Este año la mayor convención anual del turismo norteamericano -el IPW, como se lo conoce por sus siglas en inglés- se desarrolló en la ciudad de Washington DC, por primera vez en su historia. En este marco, los que participaron de este evento tuvieron acceso al Museo Nacional del Aire y el Espacio, que forma parte del conjunto de instituciones del Smithsonian de Washington destinadas a preservar el patrimonio histórico del país y de la humanidad en distintas áreas del saber y la cultura y que, para los amantes de la aviación y de los viajes espaciales, es una especie de Disney.
El Museo Nacional del Aire y el Espacio (National Air and Space Museum) pertenece a la Smithsonian Institution y contiene la mayor colección de aviones y naves espaciales del mundo. Además, es un centro de investigación sobre la historia, la ciencia y la tecnología de la aviación y de los vuelos espaciales, así como de las ciencias planetarias, la geología terrestre y la geofísica. Casi todos los objetos exhibidos son originales o copias de reserva de los originales. Muchos lo recordarán porque allí "Una noche en el Museo II", la película que protagoniza Ben Stiller.
El edificio fue construido bajo el diseño de Gyo Obata, del estudio Helmut, Obata, Kassabaum de la ciudad de St Louis en Missouri. Físicamente se compone de cuatro grandes cubos de travertino que están conectados a través de tres espaciosos atrios de metal y cristal, los cuales albergan las exposiciones de los misiles, aviones y naves espaciales más grandes.
Inaugurado en julio de 1976 a escasos tres días de que el país cumpliera 200 años, esta maravilla permite ver muestras de las principales naves que protagonizaron la historia de la aviación y la conquista del espacio. Además de las salas llenas de aviones históricos, hay un cine IMAX y el planetario Albert Einstein.
Entre las muchas máquinas voladoras que aquí se aprecian, aparece el original Wright Flyer, el avión que hizo el primer vuelo propulsado y controlado en 1903 a cargo de los hermanos Orville Wright y Wilbur Wright.
No podía faltar el "Spirit of St. Louis" que al mando de Charles Lindberg (que, a propósito, es caracterizado por un actor que va saludando a la audiencia mientras camina por las salas) realizó el primer vuelo en solitario a través del Océano Atlántico. Lamentablemente, Lindberg no solo pasó a la historia por su hazaña sino por el drama del secuestro de su hijo mayor que apareció poco después muerto y enterrado en un terreno a escasa distancia de su casa.
También brilla el "Chicago", uno de los Douglas World Cruiser que circunnavegó la Tierra durante 175 días, recorriendo más de 42000 kilómetros. Y también el primer avión supersónico, el Bell X-1, tripulado por Chuck Yeager.
Todos recuerdan a John Glenn, el astronauta que terminó convirtiéndose en político (fue senador por Ohio) pero que pasó a la historia no por sancionar leyes sino por ser el primer estadounidense en orbitar la Tierra, con la cápsula Friendship 7. Por supuesto, antes que eso se habían hecho lanzamientos de cohetes no tripulados, el primero de los cuales, el V-2, también se exhibe en este museo.
No podía faltar el módulo de la Apollo 11, la primera misión tripulada en llegar a la Luna acompañada por una de las pocas rocas lunares que tienen acceso público y que incluso puede tocarse. Hay una réplica exacta de la nave Pioneer 10, el primer objeto humano en salir del Sistema Solar. Y otra del SpaceShipOne, el primer vehículo privado pilotado en alcanzar el espacio.
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En materia de aviones resalta el Air Force One de 1960, usado por primera vez por el presidente John Fitzgerald Kennedy, el mismo con el que llegó a Dallas el día de su asesinato. Tampoco podía estar ausente lo que fue un ícono de la aviación: el Jumbo 747 de Boeing. Es muy interesante la película de Imax que resume en 3D la historia del hombre del hombre volando en la Tierra y en el espacio.
El concepto de tener un museo de la aviación fue previo a la construcción del que levantó el arquitecto Obata. En realidad, la fundación del Museo Nacional del Aire fue sancionada por el Congreso en 1946 y desde allí comenzó a formarse una colección que incluyó piezas provenientes de la Exposición Centenaria de Filadelfia de 1876. Por esos años la Comisión Imperial China donó un conjunto de cometas a los Smithsonians y se comenzó a exponer los motores a vapor Stringfellow (luego utilizado en aeronaves) y que se convirtieron en la primera pieza de la colección adquirida por la Institución Smithsonian. Todos estos son hoy los antecedentes del Museo Nacional del Aire y el Espacio.
La enorme cantidad de piezas que incluyen muchas máquinas utilizadas en la Segunda Guerra Mundial llevó a la necesidad de abrir un anexo al museo en las cercanías del Aeropuerto Dulles que sirve a la capital desde el vecino estado de Virginia. En 2003, gracias a una donación privada, se inauguró el Steven F. Udvar-Hazy Center que en un futuro albergará unos 200 aviones y alrededor de 135 naves espaciales. Pero hoy en día ya contiene, entre otras, un prototipo del Boeing B707, conocido como Boeing 367-80 o Dash 80; un SR-71 Blackbird, que es un avión espía de reconocimiento de alta velocidad y altura; el famosísimo Concorde de Air France, el primer avión supersónico de pasajeros; el transbordador espacial Discovery; el Enola Gay, avión desde el cual se lanzó la bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima el 6 de agosto de 1945 y un Messerschmitt Me 262, modelo del avión nazi que fue el primer cazabombardero de propulsión jet de la historia. Conocido por su brillante actuación contra los cazas y bombarderos aliados.
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