Por Gloria Montanaro
Viajar forma parte de la epopeya de los millennials, una generación que hizo de la selfie en los destinos más extraordinarios una postal del éxito que no supieron retratar generaciones anteriores; como los baby boomers, más preocupados por permanecer y escalar dentro de su trabajo que por conocer el mundo. Hoy, decir que se padece el síndrome de Wanderlust no es enunciar una rara enfermedad nueva sino proclamar que uno tiene el deseo irrefrenable de recorrer el globo. La llegada de las aerolíneas low cost al mercado promueve esa avidez por trasladarse. Pero, ¿cómo repercute esta avalancha de viajes en el cambio climático global?
Al viajar, como en muchas otras actividades, los seres humanos generamos emisiones de dióxido de carbono (CO2), principal gas con efecto invernadero responsable del calentamiento global. A la contabilidad de esas emisiones se le llama "Huella de Carbono" y conocerla contribuye a que viajeros, compañías aéreas y hoteles, entre otros, puedan tomar acciones directas para mitigar el impacto ambiental que tienen sus movimientos por el planeta.
¿Cómo se mide la "Huella de Carbono"?
En la web se pueden encontrar diferentes calculadoras de CO2, cada una de ellas diseñada según los parámetros y criterios de sus propios países y organizaciones. Los resultados obtenidos permiten individualizar el foco de emisiones para actuar sobre ellas e identificar las posibilidades de reducción.
Tal es el caso de la calculadora de carbono de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), que sirve como fuente de información al principal sistema internacional de reservas y emisiones de tickets aéreos, Amadeus. Con esta data, ellos proveen a sus plataformas de distribución de una estimación de las emisiones de CO2 por pasajero y vuelo. Así, los clientes tienen la posibilidad de comparar los efectos ambientales de distintos itinerarios al momento de planificar un viaje o de hacer una reserva.
Según cuenta Christian Castex, el presidente de la Asociación Argentina de Ecoturismo y Turismo Aventura (AAETAV), muchas de estas calculadoras traducen la información dura de forma figurativa para generar más conciencia ambiental, comunicando por ejemplo cuántos árboles se talaron al realizar un vuelo. "Al viajar es importante prestar atención, navegar la red un poco más y ser reflexivos al momento de elegir empresas, establecimientos, actividades con conciencia ecológica y cuidado de nuestro medioambiente", agrega.
Elecciones sustentables
A grandes rasgos y sin necesidad de muchos cálculos, hay que saber que los viajes en avión son los que más CO2 emiten por persona. Sin embargo, si uno tiene que volar sí o sí, hay elecciones más sustentables a considerar: optar por compañías aéreas que utilizan biocombustible renovable, volar de día y hacerlo sin escalas, dado que el despegue y aterrizaje son los momentos en los cuáles el avión consume más combustible.
En el ranking de los medios de transporte más contaminantes siguen las travesías en crucero, ya que si bien se ahorra en quema de combustible el consumo energético a bordo es muy alto. El barco tradicional es una buena alternativa, pero por cuestiones de tiempo en tránsito la mejor opción es el tren.
En caso de viajar por ruta lo ideal es utilizar el transporte público u optimizar los viajes en auto propio con aplicaciones que facilitan el carpooling. También existen compañías de alquiler de vehículos eléctricos o híbridos eficientes en combustible, que informan en su web de la emisión de CO2 por kilómetros cuadrado de cada modelo. Una vez en camino, todas las medidas que se puedan tomar para ahorrar combustible son
útiles; entre ellas, planificar bien la ruta, llevar las ventanillas cerradas y restringir el uso de aire acondicionado.
Al llegar a destino lo recomendable es alojarse en hoteles ecoeficientes certificados por algunas de las organizaciones reconocidas por el Consejo Global de Turismo Sostenible (GSTC), como Rainforest Alliance o, específicamente en el país, Hoteles más Verdes. "Toda certificación medioambiental otorga su respectivo sello, que lo encontrarás en las páginas web de los hospedajes y también en los buscadores más importantes", indica Castex. Evitar todas esas pequeñas cosas que le generan un consumo energético extra al hospedaje, desde prescindir del cambio de toallas diario hasta apagar las luces de la habitación al salir, también contribuye a la reducción de emisiones.
A la hora de hacer excursiones conviene moverse a pie o en bicicleta y consumir productos locales, que tienen una huella de carbono menor al no haber sufrido grandes traslados. Por último, cuanto menor volumen de desperdicios uno genere, mejor.
Reducir o compensar las emisiones de CO2
Con estos datos en mente y los resultados estimados con una calculadora de CO2, uno puede identificar las fuentes y el volumen de la propia emisión de gases de efecto invernadero. Al reconocerlas existen dos opciones: reducirlas o compensarlas.
"La reducción es directa y tiene que ver con tomar medidas para evitar las emisiones. La compensación, por otro lado, implica neutralizar el impacto de la emisiones generadas pero de manera indirecta, al destinar recursos a un proyecto ecológico o una inversión económica para la compra de créditos de CO2", explica la licenciada Sol Klas, docente de turismo sustentable de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE). Estos créditos, generalmente llamados bonos verdes, son dirigidos a distintos tipos de proyectos ecológicos: de energías renovables, de reforestación o de mejores prácticas agrícolas. Algunas de las organizaciones que facilitan esa transacción son myclimate, CeroCO2 y Carbonfund. Muchas aerolíneas también permiten pagar un cargo extra al momento de emitir el ticket de avión para compensar la huella de CO2 correspondiente a un vuelo.
"La compensación es un modo práctico de evitar que el problema del cambio climático se acentúe en el mediano plazo, pero la solución de fondo pasa por la reducción rápida de las emisiones de gases de efecto invernadero en cada etapa del viaje", concluye Klas.
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