"Hay demasiada gente", protesta un francés delante de la Fontana de Trevi. Desde hace años la visita a este monumento emblemático de Roma se ha convertido en un agobio por los turistas agolpados a su alrededor sin ton ni son.
"Hace falta más orden, sino la visita no es agradable", estima Rafel Llerat, un español de 44 años.
La plaza de Trevi y su famosa fuente del siglo XVIII, incluida en el patrimonio mundial de la UNESCO, se encuentra en medio de un laberinto de callejuelas en el centro histórico de Roma, abarrotado a diario.
Unos 15 policías municipales están desplegados en este espacio para velar por él y con sus silbatos llaman al orden a los visitantes en cuanto ven un comportamiento inapropiado.
"No, no es posible ir a esa zona, podría dañar el mármol", dice uno de ellos a una turista empeñada en saborear el helado al borde de la fuente.
Hace tres semanas, una turista holandesa y una italo-estadounidense se pelearon por el mejor sitio para hacerse una foto.
"Es uno de los lugares más bellos de Roma, la gente debería ser más educada, tendría que entender que estamos ante un monumento", afirma Valentina Baldi, una italiana de 48 años.
Los visitantes tienen por costumbre lanzar de espaldas una moneda a la fuente cumpliendo con una superstición según la cual así tienen asegurada la vuelta a la Ciudad Eterna.
Ante el número creciente de visitantes, el ayuntamiento de Roma se ha planteado varias veces controlar el acceso a esta obra barroca recién restaurada, una medida polémica.
"Si hubiera que hacer cola no habríamos venido", asegura Sal Boscarello, un estadounidense de 39 años.
Zambullidas cinematográficas
Ante las temperaturas récords de agosto en Roma, la Fontana no se ha librado de los baños de turistas que quieren imitar a la diva sueca Anita Ekberg en la escena de La Dolce Vita, de Federico Fellini.
A mediados de agosto, una pareja de canadienses treintañeros intentó bañarse por la noche en el estanque pero las fuerzas de seguridad se lo impidieron. Ellos no cejaron en su empeño y volvieron horas más tarde para zambullirse en sus aguas. Un baño nocturno que les costó una multa de 450 euros (524 dólares).
Esta fuente no es el único monumento romano afectado por la moda de los baños. Hace unos días la policía hizo un llamamiento en las redes sociales para identificar a un grupo de turistas que se bañaron en la fuente de la Plaza Venecia. Una acción que "atenta contra el sentimiento nacional y la memoria de los muertos a los se dedicó el monumento", escribió en su página Facebook.
Fue un suceso que empujó al ayuntamiento de Roma a desplegar a la policía municipal para vigilar noche y día las fuentes del centro histórico.
Con información de AFP
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