Según funcionarios estadounidenses, Ucrania se está preparando para lanzar una contraofensiva hacia las fuerzas rusas el próximo mes, a pesar de unos riesgos inmensos: sin una victoria decisiva, el apoyo de Occidente a Ucrania podría debilitarse y Kiev podría enfrentar una presión cada vez mayor que la orille a entablar negociaciones serias que pongan fin al conflicto o lo congelen.
Estados Unidos y los aliados de la OTAN han proveído a Ucrania de una gran cantidad de artillería y municiones para la próxima batalla y, según las autoridades, guardan la esperanza de que los suministros les alcanzarán, un cambio en comparación con dos meses atrás, cuando las armas solo llegaban a cuentagotas y las autoridades estadounidenses temían que se agotaran los suministros.
Al mismo tiempo, se espera que doce brigadas de combate ucranianas, de unos 4000 soldados cada una, estén listas a finales de abril, según documentos filtrados del Pentágono que brindan una pista sobre el calendario de Kiev. Estados Unidos y los aliados de la OTAN están entrenando y abasteciendo a nueve de esas brigadas, según los documentos.
Aunque Ucrania comparte pocos detalles de su plan operativo con las autoridades estadounidenses, es probable que la operación se desarrolle en el sur del país, incluida la costa ucraniana del mar de Azov, cerca de Crimea, el territorio que anexó Rusia.
“Todo depende de esta contraofensiva”, opinó Alexander Vershbow, embajador retirado de Estados Unidos en Rusia y alto funcionario de la OTAN. “Todo el mundo tiene esperanzas, quizá demasiado optimistas. No obstante, esto determinará si va a haber un resultado decoroso para los ucranianos, en términos de si recuperarán territorio en el campo de batalla y crearán una influencia mucho más significativa para obtener algún tipo de acuerdo negociado”.
Aunque las autoridades ucranianas han señalado que su objetivo es abrirse camino a través de las defensas rusas atrincheradas y provocar un colapso generalizado en el Ejército ruso, las autoridades estadounidenses han evaluado que es poco probable que la ofensiva provoque un cambio drástico que favorezca a Ucrania.
El Ejército ucraniano enfrenta muchos desafíos, una de las razones por las que un impase sigue siendo el resultado más probable. Los combates de este invierno en Bajmut, al este de Ucrania, agotaron las reservas de municiones y fueron la causa de numerosas bajas en algunas unidades experimentadas.
Aunque Ucrania se desvió del secretismo habitual en torno a los planes militares pues ha hablado abiertamente de la próxima batalla —en parte porque los líderes ucranianos necesitan levantar la moral y presionar a Occidente para obtener armas— las autoridades estadounidenses esperan que el Ejército ucraniano utilice engaños y amagos para confundir a los rusos.
La mejor oportunidad de Ucrania de lograr un efecto dramático en la contraofensiva dependerá también de la labor de inteligencia de Estados Unidos, la OTAN y Ucrania. Si Estados Unidos y sus aliados pueden identificar puntos débiles significativos en las defensas rusas, Ucrania podrá explotarlos con la rapidez y protección de los tanques y los vehículos de combate Bradley.
Aún persisten dudas importantes en torno a la artillería ucraniana y otros suministros de municiones. Los suministros de misiles de defensa antiaérea y municiones para artillería de Kiev, esenciales para sostener cualquier ofensiva y defenderse de los ataques aéreos rusos, podrían agotarse si sus fuerzas siguen gastando municiones al ritmo actual. Una vez finalizada la ofensiva, hay pocas posibilidades de que en un futuro próximo Occidente vuelva a crear la acumulación que hizo para el próximo ataque de Ucrania, porque los aliados occidentales no tienen suficientes suministros en los inventarios existentes a los que recurrir y la producción nacional no podrá llenar el vacío hasta el próximo año, según expertos.
El Ejército ucraniano ha disparado miles de proyectiles de artillería al día en su intento por defender Bajmut, un ritmo que, para las autoridades estadounidenses y europeas, es insostenible y podría poner en peligro la siguiente ofensiva. El bombardeo ha sido tan intenso que el Pentágono les ha expresado su preocupación a las autoridades de Kiev y les ha advertido que Ucrania estaba malgastando municiones en un momento clave.
Aunque las fuerzas ucranianas pueden utilizar drones para atacar detrás de las líneas del frente ruso, no se les han proporcionado misiles con un alcance que les permita impactar en los centros logísticos de Rusia, una táctica que resultó importante en las ofensivas del verano pasado a las afueras de Járkov y Jersón.
Los rusos tienen sus propios problemas.
Desde el comienzo de la invasión, grandes dudas sobre la competencia básica de los comandantes rusos y su suministro de soldados bien entrenados, proyectiles de artillería y equipos, han persistido. Los rusos agotaron muchos de sus misiles de crucero, perdieron a miles de personas tan solo en Bajmut y drenaron sus reservas de municiones mucho más rápido de lo que pueden remplazarlas con su producción nacional.
Sin embargo, Rusia está trabajando para resolver esos inconvenientes. Las tropas rusas han mejorado en el uso de drones y artillería y en atacar a las fuerzas ucranianas con mayor eficacia. Hace poco, empezaron a usar bombas deslizantes —las cuales utilizan la gravedad y dispositivos básicos de guía para alcanzar sus objetivos sin hacer ruido— a fin de demostrar que siguen siendo capaces de desplegar armas más nuevas en el campo de batalla. Esto significa que la posibilidad de lograr avances significativos contra las mermadas fuerzas rusas podría no estar disponible siempre.
En reuniones privadas, el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, les ha comentado a otros funcionarios que cree que Rusia tiene la ventaja numérica en el campo de batalla porque cuenta con más aviones, tanques, piezas de artillería y soldados que los ucranianos, según un alto funcionario europeo al tanto de las pláticas. En esas conversaciones, Shoigu se mostró sumamente confiado en que Rusia se impondrá a la postre.
Funcionarios de inteligencia estadounidenses han advertido en repetidas ocasiones que el presidente ruso Vladimir Putin cree que el tiempo está de su parte. Debido a que Rusia tiene mayores reservas de equipo y mano de obra, los funcionarios afirman que Putin cree que al final saldrá victorioso conforme disminuya el deseo de Occidente por apoyar a Ucrania.
Según funcionarios estadounidenses y europeos, Rusia está preparando nuevas rondas de movilizaciones para reforzar las filas de su ejército sin provocar el mismo éxodo de jóvenes del país que se produjo el año pasado, cuando se anunció una movilización parcial. Algunos de los documentos filtrados del Pentágono también describen cómo Wagner, el mayor contratista militar de Rusia, había reanudado el reclutamiento de soldados en las cárceles rusas.
Según funcionarios estadounidenses, Putin enfrenta un costo político ante cualquier movilización y, aunque estuviera dispuesto a asumirlo, pasará tiempo antes de que Rusia reclute, entrene y envíe a esas fuerzas a la lucha. Las fuerzas que enviaron con prisa al frente, como los presos reclutas de Wagner, se convirtieron de inmediato en carne de cañón.
No obstante, la capacidad —y la voluntad— de Rusia para absorber pérdidas sigue siendo grande, lo que le permite movilizar más reclutas. Sin embargo, algunos analistas han externado dudas en torno a que Moscú tenga suficientes soldados para llenar las trincheras que han construido a lo largo de sus líneas del frente.
Un objetivo clave de Estados Unidos y Occidente ha sido intentar impedir que Rusia encuentre nuevos suministros de armamento. Las autoridades estadounidenses y de la OTAN han obstaculizado la fabricación nacional rusa con sanciones y controles a la exportación y a nivel diplomático han presionado a países para que rechacen las peticiones de armas de Rusia.
Al parecer, China fue disuadida, al menos por el momento, de suministrar municiones u otro tipo de ayuda armamentística a Rusia. Funcionarios estadounidenses divulgaron inteligencia sobre las conversaciones privadas de Pekín con Moscú, y desde entonces no han visto ninguna evidencia de que China esté enviando armas. Del mismo modo, las iniciativas rusas por adquirir misiles guiados de Irán no han rendido frutos hasta ahora.
Otro éxito aparente ha sido Egipto. Mientras las autoridades estadounidenses presionaban con discreción a El Cairo para que le suministrara proyectiles de artillería a Ucrania, las agencias de inteligencia estadounidenses recabaron información, que publicó primero The Washington Post, sobre la posibilidad de que las autoridades egipcias también suministren armamento a Rusia.
Después de una labor de presión diplomática por parte de Estados Unidos y el Reino Unido, los egipcios parecieron ponerse del lado de los estadounidenses. Según un informe de inteligencia posterior, el presidente de Egipto, Abdulfatah al Sisi, rechazó la idea de que El Cairo suministrara al bando ruso.
Según funcionarios estadounidenses, se acordó un contrato de producción con fabricantes de armas del Estado egipcio a fin de producir proyectiles de artillería para Estados Unidos y contratistas estadounidenses, quienes a su vez los enviarán a Ucrania.
Algunos países europeos, entre ellos Francia, presionan para que se entablen negociaciones. Por ahora, Putin y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, no dan el brazo a torcer y las conversaciones de paz no parecen estar a la vista.
Para que los ucranianos puedan forzar una negociación real, deben asegurarse de que “la soberbia, la arrogancia de Vladimir Putin sea perforada”, declaró el director de la CIA, William Burns, en un discurso realizado en la Universidad Rice a principios de este mes.
Los ucranianos han señalado que no aceptarán conversaciones de paz hasta que hagan retroceder a los rusos y recobren más territorio.
© The New York Times 2023