Corea del Sur, desde adentro: contrastes de una sociedad que fusiona tradición y modernidad

Su capital Seúl y sus alrededores combinan vanguardia con tradiciones ancestrales y, gastronomía en mercados fuera de lo común. Un encuentro extravagante e intenso al otro lado del mundo

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La cámara de fotos arderá
La cámara de fotos arderá en Corea. Todo es una imagen, todo llama la atención al ojo curioso

Por Flavia Tomaello

Viajar no sólo es partir a conocer nuevos destinos, es prepararse para ese choque de costumbres. Un encuentro extravagante y muy intenso con un modo totalmente diferente de entender el mundo.

Producto de las realidades políticas actuales, por un lado el que fue un inminente conflicto armado con su vecina del norte promediando el pasado año y, por otro, el actual acercamiento de Estados Unidos, Corea del Sur ha comenzado a estar en el foco de los viajeros, un destino con mil rostros. Capas de cultura depositadas en sus ciudades. Seúl es multifacética; cada barrio mantiene su identidad y sus propuestas se abren en diversidad a medida que se la recorre.

Es importante considerar algunos recaudos para entender un código algo lejano a las costumbres occidentales. Comunicarse no es sencillo. Se habla poco inglés, incluso en los hoteles de lujo y, aún cuando sucede, la pronunciación es bastante ininteligible. Un buen tip al circular por Corea es llevar un mapa con doble grafía, porque aún cuando se intente pronunciar según la fonética, no siempre se acierta. Un dato más: salir con la tarjeta del sitio donde el viajero se aloja escrito en coreano. Va a ser un recurso seguro para volver "a casa".

Seúl tiene mucho para contar
Seúl tiene mucho para contar al turista. Es amplia, profusa, rica, con historia y llena de matices

Para el visitante en busca de miradas antiguas, vale la pena comenzar por el palacio Gyeongbokgung. Es el mayor que sigue en pie, luego de los terribles avatares sufridos a lo largo de su existencia. Data del siglo XIV y pertenece a la dinastía Joseon. Fue aniquilado por Japón en el año 1592 y quedó abandonado por trescientos años. Promediando el siglo XIX fue restaurado, para volver a ser destruido por la ocupación japonesa de un siglo más tarde.

El cambio de guardia en el palacio es una visita en sí misma, donde los soldados se presentan con trajes tradicionales, trenzas de colores y un juego de banderas que flamean en coreografía. Aquellos que se acercan ataviados con vestimenta típica no pagan entrada.

La mejor manera de ingresar es hacerlo por Gwanghawamun, la puerta más amplia del complejo. Más que una entrada es un viaje a otra época. Allí se luce la arquitectura típica, en el marco de una serie de patios de tierra que no desentona con el gong, el lago, los peces y las acuáticas que flotan calmadamente. Los yangban era la clase social dominante en momentos de la construcción del palacio. Un examen impuesto por la sociedad civil llamado gwageo debía superarse para acceder a la "nobleza" de su tiempo.

El más grande palacio en
El más grande palacio en medio de Seúl con una belleza nocturna inusitada

Antes de partir de Gwanghawamun, es posible tomarse una fotografía ataviado de príncipe o princesa gracias al aporte de atuendos y la función de pajes que realizan una serie de ayudantes, en apenas unos minutos.

Unhyeogung es otra alternativa palaciega en Seúl. Aunque más pequeño que Gyeongbokgung, es de fácil acceso, con estilo parecido y con menos visitantes. Por ello, es el sitio ideal para entretenerse en la toma de fotografías.

La Corte Constitucional es un edificio gigantesco, a pasos de Unhyeogung y con un aspecto bastante más occidental. La curiosidad: recomiendan con un cartel el sitio preciso dónde obtener una buena toma.

La vestimenta tradicional aún es
La vestimenta tradicional aún es utilizada en momentos especiales hasta por los más jóvenes

No pagoda, por favor

La arquitectura más tradicional de Corea es uno de los atractivos que seduce por su diversidad respecto de lo conocido para el ojo de este lado del planeta, pero también lo hace por su inteligencia de procedimientos. Hanok es el estilo con el que se la conoce. Se sirve de recursos naturales que se integran a la naturaleza de manera armónica, sin impactar en el medioambiente. Su calefacción a partir de piedras calientes (ondol) comunicadas con el humo de la cocina, permitían mantener las temperaturas en momentos de nevadas. En contraposición, para los veranos cálidos crearon una estructura de doble suelo llamada "maru".

Buckchon es el barrio típico para encontrase con emblemas de este estilo. Allí, por ejemplo, se localiza la casa Baekinje que fue construida en 1913. Además de los temas estéticos, se aprecia la distribución de ambientes clasificados por el sexo de los ocupantes.

A pocos pasos se encuentra Gahoe, un conjunto de casi un millar de casas del mismo estilo, sobre un terreno ondulado. Este pequeño laberinto se encuentra muy bien conservado, es amable para el recorrido y tienta con locales de perfumes, velas y sitios de diseño. Los habitantes del lugar intentan mantener la paz, de modo que los turistas son aceptados si no impactan en su espacio. Se suceden carteles pidiendo silencio y reiterando que se trata de un barrio residencial.

La típica arquitectura coreana sorprende
La típica arquitectura coreana sorprende desde la forma, pero esencialmente sobre las soluciones constructivas

Mientras por allí la armonía y la calma reinan, en el barrio Dondaemun el bullicio viene de la mano de las compras de todo tipo. Puestos callejeros y shoppings en cadena una cuadra tras otra se abren al paso del paseante. Los locales en la acera permanecen abiertos hasta las cinco de la madrugada.

Llegar a Insa Dong, en tanto, aunque se autodenomina como el centro cultural de la ciudad, es arribar al reino de las compras por un dólar (1.000 wong). Un conglomerado de peatonales, tránsito, furor y ciudadanos ocupados, tal vez llame más la atención la liviandad a la hora de cuidar las mercancías: es muy común que el propietario del puesto esté a varios metros de distancia.

Tagpol Park es el primer parque de estilo moderno. Inaugurado en 1897, se encuentra en los recintos de Wongak-sa, el templo budista destruido en 1504. Se ve allí una notable construcción de mármol de 10 niveles y 12 metros de altura, que hoy está encerrada en una caja de vidrio en la parte trasera del parque. Es símbolo de la resistencia al dominio japonés. Diez murales representan escenas de la lucha heroica, pero infructuosa del movimiento Samil contra la colonización japonesa a principios del siglo XX.

Una de las tantas arterias
Una de las tantas arterias en las que perderse es meterse en un videojuego de experiencias

Myendong es otra alternativa que combina paseo con compras. Es una mezcla de shopping a cielo abierto y tradicional. Es el sitio de la confusión, donde las marcas de lujo internacionales alternan con sitios de baratijas. La contaminación visual hace difícil fijar la atención. Hasta la policía tiene bastones iluminados. Una hamburguesa de McDonald's lucha cuerpo a cuerpo con los habitantes de las peceras repletas de cardúmenes irreconocibles, pulpos, cangrejos, langostas y caracoles.

Mientras Myendong parece inabarcable, aún no se llega al mayor mercado de la ciudad. Namdaemun Market, abierto en 1964, cuenta con productos mayormente hechos por los dueños de las tiendas. Está abierto durante la noche, desde las 11 hasta las 4 de la madrugada. Se puede comprar ropa, vasos, utensilios de cocina, juguetes, artículos de papelería, accesorios, alfombras, flores y productos importados. Vale la pena llegar al fin del recorrido para encontrarse con la puerta principal de la ciudad cuando aún estaba amurallada, se trata de Sungnyemun Gate.

Una vista única

Namsan es una montaña simbólica ubicada en el centro de Seúl. Es muy popular como sitio de descanso. En la parte superior, hay varias instalaciones, como el Palgakjeong, una sala octogonal, la Torre de Seúl, el Acuario, las fuentes y la Biblioteca Namsan. Se puede llegar a pie o en teleférico gratuito.

Las lamparas de papel son
Las lamparas de papel son uno de los recursos que atraviesan Oriente de manera común

Es un sitio histórico. En la torre de 479 metros se puede ver todo Seúl y el Mar del Oeste más allá de Incheon. El restaurante giratorio también cuenta con excelentes vistas y en el bar Tommo Temp se puede disfrutar un café.
Pasada la torre se encuentra el Itaewon, un espacio cosmopolita donde el inglés fluye mejor que en cualquier otro sitio. Algo más allá el ambiente gastronómico de Gyeongnidan Gil convoca a pasearse por la variedad de opciones.

La estrella del paseo es, claramente, Gangnam, barrio lanzado a la fama de la mano de PSY desde YouTube con su baile del caballo de Gangnam Style. Allí el metro cuadrado tiene un costo de 8.000 euros y está ocupado por una selecta población de 500.000 coreanos de los diez millones de habitantes de Seúl. Una especie de Quinta Avenida superlativa se transita por la zona. Estrellas del K-pop (pop surcoreano) se lucen en la avenida principal Gangnam Daero. En medio de los sitios de lujo y los cientos de cafeterías (entre ellos una decena de Starbucks se apilan en media docena de cuadras), se localiza el negocio furor de la ciudad Kakao Friends: tres pisos con los peluches que porta todo coreano que se precie.

Una grata experiencia es apelar a la calle paralela, y acercarse a la BBQ Korean Alley. En ella se extienden las parrillas locales, donde el espacio de cocción se encuentra en el centro y cada visitante asa su propia pieza.
Gangnam tiene mucho más que encontrar: el shopping COEX, el Banpo Hangang Park con show de luces y agua en el puente más largo del mundo, la calle Sinsa Dong Garosu Gil que logra una mixtura perfecta entre oriente y occidente.

La quietud y la calma
La quietud y la calma son dos bienes muy apreciados por los habitantes. Así como explotan ruidosamente en ciertos sitios, valoran la paz de sus zonas residenciales

Si de lugares exóticos se trata, una escapada próxima a la ciudad de Seúl es la Zona Desmitalirizada. Es la frontera con Corea del Norte que se promueve como visita turística. Esta incluye un paseo por los túneles excavados por los vecinos para atacar la ciudad, el recorrido por las estaciones que funcionarán en el caso de una utópica reunificación y la visita a los miradores desde los cuales los vigilantes de sur espían más allá.

El fin del recorrido, como para hacer una retrospectiva del viaje, es ideal asignarlo al barrio de residentes franceses: Seorae. La calma reina, el paseo se hace amable y los restaurantes compiten en estilo cosmopolita. Un momento para la reflexión y para dejar que decante tanto aprendizaje incorporado. Es que en Corea vale bien aplicar un dicho local, porque deja atónico hasta a un viajero experimentado: "Hasta los monos se caen de los árboles".

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