguna torta galesa. Sobre la visita de Lady Di al pueblo de Gaiman, en Chubut, las anécdotas se repiten y se incrementan con el paso de los años.
Es que en 1995, la entonces princesa de Gales viajó a la Argentina para una visita oficial que duró cuatro días y fue cubierta por los medios de la época con gran despliegue.
Ya separada y a poco de confesar que no había sido feliz con su esposo, el príncipe Carlos de Gales, Lady Di llegaba al país para un viaje que mezcló noches de brinds con eventos solidarios, celebridades locales con dirigentes políticos del momento, paseos por lugares históricos con reuniones en la Quinta de Olivos.
El 25 de noviembre de ese año –la tercera jornada de estadía de la princesa en suelo argentino– marcó un hito para los habitantes del pueblo de Gaiman, una pequeña localidad patagónica ubicada a 15 kilómetros de Trelew.
Ese día, con la intención de agasajarla y que se reencontrara con vestigios de la tierra de la casa real que representaba por haber estado casada con el príncipe de Gales, los anfitriones llevaron a Lady Di al curioso enclave galés de la Patagonia que hasta hoy mantiene intactas las tradiciones de una cultura muy particular.
LAS RAÍCES
Considerado como uno de los primeros municipios de la provincia de Chubut, Gaiman comenzó a poblarse a fines de 1874, fundado por colonos galeses que arribaron a la Patagonia argentina, y en especial al valle del Río Chubut en 1865.
"Para muchos turistas locales y extranjeros, tener una colonia galesa en la Argentina es algo poco conocido. Más cuando uno piensa que cuando los colonos llegaron aquí llegaron a la nada. Llegaron a un paisaje patagónico que es tan duro, desértico y llegaron en un momento en el que todavía no había ningún tipo de poblado europeo", explica a Infobae la guía Leoni Gaffet, miembro de Argentina Visión, que trabaja en la zona desde hace más de dos décadas.
"Acá existían solamente aquí tolderías tehuelches y no en gran cantidad. Fue una epopeya bastante difícil de encarar y sin embargo la encararon. Esta colonización, además, no tuvo solamente lograr un bienestar económico. Lógicamente que cada persona que emprende un cambio en su vida lo hace para vivir mejor. Pero el tema de la colonización galesa aquí tuvo como objetivo principal preservar la cultura y la lengua galesas", agrega.
Es por eso que hasta hoy se conservan las tradiciones galesas y los descendientes de aquellos primeros pobladores intentan continuarlas.
En Gaiman en la actualidad se enseña el idioma en los colegios, hay oficios religiosos siguiendo las costumbres de los colonos que fundaron el pueblo, se mantienen varios carteles de las calles en galés y hasta se puede disfrutar de las tradiciones culinarias de esa antigua cultura europea.
En la localidad, que cuenta con alrededor de 6 mil habitantes, en medio de pintorescos álamos y sauces, todavía se pueden encontrar construcciones de ladrillo a la vista, por lo general con techos de chapa acanalados, entre otros vestigios galeses.
Pero entre las principales atracciones turísticas están las capillas.
"Los galeses son muy religiosos, de modo que cuando vinieron aquí construyeron capillas de las distintas congregaciones, por supuesto son todas protestantes. Ese es otro dato que sorprende: que en un país mayoritariamente católico como este, tengamos protestantes y muchísimas capillas esparcidas aún hoy en el valle", afirma Gaffet.
Hasta la actualidad, al menos una vez al mes, los visitantes pueden contemplar cultos religiosos en idioma galés en algunos de estos templos.
Entre otras atracciones, los viajeros pueden disfrutar de un recorrido por las tranquilas calles de Gaiman, donde podrán encontrarse con la Capilla Bethel, la ex estación de ferrocarril (convertida en Museo Histórico Regional), el antiguo Correo, la Biblioteca Ricardo Berwyn, el Museo Antropológico y la primera casa, que data de 1874.
Pero también, los turistas buscan una de las tradiciones culinarias por excelencia de la región: las afamadas tortas galesas, entre otras delicias que se sirven a diario en las distintas casas de té de Gaiman.
"Es algo apoteótico, se sirve un té de excelente calidad en hebras, una suerte de canilla libre, donde uno se sienta y te traen todo el té que quieras. Además te llenan la mesa de distintas tortas, panes caseros, scones, mantecas caseras. Y si querés más de algo, te traen más", explica la guía.
En todas las casas de té, el sistema es similar: se cobra un servicio completo con precio fijo que incluye el té y la pastelería que va llegando a la mesa en plan "tenedor libre".
Para los expertos, un recorrido ideal por Gaiman debería incluir la visita a alguna capilla de las que están esparcidas por el valle, el centro del pueblo con las construcciones históricas, el museo de la ciudad para conocer más detalles, las chacras de producción agrícola y el infalible té galés para cerrar el día.
Como hizo en 1995 Lady Di, a quien año a año Gaiman sigue recordando y homenajeando.
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