El viejo Brisbane, en la entrada de la Gold Coast de Australia, era tan solo un puerto de río poblado por pescadores borrachos que se amontonaban en los oscuros pubs de la ribera.
A pesar del clima delicioso, el comer afuera o pasear por sus costas eran lujos virtualmente desconocidos. La gente seguramente pensaba que la expresión "al fresco" era la técnica de algún pintor italiano.
Todo eso cambió dramáticamente. Ya en el aeropuerto es clara esa modernidad globalizada, típica del universo de los Millennials. El cambio en Brisbane comenzó hace casi treinta años, cuando tuvo lugar aquí "La Exposición Mundial de 1988". Gente de todas partes llegó a esta ciudad, trayendo con ellos nuevas actitudes culturales y valores que abrieron los ojos de los residentes a todo un mundo nuevo.
El sitio de la World Expo, sobre la ribera sur del cansino Rio Brisbane, ha sido transformado en uno de los lugares de "tendencia" de la ciudad, el espacio público conocido como SouthBank Parklands.
Brisbane ha crecido más rápidamente que ninguna otra ciudad australiana en los últimos veinte años. Aproximadamente entre 600 y 800 personas se mudan a la ciudad por día. El aeropuerto superó al de Melbourne en pasajeros transportados, posicionándose como el segundo de mayor tráfico de país, después del de Sydney.
Hacia el oeste del Southbank Parklands se abre una increíble oferta cultural que se conoce aquí como el Distrito de Arte, que alberga el Queensland Performing Arts Center y la State Art Gallery. Al lado se encuentra la Biblioteca del Estado, abierta hace casi diez años. Son cuatro pisos de una arquitectura moderna que combina el acero y el vidrio. Yendo por la costa del río está la galería de arte contemporáneo más grande del país, The Gallery of Modern Art (GoMA), abierta en diciembre de 2006.
Brisbane es una ciudad que se caracteriza por su absoluta conexión entre el centro urbano y sus suburbios, incluidas las maravillosas montañas en Brookfield. La planificación urbana de la ciudad puso el acento en poder mantener un curso de crecimiento que mantenga esa conectividad. Ése es uno de los motivos que han asegurado el extraordinario crecimiento operado en los últimos años.
Lo que mejor define a Brisbane es su aura de dinamismo y creatividad, dentro de una atmósfera completamente relajada y tranquila, que un poco sigue el modelo australiano, que ha sabido combinar las delicias del desarrollo económico con los placeres de la vida. Los días aquí son templados incluso en el invierno y el verano nunca es demasiado pesado, excepto quizás por unos pocos a días a finales de febrero y comienzos de marzo en donde aumentan la humedad y las lluvias. Seguramente esas bondades naturales han contribuido a la materialización de este boom.
Obviamente el turismo ha ido pari pasu con este crecimiento. El hecho de estar la ciudad en la puerta de entrada a ese paraíso australiano llamado Gold Coast (Palm Beach, Surfside Paradise) no ha hecho otra cosa que incrementar sus posibilidades de conexión y complemento entre una ciudad con todo lo que debe tener una urbe del siglo XXI con una franja bendecida por la naturaleza para los que adoran el sol, la vida tranquila, andar descalzos por la arena (y hasta por la calle) que es el estilo de vida que propone la vida marina que se extiende apenas unos kilómetros al norte.