"La Perla del Adriático". Así le dicen a la maravillosa Dubrovnik, una de las ciudades medievales más antiguas de Europa que permanece intacta y con todo su esplendor de antaño. Con la llegada del furor de Game of Thrones se volvió un destino especialmente popular, ya que algunas de las escenas clave de la serie de HBO se filmaron en sus calles, como por ejemplo el infame recorrido de Cersei. Es que aquí se ubica el ficticio King's Landing del show, por lo que es un escenario irreemplazable de la mitología de George R. R. Martin.
Pero, más allá de ser el telón de fondo de Game of Thrones, la ciudad le debe agradecer a la serie mucho más: se informó que gracias a ella y a sus fanáticos, el turismo en Dubrovnik en 2014 había aumentado un 6% con el arribo de 13 millones de viajeros, lo que dejó una ganancia de 10 millones de dólares. Nada mal para una citadela croata que por muchos años no encabezaba ni soñando los destinos turísticos europeos más populares.
El encanto de Dubrovnik no es muy difícil de descifrar. Quizás provenga, en parte, del cristalino mar que la rodea y que la convirtió en uno de los enclaves más seguros durante la Edad Media. O quizás se deba a sus tejados color naranja que crean una cálida y acogedora postal para todo el que la observa, aunque sea en fotos.
El recorrido a esta ciudad comienza desde el Puerto Viejo, lugar por el que se ingresa a esta fortaleza amurallada y que lleva a la plaza Luza, centro de la urbe. Los faroles de sus callejuelas y sus infinitos escalones por sendas peatonales hacen de un paseo por Dubrovnik una escapada perfecta para perderse. Restaurantes, bares al aire libre, tiendas y escaparates llenan de color cada rincón.
Dubrovnik fue capital y centro neurálgico durante 800 años de la República Independiente de Ragusa y se encuentra bajo la protección de la UNESCO debido a sus 300 monumentos. Su belleza arquitectónica se aprecia mejor, según los expertos, desde un lugar elevado, por lo que es muy popular la visita a sus teleféricos, que ofrecen una panorámica impresionante de su muralla de casi 2 kilómetros de largo y 25 metros de alto.
Es que la arquitectura de esta ciudad de Croacia a orillas del mar Adriático exhibe lo mejor de ambos mundos: una gran influencia italiana y un claro ejemplo de peso de diseño oriental. Sus puertos, perfectamente bien conservados, llegaron incluso a rivalizar con los de Venecia y Génova. Allí amarraba, en el siglo XV, una de las mayores flotas de la región. Una hazaña para nada despreciable.
Fue precisamente en el siglo XV cuando Dubrovnik vivió su época de esplendor y poderío económico. Allí se concentró una impresionante central política y comercial. En ese siglo se convirtió en República de Ragusa y comenzó su llamada Edad de Oro. Comerciaba en gran medida con el resto de los imperios y pueblos del Mediterráneo y del Atlántico, además de hacerlo con Asia. La cultura y las artes florecían sin descanso, y a ellas se les dedicaba una amplia cantidad de recursos.
La mencionada plaza Luza es hoy el centro de la ciudad y lo fue también durante su época de poder. En el medio se alza a el símbolo de la libertad de Dubrovnik, la Columna de Rolando. A su alrededor se ubicaba el mercado, donde nacían las transacciones de una ciudad principalmente mercante. La torre del Reloj es uno de los grandes atractivos de esta ciudad junto con la Casa de la Guardia. Más lejos, se encuentra la iglesia de San Blas, perteneciente al movimiento barroco.
Hacia el lado del mar se erige el barrio más antiguo, y hacia el norte se levantan las edificaciones más nuevas. Fuentes, estatuas, casas bajas y monumentos impactantes son más que un decorado urbano: son testigos de una ciudad cuya gloria persiste en los adoquines de sus calles y en los ladrillos de sus muros. Los escudos, los relieves y la atmósfera transportan al viajero a otra época, cuando Europa era el centro del mundo, y cuando las ciudades portuarias eran las que tenían el poder.
El terremoto de 1667 causó estragos en esta ciudad y destruyó una gran parte de sus edificios. Fue allí que se abrió la puerta a otras influencias no medievales como el barroco. Luego de su reconstrucción comenzaría a perder su esplendor y arrancaría el "principio del fin". En 1806 fue ocupada por ejércitos napoleónicos y así perdió su independencia. Quizás fue en ese momento cuando se vio encerrada en una burbuja temporal en la que permanece hoy en día. Se ve intacta a pesar de las dos guerras mundiales, de haber quedado en el medio de los enfrentamientos cuando formaba parte de Yugoslavia y haber sido bombardeada en los '90.
Rica en historia y en cultura, Dubrovnik es un destino imperdible de Europa que sale del circuito tradicional. Un lugar magnífico, donde el tiempo parece volver hacia atrás, a épocas medievales, lejos del mundo globalizado del siglo XXI.