El jet lag es la alteración del "reloj corporal interno" a raíz de vuelos o viajes que atraviesen diferentes zonas horarias y que pueden llegar a repercutir en la salud mental del pasajero. Es una de las pesadillas constantes por las que indefectiblemente deberán pasar los viajeros que se aventuren en travesías de larga duración.
Este mal puede causar indigestión y trastornos de la función intestinal, malestar general, somnolencia durante el día, dificultad para dormir de noche y reducción de las facultades físicas y mentales. Sus efectos a menudo se suman al cansancio ocasionado por el propio viaje. Los síntomas desaparecen gradualmente a medida que el organismo se adapta a la nueva zona horaria. No puede prevenirse, pero hay formas de reducir sus efectos.
La doctora Eliana Reyes, gerente médica del área de Asistencias de Assist Card, recomendó que aquellos viajeros que toman medicación siguiendo un horario estricto, como es el caso de la insulina o la píldora anticonceptiva, consulten a su médico acerca de los efectos que puede producir el cambio horario.
En cuanto al comportamiento durante el viaje, Reyes aseguró que es importante estar tan descansado como sea posible antes de la partida y aprovechar cualquier oportunidad para dormir durante los vuelos de media y larga distancia.
Una vez que la persona comienza el viaje, es recomendable optar por comidas ligeras y limitar el consumo de alcohol. El alcohol aumenta la producción de orina, lo que provoca trastornos del sueño y la fatiga del viaje. La cafeína, según la especialista, debe limitarse a las cantidades normales y evitarse durante las 4 o 6 horas anteriores al período de sueño previsto.
Una vez que se llega a destino, la especialista afirmó que se debe intentar crear un ambiente propicio para el descanso y dormir la cantidad de tiempo más parecida posible a lo que se duerme normalmente. Según Reyes, es necesario un bloque mínimo de 4 horas de sueño durante la noche local para que el reloj corporal interno pueda adaptarse a la nueva zona horaria.
Además, la exposición oportuna a la luz diurna es un aliado imprescindible. La luz del sol ayuda a adaptarse. Puede ser útil, al volar hacia el oeste, la exposición a la luz durante la tarde, evitando la luz de mañana (mediante el uso de antifaces o gafas oscuras). Al volar hacia el este, evitar la luz vespertina y exponerse a la luz de la mañana.
En cuanto a las pastillas para dormir de acción corta, la doctora resaltó que si bien pueden ser de ayuda, solo deben usarse siguiendo recomendaciones médicas, y no deben tomarse de forma habitual durante los vuelos, ya que pueden incrementar la inmovilidad y, por lo tanto, el riesgo de desarrollar trombosis venosa profunda.
Por último, la profesional advirtió que todas las personas no reaccionan de la misma manera, de modo que se recomienda consultar a un profesional antes de emprender un viaje de larga duración.
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