"Bienvenidos a la mejor ciudad del mundo para vivir": cómo es la vida en Melbourne desde adentro

Por séptimo año consecutivo, la ciudad australiana lideró el ranking Global Liveability Report. Infobae viajó para conocer sus pormenores. Multiculturalidad, arte, gastronomía y deporte en una urbe soñada

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Melbourne fue elegida siete veces seguidas como la mejor ciudad para vivir (Getty)
Melbourne fue elegida siete veces seguidas como la mejor ciudad para vivir (Getty)

De repente, un ruido rompe con el silencio y los sonidos automatizados del tránsito. Acaban de chocar dos autos de alta gama en un giro. Una rareza. Uno de ellos quiso sobrepasarlo por la izquierda, pero no calculó bien la maniobra. Lo impactó en la parte de atrás y ahora los conductores aguardan unos segundos. Un instante que parece una eternidad hasta que bajan. No hay insultos, ni siquiera recriminaciones. Proceden a pedirse los datos como si fuera un trámite de todos los días.

La escena en Melbourne, por el choque, es extraña. La cordialidad entre sus coterráneos, no. Los programas televisivos, radiales e incluso los ascensores de atracciones turísticas lo anuncian con orgullo, con cierto regodeo: "Bienvenidos a la ciudad donde mejor se vive en el mundo". Es que por séptimo año consecutivo fue elegida como número uno en el Global Liveability Report 2017, que mide la calidad de vida. En sus autoridades y, sobre todo, habitantes hay un esfuerzo notorio por conservar el mote.

El 40% de sus habitantes son extranjeros (Getty)
El 40% de sus habitantes son extranjeros (Getty)

Desde Argentina no hay vuelos directos para llegar a la ciudad australiana. Sin embargo, la línea aérea Latam inauguró el jueves 5 de octubre la ruta Santiago de Chile-Melbourne, el vuelo más largo de su historia, que se extiende, en su tramo de ida, por unas 15 horas y que la compañía operará tres veces por semana.

Sidney versus Melbourne. Hay una suerte de rivalidad histórica entre las dos ciudades más fuertes. Quienes viven acá, se permiten una comparación. Sidney es como ver la película, te impacta a simple vista. Melbourne, en cambio, es como leer el libro. Una vez que uno se adentra entre sus páginas, descubre sus verdaderos encantos y, dicen, se disfruta más que la propia película.

Melbourne from above. What a magnificent sight! Photo by @beinnclphoto. #visitmelbourne #visitvictoria

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En su punto más céntrico, donde los tranvías son gratuitos, se ven numerosos bloques de cemento. Pocos meses atrás, un hombre se subió a la vereda con intención, embistió y mató a siete personas. El suceso consternó a la ciudad. A los pocos días, se instalaron los bloques blancos que se inundaron con pintadas pidiendo paz.

Además de la paz, se dibuja un mensaje contundente: "Yes". Melbourne está a pocos días de una encuesta en la que votará por el matrimonio igualitario. La iniciativa se volvió una causa ciudadana. El "Yes" aparece en cuanta callejuela, de las muchas e interesantes y llenas de arte, que emergen entre sus avenidas más concurridas. Incluso una bandera gay se sostiene en la puerta de una iglesia.

Primero, la ciudad de la multiculturalidad. El 40% de sus habitantes son extranjeros: la comunidad griega más grande, un China Town extenso, una gran oleada de inmigrantes italianos. De allí, lo segundo, la gastronomía y su histeria por el café. En Melbourne, hay 3.500 locales, entre cafeterías y restaurantes. Con el libro bajo el brazo, los melburnianos se apuran a sorber el café que se sirve para tomar, no tan caliente, en uno de los callejones con mesas afuera.

Uno de los callejones de Melbourne (Getty)
Uno de los callejones de Melbourne (Getty)

Tercero, la ciudad del deporte. Además de recibir al Abierto de Australia, uno de los grandes torneos de tenis, su gente hace un culto a la movilidad. Running, bicicleta o, al menos, caminata en su infinidad de espacios verdes.

Por el enorme influjo de estudiantes que llegan a sus universidades, la educación implica su mayor ingreso. Luego, siguen la carne y el turismo. Durante un paseo, es habitual toparse con grupos de niños, de no más de 11 años, con sus atuendos colegiales, que caminan y observan su entorno. No es casual. Las escuelas fomentan que los chicos aprendan a manejarse por sus propios medios: a, por caso, comprar comida o moverse en transporte público.

Federation Square, el punto de encuentro en Melbourne (Getty)
Federation Square, el punto de encuentro en Melbourne (Getty)

Vivir en Melbourne es caro, pero en sus precios se aplica una lógica. Se les imponen alto impuestos al alcohol y a los cigarrillos, y ahora quieren sumar al azúcar. Allá se trabaja para vivir y no se vive para trabajar. De hecho, uno de sus monumentos se encolumna detrás del enunciado. El monumento de las ocho horas. 24 horas dividido tres: ocho horas de trabajo, ocho de sueño y ocho de esparcimiento y, por más que no se cumple a rajatabla, hay un cuidado extra por preservar el ocio.

Federation Square, sus escaleras de piedras coloridas, funcionan como el punto de encuentro. Parejas, grupos de amigos o solitarios se sientan en sus escalones antes de seguir camino y cruzar el río Yarra y disfrutar de una panorámica alucinante. Buscar un asiento y relajarse con la vista al lago, los pájaros revoloteando y la música de algún artista callejero de fondo.

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