Cada año, desde hace más de 1400 años, el ambiente se distorsiona en un pueblo macedonio, ubicado a 170 kilómetros de Skopje, la capital. El entorno se vuelve lúgubre, siniestro, casi terrorífico entre el 13 y el 14 de enero en las calles de Vevcani gracias a su festival homónimo. El carnaval de Vevcani.
Los aldeanos dedican tiempo a su preparación. Se encargan de elaborar los disfraces más extraños y aterradores con el objetivo de celebrar el Día de San Basilio. Si bien el pueblo es pequeño y su cantidad de habitantes ronda los 2.500, sus calles se ven revolucionadas con la llegada del festival y de cientos de turistas.
A sus participantes se los conoce como "Vasiličari". El ritual pagano por excelencia tiene una historia milenaria que, en la actualidad, mutó a un estilo que apunta a la perversidad en tono sarcástico. Los disfraces de diablos, zombies y personajes mitológicos se combinan con la peculiar música que suena en la festividad.
El sonido de la zurla, un instrumento de viento de madera de doble caña típico, y los tambores transforman al ambiente en inquietante. Los aldeanos y turistas que carecen de instrumentos, a su vez, se dedican a hacer ruido con campanas, ollas y sartenes, contenedores y todo los instrumentos que encuentran a disposición.
El carnaval anual es una mezcla de costumbres paganas traducidas al lenguaje moderno. El pueblo, más allá de su pequeñez, no pasa inadvertido en el territorio macedonio. A partir de 1991, poco después de que Macedonia estableciera su independencia del comunismo, Vevcani se declaró una república independiente. Incluso llegó a pedir pasaportes rojos especiales e imprimió su propia moneda.
En 1993, el carnaval se separó en forma oficial de la Federación Mundial de Ciudades de Carnavales y en los últimos años emitió un pasaporte especial de carnaval para ofrecer a los turistas un lugar en la celebración.
La tradición marca que las máscaras y disfraces, históricamente propiedad exclusiva de los hombres, ahuyentan los malos espíritus que rondan al pueblo. Tras su condición de uno de los festejos más antiguos de Macedonia, se encuentra una profunda sátira a las creencias religiosas. En sus calles, por ejemplo, se suelen ver parodias a pasajes bíblicos.
Año tras año concurren cerca de mil personas al Carnaval de Vevcani, en donde los participantes y curiosos celebran los doce días de la navidad ortodoxa. Su ambiente, su tenebrosidad única, lo convierte en una de las festividades más alucinantes del mundo.
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