El 22 de noviembre de 1995, la princesa Diana de Gales desembarcó en Argentina luego de su separación -aunque no todavía divorcio- del príncipe Carlos y en medio del escándalo que habían desatado sus declaraciones a la prensa sobre la infelicidad de su matrimonio y los rumores de infidelidad.
Como personaje protagónico en los diarios y las revistas de moda y celebrities de aquellos días, Lady Di tenía revolucionada la agenda mediática. Luego de una gala con el embajador, el encuentro con el presidente y múltiples visitas a distintos centros como el Garrahan, la Casa Cuna, el Hospital de Oncología Angel Roffo o la British American Benevolent Society la princesa se dirigió hacia la Patagonia.
El 25 de noviembre de 1995, Diana Spencer voló a Puerto Madryn en el Tango 04, donde disfrutó del clásico avistaje de ballenas y, por la tarde, viajó en helicóptero para visitar una pequeña ciudad galesa, Gaiman, que recibió desde entonces y para siempre el mote de "la ciudad que visitó Lady Di".
Allí, su parada más emblemática fue la casa de té Ty Te Caerdydd para el inquebrantable ritual británico del five o'clock tea. Si bien no suena lógico ir a buscar el mejor té británico a más de 10 mil kilómetros de su origen, en Gaiman, un sitio profundamente marcado por la cultura galesa, es imposible perderse de probar la infusión.
Si bien a 17 kilómetros de Trelew existen 6 casas de té, Ty Te Caerdydd lidera el podio como la más emblemática después de aquel 25 de noviembre. Es que allí, luego de tomar el té, la princesa se quedó a conversar para luego salir al jardín, donde le obsequiaron una rosa de los tantos rosales que perfuman y decoran las tres hectáreas de espacio verde en la finca.
En esa tarde calurosa, quienes dicen haber tenido el gusto de presenciar la visita, cuentan que Lady Di cantó un carnavalito en la Escuela de Música de Gaiman y tomó el té a pesar de que, según indicaban las noticias de entonces, no probó las tortas artesanales. Miguel Angel Mirantes y su familia, los dueños de este lugar que se ganó fama fundial, contaron que luego de realizar una invitación formal a la Embajada Británica recibieron el aviso de que la princesa los visitaría. Al igual que todos los que pudieron conocerla en aquel paso por el país y en el mundo, los que pudieron verla aquel dia narran que era una persona especial, con un evidente don de gente y una personalidad fresca y simpática.
Hace casi ya dos décadas -dos años antes de que un accidente fatal acabara con la joven vida de la princesa- esa tarde marcó la historia de la casa de té, y es dia a dia revivida con los turistas que la visitan. Especialmente en la fecha de su muerte, el 31 de agosto, es cuando la gente del pueblo se acerca espontáneamente a homenajear a aquella mujer especial que una tarde tomó el té en un pueblo de la Patagonia.
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