Christopher Nolan y las contradicciones de J. Robert Oppenheimer

El director del biopic sostiene que el físico que supervisó la creación de la bomba atómica fue a la vez la persona más importante que ha existido y un ingenuo sin remedio

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Christopher Nolan, director sw "Oppenheimer" (Mark Sommerfeld/The New York Times)
Christopher Nolan, director sw "Oppenheimer" (Mark Sommerfeld/The New York Times)

Con el filme biográfico “Oppenheimer”, el guionista y director Christopher Nolan, conocido por películas enigmáticas como “Interestelar” y “El origen”, aborda un viejo temor de la infancia, no basado en la ciencia ficción, sino en la ciencia real: la amenaza de una guerra termonuclear y la aniquilación humana.

La película sigue la historia de J. Robert Oppenheimer, el físico cerebral, carismático y torturado (interpretado por Cillian Murphy, protagonista de “Peaky Blinders”) a quien le encargaron dirigir el Proyecto Manhattan en Los Álamos, Nuevo México, para construir la bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial.

El posterior bombardeo de Hiroshima y Nagasaki puso fin a la guerra contra Japón en 1945 (Alemania ya se había rendido) y Oppenheimer fue aclamado como un héroe. Pero solo años más tarde, en 1954, su autorización de seguridad fue revocada en una infame audiencia de asesores de la Comisión de Energía Atómica que lo declararon una amenaza para la seguridad por los vínculos izquierdistas que tuvo en la Universidad de California, Berkeley —entre otras cosas, una novia y su hermano, Frank, eran miembros del Partido Comunista— y su oposición a construir una bomba aún más grande, la “Súper” o bomba de hidrógeno propugnada por su colega Edward Teller.

Ese fue el final de la carrera de Oppenheimer en los círculos gubernamentales y de su capacidad para influir en el futuro de la energía atómica en la Guerra Fría. Como consecuencia, se convirtió en un mártir de la comunidad científica. Muchos físicos, entre ellos Albert Einstein, se sintieron decepcionados por el hecho de que Estados Unidos hubiera lanzado la bomba sin previo aviso sobre un enemigo que ya estaba derrotado, mientras que Oppenheimer esperaba que la aparición de la bomba hiciera impensable la guerra y condujera a controles internacionales sobre ese tipo de armas. Sin embargo, una vez que los rusos tuvieron la bomba, ese sueño no tuvo ninguna posibilidad con los partidarios de la línea dura, como el presidente de la época, Harry S. Truman, que llamó “llorón” a Oppenheimer.

Robert Oppenheimer, el padre de la bomba atómica
Robert Oppenheimer, el padre de la bomba atómica

El enorme reparto de la película incluye a Matt Damon como el malhumorado general de división Leslie Groves, responsable general del proyecto, y a Robert Downey Jr. como el almirante Lewis Strauss, presidente de la Comisión de Energía Atómica. Strauss lideró la acusación contra Oppenheimer durante la posguerra, y su nombramiento como Secretario de Comercio bajo la presidencia de Dwight D. Eisenhower fue rechazado por el Senado en parte por su papel en la caída de Oppenheimer.

La película, adaptación de la biografía “Prometeo americano” de Kai Bird y Martin J. Sherwin, galardonada con el Premio Pulitzer, es la más reciente de una serie de libros, largometrajes y documentales que han relatado el trágico nacimiento de las armas atómicas, entre ellos otro ganador del Pulitzer, “La fabricación de la bomba atómica”, de Richard Rhodes; una serie de siete capítulos de la BBC, “Oppenheimer”; “El proyecto Manhattan”, protagonizada por Paul Newman como Groves; otro documental, “The Trials of J. Robert Oppenheimer”; e incluso una ópera de John Adams, “Doctor Atomic”.

Tomando un té en su oficina de un tranquilo barrio residencial de Los Ángeles, Nolan habló de por qué creía que Oppenheimer era la persona más importante que ha existido, de elegir entre los mitos y los hechos, del corte de cabello de Cillian Murphy y de cómo llegó a hacer esta película. Estos son fragmentos editados de nuestra conversación.

En las notas de producción dices: “Nos guste o no, J. Robert Oppenheimer es la persona más importante que ha existido”. ¿Por qué?

En Hollywood, no tenemos miedo de un poco de bombo y platillo. ¿Me lo creo de verdad? Absolutamente. Porque, si mis peores temores son ciertos, será el hombre que destruyó el mundo. ¿Quién es más importante que eso?

Tal vez el hombre que apretó el botón que destruyó el mundo.

Hay que tener un botón que apretar.

Creo que es muy fácil defender a Oppenheimer como la persona más importante que jamás haya existido, porque es la persona que facilitó y llevó a cabo las armas atómicas y, de hecho, la bomba de hidrógeno, porque dejó que Teller trabajara en ella. Así que él es el individuo que fue capaz de reunir las fuerzas de manera efectiva.

¿Existe un universo paralelo en el que no hubiera sido él, sino otra persona, y eso hubiera ocurrido? Es muy posible. Ese es el argumento para restarle importancia en la historia. Pero eso es suponer que la historia la hacen simplemente los avances de la sociedad y no los individuos. Es un debate muy filosófico.

Al parecer, a los quince minutos de oír que el átomo se había dividido, ya él estaba sugiriendo que se podía hacer una bomba en una reacción en cadena. Pero creo que muchos científicos tuvieron ese mismo momento de pensar: “Ah, esto podría ser una bomba”.

Su historia es fundamental para la manera en que vivimos ahora y en la que vamos a vivir siempre. Cambió absolutamente el mundo de un modo que nadie más ha cambiado el mundo. Usted habla de la llegada de la imprenta o algo así. Le dio al mundo el poder de destruirse a sí mismo. Nadie había hecho eso antes.

Es una visión pesimista si su invento realmente acabó con el mundo. Si no lo hizo, sigue siendo el hombre más importante porque la bomba habría detenido la guerra para siempre. No hemos tenido una guerra mundial desde 1945 basada en la amenaza de la destrucción mutua asegurada.

Así que hay dos maneras de ver esta contribución. Y no sabemos cuál es la correcta. Mucho de lo que dijo sobre el control de armas y cómo se desarrollarían los acontecimientos ha demostrado ser absolutamente cierto. Pero también ha habido muchas cosas que nos han parecido desesperadamente ingenuas. Esta es una historia que aún no tiene final.

Para bien o para mal, realmente creo que es claramente una de las figuras más ambiguas de la historia.

Christopher Nolan (Mark Sommerfeld/The New York Times)
Christopher Nolan (Mark Sommerfeld/The New York Times)

La pregunta controvertida que me hago es ¿por qué? ¿Por qué Oppenheimer ahora? Quiero decir, esta es una historia con la que he crecido toda mi vida como un niño de la era nuclear.

Hay ciertas historias que uno quiere esperar hasta sentirse preparado para contarlas. (Esta) historia la conozco desde que era niño y crecí a la sombra de las armas nucleares a principios de la década de 1980 en el Reino Unido. Estaba muy presente en la cultura popular. Eran los días de la Campaña para el Desarme Nuclear y las protestas de Greenham Common y sobre el estacionamiento de misiles nucleares de crucero. A mí siempre me ha parecido una de esas historias que no creo que se haya contado en el sentido cinematográfico definitivo. Y, sin embargo, es una de las historias más importantes y dramáticas que existen.

Así que leer “Prometeo americano”, un libro tan bien documentado y contado, me dio confianza. Podría ser la base, ya sabes, de una película o un guion.

Parece que el miedo nuclear ha vuelto.

Hace poco hablé de esto con Steven Spielberg. Creció en la época de la crisis de los misiles cubanos, la década de 1960, la alta Guerra Fría. Fue un periodo en el que había mucho miedo. Y luego la ola que he descrito a principios de la década de 1980. Muchas cosas de la cultura pop surgieron de aquello, incluida la canción de Sting, “Russians”, sobre las tensiones mundiales, que hace referencia al “juguete mortal de Oppenheimer”.

Creo que nuestra relación con las armas nucleares en la cultura pop es muy complicada, y fluye y refluye. Cuando le conté a uno de mis hijos adolescentes lo que estaba escribiendo, me dijo literalmente: “Eso ya no es algo que preocupe a nadie”.

Revisé el libro para comprobar los hechos de la película y me sorprendió leer que Truman realmente le llamó llorón.

No parece muy presidencial, ¿verdad?

Dada la historia reciente, me parece muy presidencialista. Para mí, ese fue un momento dramático de la película, porque dejó muy claro hasta qué punto Oppenheimer se había engañado a sí mismo.

Es una buena manera de decirlo. Hay diferentes versiones de esa reunión, pero estas son cosas que Truman recordó.

Creo que es justo presentar las cosas como él las vio. Porque en ese momento, estás buscando un gran cambio en la percepción sobre la realidad de la situación de Oppenheimer. Esos dos hombres entran en esa habitación con expectativas completamente diferentes acerca de lo que es esa reunión. Y creo que fue un gran momento de desilusión, un gran punto de inflexión (para Oppenheimer) en su actitud para tratar de hacer frente a las consecuencias de lo que había estado involucrado.

¿Cómo se rueda con un reparto tan gigantesco y tantas locaciones?

Cada vez que te metes en una miríada de locaciones, con muchos actores diferentes, siempre va a ser un rompecabezas. Insistí en programarlo en torno al corte de cabello de Cillian (risas), porque soy muy alérgico a las pelucas en el cine. Realmente quería que la película no tuviera ningún artificio obvio en cuanto a la manera en que se presentaban los personajes.

Uno de los momentos clave que realmente me enganchó a la historia, al que me referí en mi última película, “Tenet” (2020), fue esta idea de que cuando los científicos hicieron sus cálculos, no pudieron eliminar por completo la posibilidad de que prendieran fuego a la atmósfera y destruyeran el mundo. Y siguieron adelante y apretaron ese botón. Pero mi sensación fue, ¿y si pudieras estar en esa habitación? ¿Cómo sería?

¿Cómo se sienten al respecto? Puedes minimizarlo y decir que pensaron que era una pequeña posibilidad. Pero después de haber hecho yo mismo muchas explosiones gigantes en platós de cine, donde la seguridad es lo más importante, la tensión en torno a esas igniciones es increíble. Es muy difícil para los chicos de efectos especiales cuantificar exactamente cómo va a sonar, exactamente cómo se verá. Así que cuando llega esa cuenta regresiva, es increíblemente tenso, y extrapolar eso al Proyecto Manhattan, a la prueba Trinity, no podía ni imaginarlo. Me entusiasmaba tratar de dar al público una sensación de eso, de vivir en esa habitación.

Oppenheimer (Universal Pictures)
Oppenheimer (Universal Pictures)
Christopher Nolan trabaja con una cámara IMAX en el set con el actor Cillian Murphy durante la filmación de "Oppenheimer" (Melinda Sue Gordon/Universal Pictures vía AP)
Christopher Nolan trabaja con una cámara IMAX en el set con el actor Cillian Murphy durante la filmación de "Oppenheimer" (Melinda Sue Gordon/Universal Pictures vía AP)

Oppenheimer aparece en la película como una persona tremendamente torturada, y siempre parecen saltar chispas en su cabeza.

Pues mira, la película es mi interpretación de su vida. Quería que fuera una interpretación fuerte, una interpretación muy personal. No quería hacer un documental. En cuanto a la fidelidad al registro histórico, creo que la película es mucho más precisa de lo que la gente se imagina. Muchas de las cosas que pueden parecer artificios resultan ser ciertas.

Una pregunta rápida sobre la prueba Trinity, cuando Oppenheimer, Groves y los físicos e ingenieros detonaron la primera bomba nuclear. ¿Cómo lograste esa toma? ¿Había material antiguo de la propia prueba?

La manera en que abordamos (la) prueba Trinity fue renunciar a las imágenes gráficas por computadora, porque creo que las imágenes gráficas por computadora son intrínsecamente un poco inocuas, un poco anodinas, así que reté a mi equipo de efectos a que idearan imágenes analógicas, del mundo real, que pudiéramos utilizar para llevar esto a cabo, porque sabíamos que la prueba Trinity tenía que ser el punto culminante de la película. Algunas de las cosas que se les ocurrieron eran extremadamente pequeñas y microscópicas para que parecieran más grandes. Otras eran absolutamente masivas y requerían todo tipo de complicados protocolos de seguridad e implicaban a los actores en una versión muy reducida de lo que debió de ser estar allí en el desierto por la noche, en esos búnkeres, esperando a detonar ese artefacto.

© The New York Times 2023

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