No se puede hablar de rutina, pero sí de dinámica. No van sin rumbo, saben muy bien cuál será la meta del día. Lo que está librado al azar es lo que ocurrirá en el camino. Si se romperá una rueda o si se encontrarán con una persona que desviará sus planes. Si dormirán tirados en un baño o en el medio de la recóndita e impredecible naturaleza. Las circunstancias alteran la historia, una narrativa en constante transformación, donde un encuentro abre un mundo de posibilidades.
Tres argentinos y un español pedalean. Daniel Recht (27 años), Maxo Cadel (23 años), Franco Recht (23 años) y Aleix Pinadella (barcelonés de 26 años) se levantan cada mañana con un punto determinado en mente y se montan a la bicicleta. A veces andan juntos, a veces separados. Son un equipo, una banda de amigos que decidió lanzarse a la aventura en dos ruedas. Están dando la vuelta a Australia, de Perth a Perth, un círculo de 16000 kilómetros de experiencias, música y anécdotas que comparten en su blog y que busca fundir las tres pasiones que los unen: los viajes, el lenguaje audiovisual, y la bicicleta.
Hace dos años Daniel, líder y fundador de "The Bikings Project", conoció a Aleix en Sídney mientras trabajaban haciendo pedidos a domicilio en bicicleta. Descubrieron un placer mutuo por andar en bici y decidieron emprender un viaje a Alice Springs, una ciudad en el centro de Australia. Allí comenzaron a pedalear hasta Uluru, una de las atracciones turísticas más emblemáticas del país. Era pleno noviembre cuando completaron 1200 kilómetros entre ida y vuelta con un calor que superaba los 35 grados. Documentaron toda la experiencia y con todo ese material filmado Daniel volvió a Argentina y Aleix a España. Se separaron, pero la semilla de la idea ya se había inseminado.
La planificación de la vuelta a Australia en bicicleta duró dos años. A Daniel y Aleix se les sumaron Maxo y Franco -que le ponen música al viaje y componen el grupo Guampas del Sur-. Sabían que no iba a ser fácil, y que iban a necesitar sponsors para poder equiparse y solventar sus gastos. Llamados, mails y mucha insistencia consiguieron el apoyo de varias marcas. "Es cómico que hasta conseguimos que el importador de yerba mate en Australia sea nuestro sponsor y siempre nos manda kilos de yerba para estar con mate en todos lados", cuenta Daniel a Infobae vía mail desde el outback australiano. "Conseguimos las visas, ahorramos y hoy estamos en Australia con 4000 kilómetros".
"El objetivo de este viaje de Perth a Perth es dar la vuelta completa y poder mostrarlo de la forma más fiel y auténtica posible en un año de viaje", explica. "Frenar, conocer y adentrarse en las personas es lo esencial de nuestro viaje. Hoy estamos en la búsqueda de historias. Cuando uno viaja el tiempo pasa a un segundo plano, esa es la realidad. Seguimos moviéndonos constantemente porque lo disfrutamos pero la idea es no atarnos a un plan o tiempo rígido".
Seguir rumbo o quedarse: el eterno dilema
La calidez de los australianos y su buena disposición al encontrarse con viajeros de tierras foráneas fueron las principales razones que llevaron a estos cuatro intrépidos a elegir Australia como destino. "Las situaciones anteriores a planear el viaje fueron llevando a Australia y nunca más lo cuestionamos. Daniel y Aleix ya habían viajado por acá y les pareció un país con paisajes completamente diferentes y en donde las personas están abiertas al encuentro", confiesan los jóvenes.
Cuando llegan a un pueblo montados en bicicletas, lo que ocurre a continuación es siempre diferente. A veces, la gente simplemente se acerca, se interesa y los invita a compartir una cena y acampar o dormir en su casa. Otras, en cambio, tocan timbres e intentan hablar con alguien.
"La gente suele abrirnos las puertas de sus casas y hemos pasado noches durmiendo de millones de maneras diferentes. En casas, en un baño, en un garage, en parques, en la playa, al lado de la ruta, abajo de un muelle, incluso en hoteles", afirman. Sin embargo, desde que el viaje comenzó, hace cuatro meses, nunca pagaron por dormir en ningún lado.
Y el dilema siempre es el mismo. Ellos viajan a través de las personas. La gente se abre y los invita a conocer sus vidas. Les han ofrecido quedarse en lugares pasando semanas, pescando, haciendo música, e incluso los llevaron a carreras de autos. "Entonces -reconocen- es complicado buscar el equilibrio entre seguir andando y quedarse disfrutando a la gente".
Descubriendo la aventura
Cuatro meses es una eternidad cuando el sentido del tiempo va evaporándose, cuando la experiencia envuelve al viajero y hace que las horas, que los días se entremezclen, se alarguen, se transformen. Y en ese tiempo, Daniel, Maxo, Franco y Axeil descubrieron el poder de la naturaleza y la crueldad de lo remoto, y el placer que surge del esfuerzo que nace de la aventura.
La Nullarbor Plain funciona como testigo silencioso en este caso. Es una ruta de más de 1200 kilómetros, y uno de sus tramos está totalmente desierto, no tiene ningún árbol. 200 kilómetros separan una estación de servicio de la siguiente. "Tuvimos que conseguir provisiones para 25 días y cada bicicleta pesaba unos 80 kilos. El agua fue otra preocupación, ya que esta parte es muy seca. El agua es cara y escasea. Cargábamos con 70 litros entre todos", recuerdan.
Pero fue el mejor maestro, les permitió darse cuenta de lo vasto que es Australia, y las enormes distancias para recorrer: "Dentro de esta ruta se encuentran los Nullarbor Cliffs, que son acantilados enormes e impresionantes donde tuvimos el privilegio de acampar. Este lugar fue realmente impactante".
El Munda Biddi Trail implicó otro desafío, pero muy diferente. Es el sendero de bicicleta más largo del país, que los adentró en unos caminos llenos de árboles, animales y suelos en los que pedalear se convirtió en una tarea hercúlea por el peso que acarreaban. Fue un encuentro con la naturaleza en su máxima expresión. Sin autos que pasen cerca y sin asfalto. Solos: ellos y la Tierra.
Es que las dificultades con las que se encuentran son varias. Algunas tienen que ver con la convivencia y otras son obstáculos que se les presentan en la ruta. A Franco un día se le rompieron los rayos de la rueda -en el medio de la nada- y tuvo que hacer 1800 kilómetros a dedo con un camión que lo alcanzó hasta el primer negocio donde reparaban bicicletas. En tres días hizo esa cantidad de kilómetros para ir y volver con la bicicleta arreglada.
"Hay momentos en donde se hace fácil y nos llevamos bien, pero el viaje es tan cambiante que es una montaña rusa de emociones. Viajar de a grupo es el desafío y la dificultad más grande", revelan. "Tenemos que tomar las decisiones como grupo, comer juntos, dormir juntos, trabajar juntos. Se presentan constantemente situaciones en donde tenemos que resolver rápido y sin dudar. Entre todos".
La bici como un estilo de vida de transición
La bicicleta es hoy su pasión y su herramienta, sí. Para ellos, hoy equivale a libertad y travesía. Mañana, quizás, el significado será distinto y dejarán de pedalear: "No vemos el cicloturismo como un estilo de vida permanente, aunque puede ser hermoso también viajar toda una vida en bicicleta, pero ese no es nuestro mensaje. Queremos incentivar a que el cicloturismo sea el medio que te lleve a lugares y personas que nunca imaginaste".
"En esta ocasión nuestra aventura es larga, pero se pueden hacer viajes y travesías muy interesantes que duren unos pocos días -sostienen-. Nuestra misión es mostrar que cualquier persona tiene la oportunidad de subirnos a un medio de transporte tan sencillo como la bicicleta y poder descubrir el mundo viviendo un día a día conscientes y conectados".
Cualquier persona de la edad que sea puede hacer un viaje en bicicleta: "Algunos del equipo se prepararon más y otros menos, pero todos estamos viajando a la par. Es verdad que al principio requiere esfuerzo y dedicación, pero el cuerpo en poco tiempo se acostumbra a pedalear todos los días. Hemos visto cicloturistas de 18 años hasta 63 años. El esfuerzo deja de ser físico y pasa a ser mental".
La música en el camino
En dos trailers cargan un cajón peruano y una guitarra criolla. Maxo y Franco integran Guampas del Sur, un grupo formado en el 2013 y que ahora funciona on the road. "Siempre el primer lugar donde nos dirigimos es el bar a ver si la banda puede tocar. Ya han tocado en varios lugares y la música nos abrió muchas puertas", cuenta Daniel.
Ese fue el caso en Wirrulla, un pequeño pueblo en el Sur de Australia con 80 habitantes al que llegaron un lunes feriado. Los dejaron de inmediato tocar en el único hotel-bar, aunque se les anticipó que no les darían nada a cambio. A cajón y guitarra, el dúo cantó algunos temas. Al rato, el dueño los invitó a una carrera: la Dry Lakes Racers Australia, un evento que se hace una vez al año y que tiene lugar en medio del outback. Más que competir, se trata de batir récords mundiales de velocidad en línea recta. Participaron unas 180 motos, 200 autos y dos camiones. No lo dudaron: se quedaron y partieron para ser cuatro espectadores más.
Al volver tuvieron otra propuesta. Al día siguiente era el cumpleaños del dueño del bar y quería música en vivo, así que les pidió que extendieran la estadía. Comieron asado, salieron en búsqueda de instrumentos eléctricos y así consiguieron estadía con habitación para cada uno y desayuno y cena incluida. Y una cosa llevó a la otra. Así pasaron una semana entera rockeando en un bar.
Irse fue, quizás, más doloroso de lo que habían imaginado.
Kilómetro tras kilómetro, los integrantes de The Bikings Project viven cada momento con intensidad. Y la aventura continúa.
Fotos y videos: The Bikings Project
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