Historias de tragos y palacios: postales retro de Venecia, la ciudad más barroca del mundo

La ciudad italiana podrá tener limitaciones de acceso y ciertos lugares y recorridos vedados, pero el paisaje, la tradición, el encanto y el lujo seguirán siendo su sello distintivo. Imágenes de una terraza, un trago, el hotel Danieli y el Véneto

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Venecia, uno de los lugares del mundo más enigmáticos y encantadores (Getty Images)
Venecia, uno de los lugares del mundo más enigmáticos y encantadores (Getty Images)

Por Flavia Tomaello

El codo en la terraza, la vista en el Gran Canal, el sol que convierte en ocre color Venecia todo lo que ilumina y un trago en la mano aglutina toda la historia del Véneto en un solo sorbo. El paisaje lo pone el lugar, la mística la pone el hotel Danieli y la bebida la sirve Roberto Naccari, quien hace 34 años revuelve y agita los tragos más conspicuos de la Serenísima.

Venecia es el lugar más barroco de la tierra. Allí, dice John Berendt en su última novela "La ciudad de los ángeles caídos", las personas actúan con la ciudad como escenografía, dicen todo lo contrario de lo que indican sus intenciones, viven de "ser venecianos", una condición que sólo es posible para el que habita esa urbe como un local, y se reúnen en los bares desde hace cuatro siglos.

Floriano Francesconi abrió las puertas del primer café de Europa. El "Alla Venezia Trionfante", hoy "Florián", que se inauguró el 29 de diciembre de 1720. Medio siglo más tarde llegaría el Gran Caffè Quadri que codeó a numerosos locales de pizza en la plaza San Marco para hacerse un lugar. No es el más viejo, pero sí el elegido por las personalidades famosas, escribieron en sus mesas Stendhal, Lord Byron, Alejandro Dumas y Marcel Proust; imaginó algunas de sus melodías Wagner y hoy es epicentro de las charlas de los personajes de la Mostra, el festival de cine de Venecia.

La ciudad de los canales encubre una historia de aristocracia y lujo, cita de las más altas esferas de la sociedad europea (Getty Images)
La ciudad de los canales encubre una historia de aristocracia y lujo, cita de las más altas esferas de la sociedad europea (Getty Images)

Del pasado siglo, en tanto, data el Harry's Bar, que abrió en 1931 instalado en lo que fue una antigua casa de indumentaria. Debe su nombre a un estudiante norteamericano llamado Harry Pickering, quien llegó por primera vez en 1927 cuando viajaba con su tía, su pareja y un pequeño perro pequinés. Estaba en Venecia por un problema de salud. De hecho, su familia esperaba que la ciudad lo ayudara a poner fin a sus crecientes hábitos alcohólicos. Pero el estudiante se instaló rápidamente en el bar, pasando todo el día allí, bebiendo la fortuna de su adinerada familia bostoniana. La familia de Pickering se había dado cuenta de que esto no estaba ayudando. Él se había enamorado de su tía, quien se había escapado con su amante. Y el pobre Harry se quedó virtualmente sin un centavo, lo que le hizo dejar de beber rápidamente.

El hombre que había estado sirviendo sus bebidas era un ambicioso veinteañero llamado Giuseppe Cipriani. Nacido en Italia pero criado en Alemania, Cipriani había heredado una gran ética de trabajo de sus padres. Ya había pasado por fábricas y cocinas, hasta convertirse en camarero de hotel. Fue él quien le prestó a Harry 500 dólares para que volviera a su país.

Pasaron tres años antes de que el joven regresara a devolver el dinero. Y lo hizo con creces: entregó a Cipriani 1500 dólares y lo instó a abrir su propio bar, al que el nuevo propietario bautizó con el nombre del joven. Pero toda esa historia sí fue posible merced a los viajeros. A los temporales, a los habitantes medio tiempo y a los amantes que regresan sin escapatoria.

En la última semana, Venecia tomó medidas polémicas para controlar la avalancha de turistas (Getty Images)
En la última semana, Venecia tomó medidas polémicas para controlar la avalancha de turistas (Getty Images)

Historias de palacios

Pero retornando a una época en que Venecia era el patio de recreo de la aristocracia europea y la sociedad veneciana, los lugares más populares para conocerse, reunirse y encontrarse eran los bares de los hoteles de lujo de la ciudad.

400 años antes de que esta moda tuviera lugar, casi a fines del siglo XIV, el duque Enrico Dandolo tuvo un capricho, como casi todos los hombres de dinero de la ciudad: ser dueño del más lujoso palacio frente a la laguna. La obra llevó su nombre y quedó ubicado al lado del Palacio Ducal, a 30 metros de la Piazza San Marco, de cara al Gran Canal.

Su lujo se hizo de tal fama que no hubo príncipe que no hiciera allí una escala al pasar por Venecia. A lo largo de los siglos ganó tal fama que se convirtió en parada obligatoria y favorita de cuanto príncipe, rey, cardenal o embajador pasara por allí.

El palacio cambió muchas veces de manos: Dándolo se lo vendió a Gritti, que a su vez lo vendió a las familias Mocenigo y Bernardi. A pesar de la catarata de propietarios, el Palazzo Dandolo no perdió esplendor. Cuando cayó la república veneciana, en 1797, fue dividido entre muchos nuevos dueños. Uno de ellos, Giuseppe Dal Niel, conocido por todos como Danieli, compró un segmento en 1822 para fundar el Albergo Reale. Le devolvió la soberbia que había creado Dandolo y no tardó en volverse conocido por todos como "el Danieli".

El célebre y legendario hotel Danieli, con la elegancia del mobiliario de sus tres míticos palacios
El célebre y legendario hotel Danieli, con la elegancia del mobiliario de sus tres míticos palacios

La tradición volvía a repetirse: el nuevo dueño agrupaba todas las partes en que se había subdividido la propiedad y su fama ganaba el boca a boca lujoso de toda Europa. El bar del lobby y la terraza inigualable que balconea al Gran Canal daban vida a las mejores historias regadas con tragos tan lujuriosos como aquellas.

El arribo del del siglo XX permitió la ampliación anexándose el palacio Casa Nuova, con 100 años de vida, para que cerca de la mitad del siglo pasado se agregara el más moderno "Danieli Excelsior". Todo el complejo integrado internamente conformó al Hotel Danieli tal como se lo conoce hoy.

La terraza y el bar fueron recientemente remodelados de la mano del arquitecto Jacques García. "En la tarea se combinaron elementos actuales con la esencia del gótico veneciano -explica el profesional- y presenta a los
amantes del buen beber las mejores vistas de la laguna".

Chin chin con Casanova

Cuando Roberto Naccari empuña la coctelera y diseña un trago permite a su auditorio ser miembro de una cierta nobleza veneciana en pleno siglo XXI. El Danieli es hoy una invitación a viajar en el tiempo, a hospedarse en un lujo palaciego de las épocas doradas de la nobleza.

La imagen nocturna del hotel Danieli y sus tres palacios: una de las posiciones más envidiadas de la ciudad de cara al Gran Canal
La imagen nocturna del hotel Danieli y sus tres palacios: una de las posiciones más envidiadas de la ciudad de cara al Gran Canal

Desde el lobby bar, con su escalera de mármol rosa cubierta con alfombras originales restauradas, sus arañas de cristal de Murano copia fiel de las originales y sus techos estucados con hoja de oro que fueron recuperados, hasta las habitaciones, con un balance barroco veneciano satinado con modernidad, todo invita calzarse el personaje y codearse con las épocas de Casanova.

Tanto el bar de la planta baja como la terraza del último esconden infinitas historias repetidas en voz baja, ocultas en el sonar del choque de copas. Fue el sitio elegido por Alfred de Musset, el poeta romántico, quien de la mano de la escritora Amandine Lucie Aurore Dupin, soltaron su romance que había nacido en París en 1833. Ella se convertiría en una marca en la literatura bajo el seudónimo masculino de George Sand.

En la misma terraza, copa en mano, se conocieron en 1957 la mejor soprano de todos los tiempos, María Callas, y el magnate griego Aristóteles Onassis. Es bajo las luces ocres reflejadas en los martinis de Naccari que Florian Henckel von Donnersmarck dirigió a Angelina Jolie y Johnny Depp en 2010 en el film "The tourist" (El turista). Las celebridades siguen brillando en la barra del Danieli, donde la mayoría de las veces, las máscaras ocultan a las personalidades que transitan sus mesas.

Una vida en la laguna

Para crear es preciso viajar. Y el bartender del Danieli lo ha hecho con creces. "Me formé en Italia -cuenta- pero viví experiencias en Europa y en América. Para mi profesión pasar por las barras de Londres o Nueva York permite abrir una perspectiva inusitada. Enfoca la mirada cosmopolita".

Sin embargo, a pesar de que fue y volvió, su trabajo en el Danieli ha sido una constante desde 1984. Contrariamente a lo que se puede suponer, la vida en esa barra es todo menos monótona. Un mundo nuevo comienza y termina a diario. La vida de Venecia transcurre en una especie de subsuelo que soporta la variabilidad como regla. Con un promedio de 60.000 visitantes que la pisan a diario, un objetivo a descender por parte de las autoridades, con alcalde Luigi Brugnaro a la cabeza. El dilema que enfrenta hoy es el modo en que actuarán frente a las intenciones para limitar el acceso: las barreras instaladas en el feriado del pasado del primero de mayo resultaron un fracaso.

"Cada cliente es un desafío a descubrir -indica Naccari-, pero sólo hay una oportunidad. Quienes llegan a nuestra barra lo hacen con altísimas expectativas y no hay muchas ocasiones de estar a la altura. En cada trago hay que dar el máximo, estar disponible y construir una experiencia memorable".

En 1951, 175.000 italianos vivían en la ciudad de los canales; en la actualidad, por el caos turístico, permanecen sólo 52.000 (Getty Images)
En 1951, 175.000 italianos vivían en la ciudad de los canales; en la actualidad, por el caos turístico, permanecen sólo 52.000 (Getty Images)

El paisaje y la ciudad hacen mucho, "el Danieli es epicentro de Venecia -dice-, un museo en el centro de la escena, pero aunque la escenografía nos ayuda, también nos obliga: competir con ella no es fácil".

La carta debe cumplir una serie de condiciones: incluir los tragos clásicos porque muchos de los paseantes los prefieren. También debe ofrecer los típicos venecianos como el spritz, el bellini y el proseco. Y, por último, debe tener recetas novedosas, "algunas inspiradas en los clásicos, pero siempre algo nuevo… una propuesta que el visitante se lleve como un trocito único que sólo le tocó a unos pocos", sentencia.

El perfil de los turistas es tan amplio que Naccari se entrenó de un modo casi sociológico. "Es indispensable detectar el estilo: los hay de aquellos que esperan asesoramiento, o los que prefieren innovar; pero también están los que vienen a probar lo que toman los venecianos; mientras que hay otros que van al trago clásico que consumen en su lugar de origen". Según él son los asiáticos los que se animan a buscar sabores nuevos y suelen probarlo todo. Sostiene que su barra tiene un ranking de pedidos: Direi Bellini, Cosmopolitan, Spritz, martini, gin tonic.

Naccari creó el trago estrella del Danieli que, casi de manera redundante, se llama Góndola. Para él se recurrió a materias primas provenientes del Véneto, la región geográfica en la que está inmersa Venecia. Para ello: una medida de vodka, una medida de aperol, gotas de morlacco, cherry y proceso y… te la voglio dire…

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