‘Nuestros propios soldados nos están bombardeando’: Cómo afecta la propaganda rusa en Ucrania

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Especial para Infobae de The New York Times.

KONSTANTINOVKA, Ucrania — De pie frente a su casa y señalando el cráter abierto por un misil en la cochera, una residente ucraniana de este pueblo situado en la línea de combate estaba furiosa y presta a culpar a alguien por el ataque.

“Están matándonos”, comentó. “Nuestros propios soldados nos están bombardeando”.

Esta mujer, llamada Natasha, no culpaba del ataque con misiles en Konstantinovka a las fuerzas rusas que, durante los últimos ocho meses, han estado atacando la ciudad cercana de Bajmut y los pueblos aledaños, sino a sus propias fuerzas, al Ejército de Ucrania.

A un año de que inició la guerra, pese a que durante meses los ataques con artillería y misiles estuvieron en manos del Ejército ruso, algunos residentes de los pueblos a lo largo de la primera línea de combate en el este de Ucrania siguen sorprendiendo a las autoridades y a la policía por su apoyo a Rusia.

Repiten el discurso de la propaganda rusa, responsabilizan a Occidente por provocar la guerra y acusan al Ejército ucraniano de bombardear sus casas con el objetivo de obligarlos a salir de allí.

“Lo hacen a propósito”, recalcó Natasha. “Dijeron que la población tenía que evacuar la zona. Necesitan la tierra”.

Los soldados ucranianos dicen que son “los que aguardan”, personas que se rehúsan a ser evacuadas y resisten en su casa en espera de que Rusia ocupe la región, incluso si los bombardeos rusos ponen su vida en peligro. Esta población representa una minoría menguante en Ucrania, la cual respalda de manera masiva que la nación se independice de Rusia, pero aun así asciende a miles de civiles.

Puesto que la región oriental del Dombás, se encuentra geográficamente cerca de Rusia y tiene familias con vínculos a los dos países, ya era la más prorrusa de Ucrania. En las ciudades se hablaba más ruso que ucraniano.

No obstante, el jefe de policía de la localidad, Dmytro Kirdiapkin, en gran parte atribuye el punto de vista de los civiles como Natasha a la incesante y maliciosa campaña de propaganda rusa que se le ha impuesto a la población local durante más de una década. Kirdiapkin señaló que dicha campaña ha puesto al pueblo en contra de su propio gobierno y lo ha lanzado a los brazos de las fuerzas aliadas rusas que tomaron el control de algunas zonas al este de Ucrania en 2014.

“En mi opinión, esta es el arma más cruel que usa la Federación de Rusia contra nuestra población”, comentó Kirdiapkin en una entrevista realizada en su oficina de Konstantinovka el mes pasado.

Originario de la región de Donetsk, Kirdiapkin, de 35 años, que ha sido como miembro del cuerpo de policía de Mariúpol, Druzhkovka y ahora Konstantinovka, ciudades ucranianas ubicadas en la línea de combate, ha visto de primera mano los efectos que ha tenido la guerra de la información rusa.

Recordó haber encendido el televisor en un pueblo recuperado en 2014 y solo haber encontrado un canal prorruso que mostraba imágenes espantosas de terror y destrucción nuclear, yuxtapuestas con una bandera de Ucrania. Las imágenes ni siquiera eran de Ucrania, comentó, pero el mensaje estaba ideado para despertar el temor entre los líderes de Ucrania e impulsar a la población a apoyar la fusión con Rusia.

“En 2014, perdimos la guerra de la información”, afirmó.

También recordó un relato falso que se difundió en el principal canal de la televisión rusa, al cual tenían acceso muchos ucranianos, acerca de un niño pequeño que estaba siendo crucificado por soldados ucranianos.

“Yo no entiendo cómo en aquel entonces, y también ahora, la gente se cree esas historias”, comentó.

Es frecuente que el presidente Volodímir Zelenski sea elogiado por sus habilidades de comunicación y el éxito que ha tenido en unir al país en torno a la causa ucraniana. Pero en algunas partes del este, casi todos los funcionarios reconocen que Rusia sigue teniendo la delantera en la guerra de la propaganda.

Desde hace mucho tiempo, los canales de la televisión rusa, el medio dominante en el territorio controlado por Rusia, han estado prohibidos en Ucrania, al igual que las redes sociales rusas más populares. Sin embargo, en el este de Ucrania, cualquiera que cuente con una antena parabólica puede seguir viendo canales prorrusos o sintonizar programas de radio prorrusos en pueblos situados incluso a 80 kilómetros de la línea de combate.

Kirdiapkin aseveró que la policía ha descubierto que Rusia utiliza los canales de redes sociales para manipular de manera directa a la comunidad de residentes. El servicio de inteligencia de Ucrania ha bloqueado las cuentas de redes sociales que considera enemigas, pero otras muchas permanecen sin control.

Un canal prorruso, el canal de Telegram de Konstantinovka, tiene 4500 suscriptores y publica una extraña mezcla de imágenes y videos prorrusos, alertas de ataques de artillería y misiles, oraciones de la Iglesia ortodoxa y amenazas contra las autoridades locales por no proporcionar los servicios públicos adecuados.

Es frecuente que este canal alerte que el Ejército ucraniano va a lanzar proyectiles de mortero justo antes del ataque de un misil ruso y después afirme que el cráter lo produjo un obús, aunque tenga el tamaño de un misil mucho más grande, explicó Kirdiapkin. Por ejemplo, unas horas antes de que cayeran los proyectiles en el vecindario de Natasha, alguien publicó en el canal de Konstantinovka la advertencia de que los soldados ucranianos estaban preparándose para bombardear la ciudad y recomendó que los residentes permanecieran en sus casas.

El mensaje decía: “#Konstantinovka — tenemos información de que esta noche las Fuerzas Armadas de Ucrania podrían volver a bombardear la ciudad. Tengan cuidado. No salgan a los balcones ni a los patios. Manténganse lejos de las ventanas”.

Cuando cayeron los proyectiles, más o menos a las diez de la noche, el canal publicó comentarios de que fue muy “estridente” y que había un incendio. Por la mañana, el canal reportó los daños.

Kirdiapkin comentó que pasó una buena parte del tiempo rescatando víctimas de los ataques con misiles y cohetes y rastreando a los informantes que son los ojos y oídos de Rusia en el terreno.

El jefe de la policía tiene un equipo que monitorea el canal de Telegram para intentar atrapar a dichos informantes, mismos que calificó como “rufianes”.

Las autoridades ucranianas aseveraron que combatir la guerra de la propaganda implica mucho tiempo y dinero y que no es una prioridad inmediata cuando lidian con una confrontación a gran escala en el campo de batalla. Pero hay indicios de una batalla por las mentes en las calles de las ciudades ubicadas en la línea de combate.

El Ejército ucraniano ha instalado vallas publicitarias muy brillantes en las principales calles de muchas ciudades en homenaje a sus héroes militares como parte de una campaña que tiene como objetivo promover la conscripción. Casi todos los grafitis pintarrajeados en los muros de las construcciones residenciales de Konstantinovka son pro-Ucrania y repiten frases conocidas como “¡Gloria a Ucrania!” y “Al demonio el Ejército ruso”.

Pero, entre ellos, destaca un grafiti por su mensaje a la comunidad rusa, el cual dice: “Los rusos son traidores”, como referencia a la traición que siente la población prorrusa por el incumplimiento de la promesa de Moscú de ofrecerle una vida mejor.

Nadie sabe con certeza quién hizo el grafiti, pero la mayoría reconoce que las acciones de Rusia —sus ataques y bombardeos indiscriminados a instalaciones civiles de Ucrania— han hecho que quienes solían apoyarla en el este de Ucrania poco a poco se vuelvan en su contra.

“La gente que apoyaba a Rusia ya ha cambiado”, comentó Olha, una residente de 67 años, de los pocos que siguen viviendo en un bloque de apartamentos central. “Ahora están a favor de Ucrania y de un poco de tranquilidad”.

El jefe de la policía comentó que también había observado un cambio en los lugareños. “Saben que mucha gente ha muerto a su alrededor; que todo está destruido en su ciudad. Lo ven con sus propios ojos”, puntualizó.

Gente repara una casa dañada por un ataque de misiles rusos a unos 16 kilómetros de Bajmut, en Konstantinovka, Ucrania, el 18 de marzo de 2023. (Daniel Berehulak/The New York Times).

Empleados municipales reparan el cableado eléctrico derribado por un ataque de misiles rusos a unos 16 kilómetros al oeste de Bajmut, en Konstantinovka, Ucrania, el 18 de marzo de 2023. (Daniel Berehulak/The New York Times).

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