La historia de una pequeña isla canadiense que quedó casi vacía y revivió gracias al espíritu de comunidad

Fogo Island quedó desolada en los 70. Hoy, gracias al esfuerzo de los locales, triplicó su población en una década, además de atraer a líderes de todo el planeta. La pesca como símbolo de identidad y motor económico

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Fogo Island, una de las islas más alejadas del extremo oriental de Canadá (Getty)
Fogo Island, una de las islas más alejadas del extremo oriental de Canadá (Getty)

Por Flavia Tomaello

Llegó un día, promediando los 70, en que los éxitos económicos obtenidos de la mano de la pesca se convirtieron en el fracaso que llevo casi al abandono de una de las islas más alejadas del extremo oriental de Canadá.

La de Fogo es una comunidad de puertos: un asentamiento costero exclusivo pequeño y remoto de la provincia de Terranova y Labrador. Los isleños que la habitan son personas del mar que se han ganado la vida pescando en las aguas frías y, a menudo, implacables del Atlántico Norte. Una sociedad que no acumuló capital hasta las últimas décadas del siglo XX, donde los habitantes se sostuvieron durante generaciones pescando como familias y confiando en un cuidado ingenio de su aservo, alimentado por un profundo amor por el lugar. Esta historia de relativo aislamiento y autosuficiencia ha moldeado los espíritus de la población y el sentir de Fogo en general, que continúa forjando la economía y la cultura de la isla.

Las once comunidades que se dispersan por la isla no están exentas de desafíos contemporáneos, pero tampoco carecen de esperanza. Después de resistir el reasentamiento a mediados del siglo XX, están allí con propósito y convicción en ese lugar que el Capitán Wadham, en sus famosas instrucciones de navegación, denominó "un paquete de islas con fuertes represas". Su aislamiento del continente, su íntimo enredo con el mar y las fuerzas de la naturaleza, y sus vidas al borde de un gran océano han creado un lugar de muchas historias que merecen ser transmitidas.

Un camino lejos de casa

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Llegar es como en los dibujos animados: hay que saltar de piedra en piedra… Desde Halifax a Gander, el último aeropuerto antes del polo, seguir en auto, tomar un ferry y, finalmente, desde el embarcadero en la isla, también en auto arribar al destino final. Toda la luz del sol de un día de primavera se va en el recorrido. La isla tiene 239 km² con once comunidades.

Al crecer en Fogo, Zita Cobs (58 años) desarrolló una profunda creencia en el valor inherente del lugar y un profundo respeto por los comportamientos humanos que surgen de las relaciones con la naturaleza, la cultura y la comunidad. Después de terminar la escuela secundaria en la isla, Zita decidió estudiar negocios para comprender los sistemas económicos globales. Luego de completar la universidad en Ottawa, asumió roles financieros cada vez más importantes en la industria de alta tecnología. Regresó a casa, a Fogo, a principios de los años 2000 y, junto con sus hermanos Anthony y Alan, decidió revivir su lugar de origen.

"Sabíamos desde que comenzamos que debíamos convocar a la población -explica Anthony-. Teníamos que ser cuidadosos y dar los pasos de a uno". "Partíamos con un valor a favor -sentencia Alan-: los tres somos hijos de esa misma comunidad que tratábamos de revivir. Contábamos con un voto de confianza". Luego de indagar el terreno y analizar posibilidades, sometieron esas complejidades al prisma de su formación y experiencia en negocios. De ello nació Shorefast Foundation, una organización benéfica formada en 2006 por los tres hermanos, octava generación de isleños. Su objetivo es el de construir otro tramo en la economía de la isla de Fogo tras el colapso de la pesca tradicional del bacalao.

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"Shorefast es una entidad social y ha encabezado un conjunto holístico de programas de caridad y negocios sociales en la isla", aporta Alan. Las iniciativas benéficas incluyen una decena de programas como el Fogo Island Arts, Geology at the Edge, un fondo de microcréditos y numerosos proyectos de restauración del patrimonio.

Enseñar a pescar

Todos los programas que se iniciaron hace 12 años tienen como foco la instalación de negocios comunitarios, y ninguno de ellos se basa en un esquema de donaciones. Todos son autosustentables, tienden a serlo, involucran a la comunidad y vuelven a ella.

También convocan a figuras públicas que esparcen la semilla de Fogo. Han pasado este año Gwyneth Paltrow y David Letterman.

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The New Ocean Ethic reúne una serie de iniciativas en torno a la creación de una relación de mayor fidelidad con los océanos. "Durante siglos, los isleños de Fogo han vivido en sana convivencia con el mar, una relación delicada y tenue que oscila entre la armonía y la disonancia, pero que, en definitiva, se define siempre con reverencia", señala Gordon Slade, director del programa. Las actividades se basan en objetivos claros: "Si queremos seguir beneficiándonos de nuestra relación con el mar, debemos reconsiderar la forma en que usamos sus recursos y coexistir de manera responsable en sus orillas", sentencia.

Fogo es el sueño de cualquier geólogo. Con cientos de millones de años de historia bajo sus pies, y como uno de los pocos lugares en el mundo donde se puede observar la totalidad de una cámara de magma, es una fuente de progreso el compartir la geología de lugar. El programa de residencias para especialistas es liderado por el geólogo Paul Dean, es el primer programa de este tipo de Canadá.

Durante siglos, los pequeños botes de madera han sido una parte esencial del tejido social y económico de la zona rural de Terranova. Estos barcos han desempeñado un papel irremplazable en la vida de outport y han constituido la espina dorsal de la actividad pesquera. Fogo y las islas vecinas de Change son reconocidas por sus técnicas de construcción de embarcaciones. "Hemos creado una colección patrimonial de nuestros botes de madera tradicionales, las bateas, y estamos involucrados en una variedad de actividades que apoyan los proyectos tradicionales de construcción de embarcaciones y la transferencia de habilidades", explica Alan.

Fogo tiene una rica arquitectura vernácula, construida a lo largo de los siglos para apoyar y mantener los medios de vida y las expresiones estéticas de las personas que están inextricablemente atadas al mar. A los colonos de Newfoundland no se les permitió residir cuando vinieron originalmente de Europa para pescar. Esto condujo a la creación de edificios hechos de madera en lugar de piedra, y que descansaban ligeramente en el paisaje haciendo uso de pilastras, llamadas costas, en lugar de cimientos fijos.

"Esas estructuras han resistido los vientos más duros del noreste, la lluvia, la nieve y el hielo -relata Alan-. El aire salado conserva y aún queda mucha vida en los edificios más descuidados de la comunidad. Hemos invertido en la restauración de varios hogares patrimoniales, iglesias y edificios públicos a fin de preservar el patrimonio arquitectónico distintivo de Fogo. Creemos que es de importancia crítica porque los edificios tienen un papel clave para ayudarnos a mantener una relación con el pasado. El nuestro es el de mediar en la relación entre aquél y el futuro".

Lo más "inn" del plan

Tal vez el punto más extravagante de la idea termina sorprendiendo por su esquema social. "Cuando hablamos por primera vez de construir un hotel cinco estrellas, las respuestas fueron coincidentes: ¿quién va a venir hasta aquí?", rememora Alan. Fogo Island Inn fue una respuesta directa a la necesidad de encontrar una nueva relevancia para el conocimiento y los estilos tradicionales. El Inn fue creado como un motor económico para la isla de Fogo y ha proporcionado nuevas oportunidades de empleo que se basan en la predisposición natural de isleños hacia la hospitalidad.

"Este es un negocio 100% social -afirma Zita-. Se construyó con fondos filantrópicos y todos los excedentes se devuelven a Shorefast para su reinversión en la comunidad de Fogo Island. No hay inversores que buscan un retorno, y no hay ganancia privada".

Este planteo significa que la comunidad de Fogo en su conjunto es propietaria beneficiaria del hotel, y todas las decisiones tomadas sobre él, desde su concepción original hasta sus prácticas de contratación y estándares de adquisición, se realizan a través de una lente específica. "No se perdió oportunidad de poner foco en los detalles -agrega Alan-, porque tenemos amor por los detalles".

Todd Saunders, arquitecto y criado en Newfoundland, fue el diseñador del proyecto. El Inn rápidamente se ha ganado reputación internacional por su excepcional hospitalidad, su diseño audaz, reflexivo y humanista. "Todd se encargó de crear un destino geoturístico único que conserva la riqueza de las tradiciones de Terranova y al mismo tiempo habla el lenguaje visual del diseño moderno -continúa Alan-. Simplemente, el objetivo era encontrar nuevas formas con las cosas viejas para preservar y estimular la producción cultural en la isla y crear espacios para los huéspedes que vienen a refugiarse de las tormentas de la modernidad".

Este matrimonio entre lo viejo y lo nuevo se logró finalmente a través de un viaje que involucró a los fabricantes y artesanos locales que se integran con arquitectos y diseñadores internacionales. Estilísticamente, los interiores continúan el concepto de articular lo tradicional a lo contemporáneo: casi todos los muebles y textiles en el Inn fueron hechos a mano por artesanos de Fogo a partir de las propuestas de diseñadores visitantes. Cada detalle se siente propio, desde los materiales de origen a la paleta de colores, el patrón del empapelado y los accesorios de iluminación.

"En un momento en que las comunidades rurales luchan por la supervivencia, Fogo Island Inn fue una oportunidad para utilizar el diseño como un medio para fortalecer la cultura y el lugar, y al mismo tiempo mejorar las perspectivas económicas de esta singular comunidad insular", explica Zita.

El bacalao como parte de la identidad

"En Terranova, cuando decimos pescado, nos referimos al bacalao", afirma el hijo de pescadores Alan Cobb. La pesca de bacalao ha sustentado a los isleños de Fogo durante siglos. A mediados del siglo XX, la sobreexplotación a escala de las fábricas hizo que las poblaciones de bacalao cayeran en picada, llevando a la especie al borde de la extinción y destruyendo una forma de vida de generaciones casi de la noche a la mañana. En 1992 se declaró una veda sobre la pesca de esta especie. En los últimos años, las poblaciones de bacalao han sido crecientes y los pescadores han estado capturando pequeñas cuotas cada año. "Aquí -continua Alan-, la pesca está inextricablemente ligada con nuestra vida familiar, nuestra cultura y nuestra economía, y el método preferido por los pescadores locales para capturar el suministro de pescado de su familia es, y siempre ha sido, el anzuelo y la línea tradicional".

Fogo se encuentra en posición privilegiada para ofrecer este bacalao a restaurantes de alta gama y centrados en el comercio sustentable. Solo se pesca en el otoño, cuando el pez está en su pico óptimo de crecimiento. A diferencia de la pesca industrial, la artesanal crea cero captura incidental y un impacto ambiental mínimo.

Tal vez la más revolucionaria mirada llega de la idea de la replicabilidad y el acuerdo de generosidades. Donde cada uno de los isleños entendió, curiosamente, la vida tendiendo puentes que los unan e interconecten. Y que soñar no es tan complicado si se deja volar la cabeza lejos, mientras los pies no se despegan el piso… o del agua.

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